Vitoria - A pesar de haber nacido en Lazkao, como Josean Querejeta, Joseba Beloki es uno de los grandes embajadores que tiene Vitoria. Lo fue en su momento encima de la bicicleta y lo sigue siendo ahora como amante impenitente de la ciudad que le acogió. La retirada hace más de un lustro no le hizo olvidarse del ciclismo, en el que sigue a nivel de aficionado. Pero lo que le desvive ahora es correr y hacer maratones. Y ahí sigue machacándose el cuerpo y dedicado a mil proyectos profesionales que siguen ligados al deporte del pedal. Lo suyo es un no parar.
¿Ha desgastado aunque sea un poco el sillón de su casa? ¡No para quieto ni un segundo!
-Bueno, siempre intento estar activo. Muchas veces sí que se me viene a la cabeza que tengo que parar un poquito o tomarme las cosas con un poco más de tranquilidad, pero en cuanto entro en dinámica... Paro poco quieto.
¡Si de ciclista vivía más tranquilo que ahora!
-Sí, mucho más. Hacía lo que me ha gustado toda la vida y tenía muchas menos preocupaciones. He tenido la suerte de trabajar en lo que siempre había sido mi ilusión. A la mañana entrenabas y a la tarde descansabas. Y luego a viajar por el mundo corriendo carreras. Es lo mejor que uno puede hacer.
Le tocó sufrir mucho sobre la bicicleta, pero no acabó harto de ella como otros compañeros suyos y ahora, aunque a otro ritmo, sigue dando pedales como cicloturista.
-No acabé cansado ni de la bicicleta ni del ciclismo y ahora sigo relacionado con ese mundillo, aunque de otra manera. Eso sí, me gustaba mucho más la vida de antes que la de ahora.
Y en lo deportivo se sigue machacando igual. Del ciclismo, disciplina dura donde las haya, al maratón, que no se le queda a la zaga.
-Surgió porque correr siempre me había gustado y en mi casa había afición. Antes, por los entrenamientos y la exigencia de la bici, no era beneficioso para mi actividad y por eso nunca lo había practicado. Pero una vez que me retiré tuve la suerte de conocer a Martín Fiz y no creo que haya mejor maestro y grupo para arrancar. Ahora tengo una condición muy buena para preparar pruebas a mi nivel y estoy muy integrado en el mundo del running. Se parece mucho al del ciclismo, con gente muy maja y es muy popular, como las marchas cicloturistas. Disfruto un montón.
La bicicleta, correr... ¿Se va a meter algo más en el cuerpo?
-No, nadar no. Que Eneko Llanos esté tranquilo que no voy a meterme a hacer triatlones. Sé nadar, pero eso de meterme más allá de lo que es una piscina me da muchísimo respeto. Que los triatletas estén tranquilos que a estorbar en el agua no voy a ir.
El deporte que ve usted sentado es el baloncesto. Aunque eso de sentado es un decir conociendo la pasión que tiene por el Baskonia desde hace años.
-Me encanta a las buenas y a las malas. Nos está tocando vivir una temporada complicada, pero para mí el baloncesto en muchos momentos ha sido la válvula de escape. Es cierto que este año nos están saliendo peor las cosas de lo que nos gustaría, pero teniendo en cuenta cómo es el club y el entorno no podíamos esperar ganar siempre.
¿No se ve ocupando una plaza de jugador de formación para la temporada que viene, que la cosa con los cupos está malita?
-Cuando trajeron a Poeta me quitaron la ilusión. Ya pensaba yo que podía ser uno de los sustitutos de Hodge. A mí el dirigir me va bien, hago bien el pick and roll... Yo creo que tengo cualidades, pero me parece que voy a tener que buscar otra opción.
Salimos del plano deportivo pero seguimos hablando de bicis, ¿qué le parece la nueva legislación del Ayuntamiento?
-Son planes estratégicos que si se han puesto encima de la mesa es porque existen datos más allá de lo que podemos pensar los demás. Para mí esas horas de corte de andar por el centro, yo además que me muevo con los chavales, pasas por los sitios y no sabes qué hacer, si aquí puedo o si allí no puedo y me tengo que bajar. Creo que es demasiado cacao. Creo que tiene que existir una normativa, pero veo difícil ponerla en marcha. Yo que voy con los niños al centro y luego tengo que salir hacia Judimendi o Ariznabarra, es un poco rollo y no tienes aún muy claro cómo y por dónde tienes que ir, pero al final nos iremos acostumbrando todos a las normas.
¿Qué le dice el bicicletero?
-Tenemos una ciudad con muchas zonas peatonales amplias y en el centro tenemos muy pocas calles porque la periferia está muy bien marcada. Si el ciclista va ordenado, con poca velocidad y con los sentidos puestos en la bicicleta sin auriculares ni móviles yo creo que no existiría ningún problema. Yo entiendo que se han dado problemas porque ves a gente que va muy rápido o con las manos en los bolsillos porque hace frío. Igual que una bicicleta contra un coche tiene las de perder, lo mismo pasa con el peatón y la bici y tengo claro que hay que legislar para evitar accidentes. Me da pena porque tenemos unas calles peatonales preciosas como Dato, San Prudencio, Postas o Fueros donde yendo con poca velocidad y tiento no debería haber problemas entre los que van andando y los que van en bici. Claro, que si lo que queremos hacer es correr el Tour de Francia por esas calles, es evidente que hay peligro. La normativa actual la veo demasiado estricta y complicada de llevar a cabo.
La otra gran polémica es la del uso del casco que no a todos gusta.
-Casco sí. Siempre. Debemos tener en cuenta la normativa de los seguros, que es muy clara. A mí me parece una faena tener que llevarlo, pero yo a los críos se lo he puesto desde el primer día, igual que con los patines. En mi caso no porque soy feo y aunque vaya despeinado da igual, pero entiendo a la gente que va a trabajar de cara al público y tiene que tener una presencia o al que se ha gastado unos euros en la peluquería y que no quiera ponerse un casco para andar cincuenta metros. Lo entiendo, pero después están las normativas de los seguros cuando hay problemas. Es un poco lo mismo que le pasa al que tiene un coche de 180CV y tiene que ir a 120 por la autovía, que seguro que hasta se le cala, pero es lo que hay. Mientras esté la normativa no hay más narices, pero además el casco nos ha salvado mucho y nos seguirá salvando.
Para una persona que durante más de media vida ha tenido un menú basado en la pasta y el pollo, ¿qué le dice que Vitoria sea Capital Gastronómica de 2014?
-Con título o sin título, en Vitoria se ha comido siempre bien. Tenemos grandes establecimientos, michelines, gente joven que lo está haciendo muy bien, ahí están El Clarete, Plágaro, Rodaballo, Albéniz, Dolomiti... De todo. Aquí siempre se ha comido muy bien y no necesitamos sacar pecho por ese título. El que viene de fuera por actos deportivos, al Azkena o a hacer turismo sabe que Vitoria en eso de jamar es una garantía.
Cuando era ciclista le tocó darse unas cuantas vueltas por el mundo y ahora sigue moviéndose mucho. Eso de no tener Foronda a mano para despegar...
-Es una pena, pero es que tenemos muchos aeropuertos en muy pocos kilómetros. Nosotros tenemos que ir a Bilbao para coger el avión cada vez que nos queremos ir de viaje y es una pena, pero como la estación de autobuses que hemos tenido hasta ahora y demás. Yo siempre he dicho que lo ideal para Vitoria sería aprovechar Foronda para tener allí todo centralizado, con una intermodal y llevando el tranvía para así tener mayor potencial de acoger vuelos, pero está claro que con la competencia cercana que hay es complicado.
¿Que les dan a los de Lazkao para que funcionen tan bien en Vitoria? Usted, Querejeta...
-¡Y Josu Sarriegi, que lo hizo muy bien en el Alavés! Las cosas se han dado así. Yo vine aquí muy pequeño y de Vitoria ya no me mueve nadie aunque las raíces tiren. Muchas veces no es de dónde eres, sino el trabajo que haces. Nosotros estamos muy a gusto en Vitoria y que me identifiquen con esta ciudad es un orgullo.