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EL llamado Dream Tour, el circuito de los sueños, no solo es el conjunto de pruebas que componen el torneo WCT, la primera división del surf. Es algo más. Es el Edén de quienes practican este deporte, el paraíso que surge al combinar las mejores olas, en sus mejores condiciones, con los mejores surfistas. Una lucha directa entre la naturaleza más salvaje y el hombre mejor preparado. Tal es la magia de este circuito, que tan solo 32 surfistas tienen licencia para disfrutar de él. Y en 2014, Aritz Aranburu será uno de los privilegiados: Todavía no he aterrizado, pero estoy encantado. El circuito del WCT es inmejorable, por algo lo llaman el Dream Tour. Pipeline es la ola más famosa del mundo, llevo soñando con ella desde crío. Es una de las olas que más llenan y poder estar el año que viene ahí con los mejores me hace muchísima ilusión", explica el zarauztarra nada más aterrizar en su casa, ya como surfista de primera división.

No es la primera vez que Aranburu se clasifica para el WCT, en 2007 ya logró convertirse en el primer vasco en ascender a la élite del surf. Sin embargo, a pesar de repetir gesta, Aritz no saborea el éxito de la misma forma que hace seis años. "La primera vez fue especial porque nadie a mi alrededor lo había conseguido, pero en esta ocasión es diferente ya que la clasificación es mucho más complicada que entonces", argumenta. Y es que los cambios llevados a cabo hace tres años por la Asociación de Surfistas Profesionales (ASP) provocaron que el Olimpo del surf tan solo estuviera copado por 32 surfistas, en vez de los 45 de entonces: "El pase a la primera división está muy caro y estoy encantado de formar parte de este grupo tan selecto de surfistas", reconoce. Asimismo, el zarauztarra admite "haber madurado" en estos años y afronta la temporada con "más tranquilidad que la primera vez". Disfrutar es el verbo que más repite Aranburu cuando le hablan del WCT, un circuito que también ha cambiado desde que Aritz participara en él: "Es totalmente diferente, tiene paradas distintas, intentaré centrarme en la primera división pero también participaré en algún evento de la segunda porque se pueden acoplar los dos calendarios. Pero al final la estrategia será disfrutar", resume. Fue el pasado 8 de diciembre cuando Aranburu se desprendió, en un suspiro interminable, de los nervios que provocan la incertidumbre. Tras casi un mes de espera, lleno de conjeturas, sumas, restas y muchos rumores, ya era surfista del WCT. Para ascender a la élite, el zarauztarra dependía de los resultados del Billabong Pipe Master, evento celebrado en Pipeline, la ola hawaiana más venerada del mundo. Una prueba destinada tan solo a los 32 mejores, en la que Aritz no podía participar. Y así, desde la arena, Aranburu vio cómo sus rivales directos fueron cayendo uno a uno para que, al concluir la primera ronda, ya fuera oficial. Sin hacer más cuentas, las matemáticas lo certificaban: el zarauztarra participaría en el mejor circuito de surf en 2014. "El hecho de haber conseguido un buen resultado en el primer campeonato de Hawai fue la clave y luego, como en el segundo evento no lo hice nada bien, he tenido que esperar a que se hicieran las primeras rondas de Pipeline. Cuando supe que matemáticamente estaba dentro, no sabía que hacer. Me hizo mucha ilusión, pero la verdad es que todavía no he aterrizado", explica.

En una temporada donde Aritz Aranburu quiso tomarse la competición con más calma, un arranque potente provocó que el nombre del zarauztarra sonara con fuerza en todas las quinielas para el WCT y, a mitad de campaña, el rider de Quicksilver "tenía tres resultados sólidos, me agarré a ellos e intenté hacer lo máximo que podía". Y consiguió el objetivo. Tres quintos puestos consecutivos -en Australia (Margaret River), Brasil (Quiksilver Saquarema Prime) y Sudáfrica (Mr Price Pro Ballito)- le dejaban a las puertas de la élite. Pero, como siempre, Hawai dictó sentencia. Semifinalista en el Reef Hawaian Pro, Aranburu dejó patente su gran estado de forma y recabó los puntos necesarios para participar el próximo año en el circuito de los sueños: "Estar entre los 32 primeros es la guinda del pastel. Nadie regala nada, pero el reto de competir en el WCT es muy bonito".