PARÍS. "Es muy poco probable que el Schumacher que conocíamos antes del accidente regrese", escribió en su blog el que fuera jefe médico de la Fórmula Uno, Gary Harstein, sobre la salud del expiloto, que se golpeó la cabeza con una roca el pasado 29 de diciembre, cuando esquiaba -con casco- en la estación de Méribel, en los Alpes franceses.
El médico estadounidense prepara el terreno ante un hipotético despertar de El Káiser, que acaba de cumplir 45 años, y avisa de que "habrá que considerar un triunfo de la resistencia humana el hecho de que Schumacher sea aún capaz de caminar, de alimentarse, de vestirse y conservar ciertos aspectos positivos de su personalidad".
Y apoya su reflexión con estadísticas, pues el cincuenta por ciento de los pacientes con un traumatismo como el de Schumacher que pasan un mes en estado vegetativo y despiertan sufren "deterioros neurológicos significativos".
"Si el estado vegetativo dura seis meses, se baja al 20 por ciento, a menudo con deterioros graves. Tras un año, la recuperación del estado de consciencia es muy rara", apunta.
El estado de salud de Schumacher es "estable", según hizo saber su entorno el pasado 17 de enero, días después de que los médicos que le tratan en Grenoble señalaran que el alemán sufre "lesiones craneales difusas y serias".
Desde su caída, el expiloto ha sido sometido a dos operaciones de neurocirugía y se le ha retirado "sin riesgos" un hematoma situado en el hemisferio izquierdo del cerebro, que en el caso de un diestro, como Schumacher, es el encargado del lenguaje, la lectura y la escritura.
Pero presentaba aún numerosas hemorragias y su estado era "crítico" y "frágil". Los doctores le mantienen en coma inducido, para reducir la presión intracraneal y oxigenar bien el cerebro, y nada hace pensar que vayan a intentar despertarle inmediatamente.
"Cada día que pasa disminuyen las posibilidades de ver mejorar la situación", comenta en "Le Point" Jean-Marc Orgogozo, experto en neurología del hospital de Burdeos, en línea con Philippe Decq, neurocirujano del hospital de Beaujon, a las afueras de París, quien considera que si transcurridas tres semanas de un traumatismo craneal grave el paciente "no abre los ojos, es un signo de que las cosas son muy graves".
Mientras el pesimismo gana terreno entre los expertos, Schumacher sigue recibiendo el apoyo de sus seguidores, que le han enviado su aliento en un millar de cartas y que se concentraron ante el hospital en su cumpleaños, el pasado 3 de enero, y este domingo en una marcha en su honor en el circuito belga de Spa-Francochamps.
La familia de la Fórmula Uno tampoco se olvida de su piloto más laureado, con Jean Todt, presidente de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), antiguo jefe de Ferrari y amigo del piloto, a la cabeza.
Todt ha visitado a su convaleciente pupilo en Grenoble, en el este de Francia, donde le acompañan su padre Rolf, su esposa, Corinna, sus dos hijos, Gina Maria, de 16 años, y Mick, de 14, y su hermano, el también expiloto Ralf Schumacher.
Schumacher, que batió casi todos los récords posibles en su deporte, ha recibido también el ánimo de los que fueron sus compañeros y rivales, como Felipe Massa, Fernando Alonso, Robert Kubica, Jenson Button, Lewis Hamilton, Sebastian Vettel o Alain Prost y de la escudería con la que más triunfos cosechó, Ferrari, o de la alemana Mercedes.
Y también de otros nombres que, como el suyo, se consideran leyendas vivas de otras disciplinas deportivas: el extenista Boris Becker, el exfutbolista Fabio Cannavaro, el piloto de rallies Carlos Sainz, el jugador de la NBA Dirk Nowitzki, el ciclista Alberto Contador o la gimnasta Nadia Comaneci, entre otros muchos.
Entretanto, la esposa Schumacher ha encontrado su inseparable pulsera "shamballa", un amuleto tibetano que el alemán perdió en las pistas cuando sufrió el accidente y que los encargados de la estación recuperaron en la nieve.