Markina-Xemein - El mejor Contador que se recuerda, 2009, arrolló en la montaña del Tour y le ganó una contrarreloj, la última en torno al lago de Annecy, a Fabian Cancellara, que no encajó bien la derrota y cuando se encontró en la puerta del hotel a un periodista español le dijo: "¿Tú español? Dadle las gracias a las motos".
De ese Contador que vivió un infierno en la convivencia con Armstrong al que sintió el dolor profundo de la derrota, la humillación del ataque sentado de Froome en el Ventoux del Tour de hace un año, hay un viaje a las tinieblas. Está el campeón dolido al que le escuece el orgullo como una llaga en la boca. Pero está también el hombre encerrado en sí mismo, de sonrisa extraña, mirada desconfiada y verbo medido, sin rima ni vida. Alguien acertó a definir al Contador que ganó ayer su tercer Vuelta al País Vasco (2008, 2009 y 2014) como un hombre liberado, en el sentido social del término, que cuenta con gracia que de las tres txapelas que ha ganado la que más ilusión le hizo fue una cuarta, la primera en orden cronológico, que le enroscaron en la cabeza en la cima de Gorla en 2001, cuando corría en Iberdrola, tenía 18 años, no le conocía nadie y batió el récord de la subida que aún ostenta. No se sabe si esa liberación es consecuencia o motivo de su mejor inicio de temporada de siempre. Una etapa y segundo en Algarve; una etapa y general de la Tirreno-Adriático; segundo en la Volta a Catalunya, y una etapa y la general de la Vuelta al País Vasco. Es, además, el número uno del ranking de la UCI, el World Tour.
Es, lo dice su director Bjarne Riis en Markina tras un abrazo paternal donde le susurra al oído lo orgulloso que está de él, un Contador "fantástico, fantástico". ¿El mejor de siempre? ¿Has vuelto? Es lo que le preguntan desde su heroica cabalgada en el corazón de los Abruzzos durante la Tirreno-Adriático. Lo que le preguntan en Markina cada vez que cambia de micrófono. "Eso vosotros sabréis", dice sonriente sin que en la respuesta exista un atisbo de rencor. "No me molesta que me lo pregunten, estoy feliz", apostilla. ¿Qué ha cambiado? "Que las piernas van bien, ahora todo parece más sencillo y eso se traduce en el estado de ánimo". Por ejemplo en el buen humor al despertarse en la mañana de ayer y sentirse bien, "no tan cansado como los dos días anteriores". Dicen que levantarse feliz es medio día; el otro medio hay que ganárselo.
en ocho kilómetros Contador, ha respondido otras veces, no se había ido. Siempre estuvo, es cierto, pero a uno de su estirpe, "uno de los nuestros" que le decía Gimondi cuando arrasó en el Giro de 2011, se le exige que esté a esa altura, en el cielo o más arriba. Cuarto en el Tour es una derrota inapelable. Contador perdió los galones, la jerarquía que había adquirido en tantos años, en una sola temporada. Es más fácil perder el prestigio que recuperarlo. Exhibición tras exhibición en el arranque del año, "el mejor inicio de siempre", al madrileño le pedían como aval de su regreso un buen resultado contra el reloj. "La de Algarve fue buena", repasó luego; "la de Tirreno, es cierto, me faltó el estrés que hace falta en esta especialidad". La tensión que tenía ayer en Markina. Se jugaba la txapela con Valverde, a 12'', Evans, a 36, y Kwiatkowski, a 41 en 26 kilómetros. Le bastaron 8, la subida a Gontzagarainga, para resolver el dilema. Allí era el mejor. Mejor que Tony Martin, un toro, mejor que Kwiatkowski, mejor que Peraud, mejor que Spilak y mucho mejor que un Valverde atorado y sin chispa. "
Al murciano, que pegó primero el lunes en Gaintza para que Contador le rematara y atacó después todos los días pensando en ganar la Vuelta, le echaron del podio en una pésima contrarreloj. Kwiatkowski y Peraud completaron la foto con Contador, que ganó su tercera Vuelta al País Vasco, "una muy especial", pero recordó más la txapela de Gorla o la crono que ganó en 2005 "contra los mejores". Ayer solo Tony Martin, campeón del mundo, le impidió ser el niño feliz de 2005 por siete segundos. Pero es su mejor resultado contra el crono desde el Tour de 2009 en Annecy, ante Cancellara, otro de la talla del alemán.
Todo lo conseguido y demostrado en la Vuelta al País Vasco lo traduce Contador en clave Tour. El resultado en la crono le da confianza para la última contrarreloj de la carrera francesa "que tengo en la cabeza". El triunfo absoluto en la Vuelta al País Vasco le hace recordar lo bien que le sienta ganar esta carrera, preludio de un próspero año. En 2008 triunfó después en el Giro y en la Vuelta; en 2009, en el Tour. "Ganarla me ha dado suerte el resto de la temporada". Es su termómetro. El año pasado acabó quinto en la ronda vasca. Frío. Helado. Como en el Tour. Este año? "Pero esto ya no cuenta. Ahora empiezo de cero el camino hacia el Tour". Agotado, "los dos últimos días he notado por primera vez el cansancio en las piernas", se ha regalado una semana de intimidad y bicicleta.