LISBOA. Los rostros cariacontecidos de los jugadores del Atlético de Madrid en el césped reflejaron la decepción sufrida hoy, cuando rozaron su primera Liga de Campeones frente a un Real Madrid cuyos futbolistas mostraron una alegría desmedida por poder alzar la ansiada Décima.
Lágrimas, de tristeza por un lado, de alegría por el otro, se vieron también en las gradas del estadio de la Luz en las aficiones de ambos equipos, que apoyaron sin descanso a los suyos desde incluso antes de comenzar a rodar el balón.
Los aficionados rojiblancos fueron los primeros en desalojar el fondo norte del recinto, no sin antes dejar bien claro con sus cánticos de ánimo a los suyos que la derrota de hoy, aunque dolorosa, no resta un ápice de mérito a lo conseguido esta temporada.
Mientras, justo enfrente, los hinchas merengues gozaron con la entrega del trofeo a Iker Casillas y entonaron el himno mientras una réplica a gran escala de la "orejona" era izada en la Luz.
En el campo, la sangre acabó por no llegar al río después de un rifirrafe a punto de expirar la final entre el técnico colchonero, "Cholo" Simeone, y el defensa francés del Real Madrid Raphael Varane, y tanto la entrega de premios como la celebración estuvo presidida por la deportividad.
Curiosa fue la imagen del entrenador italiano Carlo Ancelotti, al que se le vio cantar aquello de "Real Madrid Oé" pese a ser conocido por su moderación y escasa expresividad.
Una de las estrellas del partido, Sergio Ramos, buscó las cámaras para dedicar el triunfo (a través de gestos) a su hijo recién nacido y a su abuelo, quien falleció.
El que fue nombrado mejor jugador de la final, el argentino Ángel Di María, celebró el título con la bandera de su selección, igual que el galés Gareth Bale.
Históricos del equipo blanco como Zinedine Zidane -segundo entrenador- o Agustín Herrerín -delegado de campo- también se sumaron a los actos de celebración.