Bilbao. Han pasado varios días desde el último partido, ¿qué tal está llevándolo?

Bastante bien. Para mí ha sido algo normal. Lo tenía muy asumido así que no ha habido ningún problema.

¿Cómo afrontó el encuentro?

Muy tranquilo. Fui con bastante miedo porque llevaba dos meses y pico sin jugar. Pero con respecto a que fuera mi último partido, estuve bastante tranquilo.

¿Le pasó algo por la cabeza al realizar el saque final?

Tampoco se me pasaron muchas cosas por la cabeza, como lo tenía tan asumido, lo cogí como un partido normal y por lo tanto, tampoco me vino en el ultimo saque nada a la cabeza. En el único momento en el que me emocioné, fue en la entrevista al hablar. Ahí, la verdad es que tengo que decir que sí lo pase algo peor. Pensaba que no iba a pasar, pero la verdad es que no pude contenerme.

Está claro que el público se volcó con usted.

Eso sí. Estuvieron ahí los de mi cuadrilla y mi familia apoyándome y la verdad es que hubo muy buen ambiente.

Tras tantos años en los frontones, seguirá ahí como botillero de Aimar y con Garfe.

Como botillero seguiré hasta que me lleve el hermano y luego, tampoco quería dejar de golpe la pelota después de tantos años. Jugaré algunos partidos, sobre todo, para quitar el gusanillo.

¿Y como aficionado?

Eso está claro. La pelota es algo que me encanta. Me imagino que alguna vez iré a ver los partidos al frontón y, cuando no, en la tele seguro que echan los partidos.

Fue su despedida como profesional pero usted declaró que se veía capaz de jugar más.

No tengo ningún problema físico. El año pasado también demostré que no tenía ningún problema de juego para estar ahí. Pero todos sabemos como están las cosas, tengo 38 años. Tampoco pensaba estar hasta los 45 pero alguno más me hubiese gustado. Aunque yo tenía las cosas claras. He pasado muchísimos años en el mundo de la pelota y ya sabía que llegaría el fin.

¿Ve muy lejano su debut?

La verdad es que se me ha pasado todo muy rápido. Ya son diecisiete años y medio pero se me han pasado volando. Al final, para mí ha sido un trabajo, pero es un trabajo que me ha gustado, desde pequeño he vivido la pelota en casa, me gusta hacer deporte y es una cosa que se me ha hecho muy fácil de llevar.

Casi 18 años en el mundo de la pelota, toda una vida.

Prácticamente casi toda la vida jugando a la pelota y ahora cambia totalmente la cosa. En verano jugaré algún partidito con Garfe y trabajaré todo lo que pueda en la sidrería. Como sabemos el tema no está para echar cohetes, pero de aquí en adelante empezaré otra etapa.

¿Qué valoración hace de sus años de pelotari?

No me quejo. En todos estos años he tenido la suerte de jugar cuatro finales de parejas y ganar dos txapelas. Si me hubiesen dicho esto cuando debute, lo hubiese firmado enseguida y la verdad es que no me puedo quejar.

Además ha vivido los mejores años de la modalidad.

He tenido la suerte de coger los mejores años que ha vivido la pelota profesional y luego también he podido conocer a dos generaciones de pelotaris. Tuve la suerte de jugar con Julián Retegi, Ladis Galarza y compañía y luego durante todos estos años he tenido la suerte de jugar con Martínez de Irujo, mi hermano Aimar y todos estos.

Se han hecho muchas comparaciones entre estas dos hornadas. ¿A usted qué le parecen?

Son totalmente diferentes. A mí no me gustan las comparaciones. Son dos formas de jugar muy diferentes. Antes había grandes pelotaris y ahora hay grandes pelotaris. No tiene nada que ver la forma de jugar de ahora con la de antes, sobre todo, en el mano a mano.

¿Cómo ha ido viviendo esa evolución desde dentro?

Te vas dando cuenta de que va cambiando. No depende de la evolución de la pelota, sino del tipo de pelotari que hay. Ahora hay un estilo de pelotari joven, que dentro de unos años va a hacer que se juegue de una manera más clásica de la que se está haciendo ahora en el mano a mano.

¿Qué opina de esos pelotaris?

Hay pelotaris jóvenes que apuntan maneras pero lo que está claro es que van a pasar muchos años hasta que haya el nivel que tienen ahora mi hermano, Martínez de Irujo, Bengoetxea, Xala? será muy difícil ver una generación de nuevo con tantos pelotaris tan fuertes y de ese nivel. Los pelotaris que vienen ahora, juegan muy bien, pero les van a quitar el puesto, no por juego, sino porque los de arriba van a ir perdiendo con los años.

¿Con qué pelotari se queda?

He tenido la suerte de conocer grandes pelotaris pero el más completo que he conocido, en todas las modalidades, es mi hermano.

¿Cómo ha llevado las comparaciones con él?

Al principio no te gusta, a mí personalmente nunca me han gustado las comparaciones de ningún tipo. Luego, hay comparaciones y comparaciones. Están las que se hacen a mala leche y las que son de lógica y de cajón. Yo siempre he asumido ese rol y, mientras tú sabes dónde estás y lo que juegas, no suele haber ningún problema. Yo siempre he tenido muy claro lo que juego yo y lo que juega mi hermano.

¿Y cual ha sido su mejor compañero?

Más de uno, pero jugué mucho en aficionados con Unai Apezetegia. Los dos debutamos, en contra pero el mismo año, y he jugado bastantes partidos con él. Me quedaría con Unai.

¿Qué momento destacaría?

La primera txapela fue muy emocionante. Me viene a la mente, cuando pienso en ella, toda la gente del pueblo que fue a Logroño y me acuerdo de lo emocionados que estaban algunos amigos de mi padre cuando terminó el partido.

Luego también ganó una segunda.

Gané con Fernando Goñi. Todas las txapelas son diferentes y emocionantes pero la primera siempre es la primera. La segunda fue importante para mí porque nadie daba un duro por nosotros, yo entré de suplente y tuvimos la suerte de quedar campeones.

También habrá habido momentos malos.

Eso está clarísimo. En la vida de una persona, tanto en el trabajo como en el deporte hay momentos malos y buenos. Yo he vivido momentos muy buenos en la pelota y también muy duros.

¿Se arrepiente de algo?

No. Seguro que habré metido la pata en alguna cosa pero ahora es inútil mirar atrás, yo creo que hay que mirar adelante y darle vueltas a las otras cosas ahora no tiene sentido.