era evidente que Alberto López, entrenador albiazul, quería imprimir optimismo a sus jugadores durante la semana previa al trascendental encuentro de ayer ante el Castilla. Para ello se apoyó en algunas fórmulas tópicas del fútbol, como que solo es un partido más que hay que ganar o que no habrá nada definitivo después del encuentro pase lo que pase. Es decir, que se pasó la semana intentado recuperar a una plantilla necesitada de elementos positivos. Habrá aplicado refuerzos positivos en busca de una motivación mayor pues cualquier mejoría, por pequeña que sea, es beneficiosa para el grupo y hay que hacérsela ver. Habrá pasado largo tiempo, seguramente, corrigiendo a unos jugadores que han cometido excesivos errores para que no vuelvan a repetirlos.
Es indudable que a los jugadores no se les indica lo que tienen que decir a la prensa (aunque todo puede ocurrir en esa casa) pero han sido coincidentes a la hora de manifestar su estado de ánimo esta semana. Algo, por otra parte, lógico. Es habitual escucharlos en vísperas de un choque importante y, sobre todo, después de perder un partido trascendental que les dejó al borde del precipicio cosas como "estamos concentrados ante un partido importante", "si ganamos podremos afrontar lo restante con más confianza", "vamos a salir al terreno de juego como si fuera el último" o "algún día tiene que cambiar la dinámica". Luego apenas se ha cumplido alguna de las aseveraciones en un partido discreto y con pocas ideas. Y tampoco tiene sentido ya decir que lo hacen lo mejor que pueden. Tienen que hacer lo que es necesario.
El programa de reformas del entrenador albiazul siguió adelante en busca de soluciones. Si en Tenerife realizó una verdadera revolución en el once que resultó un verdadero fracaso (pues se perdió como y de la misma manera que siempre), ayer removió el árbol de nuevo y se cayeron de la alineación, por unas causas o por otras, siete jugadores con respecto a ese aciago día. También fue jornada de descanso, para no ser más que los demás, para el portero considerado titular, Goitia. La medida, que no sorprendió a casi nadie, tampoco resultó una decisión acertada pues en la primera intervención (mejor dicho, no intervención) de Crespo le sobrevino el primer gol. Se logró reponer del error con una gran parada y poco después se consiguió empatar pero, como a perro flaco todo son pulgas, el equipo, que en defensa parece un flan, se marcó en propia meta el segundo. Así, el Alavés comienza hoy su semana de pasión. Y ya sabemos cómo termina.
El fútbol es de momentos y está claro que los albiazules están pasando por los peores. Cualquier pequeño resfriado se convierte en una pulmonía para su desgracia. Tarea difícil es que para ganar en casa hay que lograr tres goles si, como ayer, regalas los dos. Los albiazules no hicieron un buen partido pero su motivación superó a citas anteriores, aunque como dijo Jim Rhon: "La motivación por sí sola no es suficiente. Si motivas a un torpe, lo único que obtendrás es un torpe motivado".