Era la final de las oportunidades, la del Cuatro y Medio de Segunda, donde Mikel Olazabal y Stephane Lemuno se jugaban la txapela y también prorrogar su contrato. El destino dirimió la contienda del lado del de Angelu y el guiño no tardó en llegar por parte de Asegarce: un año más en la empresa. La cruz, para el de Areso. Después de cuajar una buena jaula, de ir creciendo después de malas épocas, en Aspe no le dieron la oportunidad de seguir como profesional.