La doctrina capitalista ha presentado en ocasiones el Positivismo como la herramienta perfecta, como el maná o la solución a todo y contra todo en la vida. "Piensa bien y acertarás" rezan algunas corrientes. Tanto nos dicen las marcas y la publicidad cómo hemos de pensar que incluso algún publicista llegó al famoso reclamo cervecero de "piensa en verde". El positivismo nos puede llevar a una falsa omnipotencia, a una falsa sensación de control sobre lo que uno mismo es y puede. Esto puede suceder en el deporte aficionado y en todos los ámbitos de la vida.
Como bien está viendo en estos dos últimos mandatos en la Casa Blanca, una cosa es "Yes we can" y otra es la realidad. El pensamiento positivo, el establecimiento de objetivos y el análisis del rendimiento nacieron para el aumento de la producción en las empresas, pero han dominado el mundo. El miedo y la prudencia son procesos que nos llevan a la conservación; a la protección del organismo y la vida. Pero el miedo, la duda y la prudencia no venden, la sociedad capitalista necesita personas que devoren. Que establezcan objetivos, que estén en reto, que consuman, que corran.
Es una sociedad en la que prima el "No limits", "No hay límite, "Si quieres puedes". "Todo está a tu alcance"? y la medicina es el positivismo. Una alternativa a entender el positivismo de esta manera, es la de verlo dentro de un continuo; un continuo que va del destructivo negativismo, al en ocasiones despersonalizador positivismo, pasando por el sensato realismo. En el realismo existen límites claros, en el negativismo y el positivismo nos podemos sumergir y no tienen límite. En esta inmersión, podemos perder la noción de realidad. En lo deportivo, el realismo nos obliga a ser muy conscientes de nuestras condiciones, preparación, estado físico, los escenarios y las circunstancias. Nos obliga a planificar, analizar y mantenernos muy pegados a la realidad, obligaciones éstas que se pueden ver sesgadas bien por el negativismo o el positivismo extremo. Los grandes deportistas de todos los tiempos, no destacan por su positivismo, ni por su negativismo, sino más bien por su capacidad de adaptarse de forma real a las necesidades de los retos que se presentan conscientes de sus limitaciones.
El problema es que bajo el prisma "no limits" está implícita la ideología de que conseguir más nos hace más felices, como si la felicidad estaría en la meta y no en el camino. La fiebre competitiva nos puede llevar a algo más peligroso aún, somos lo que conseguimos; la identificación con el resultado puede ser muy lesiva para el bienestar psicológico del individuo.
Muchas corrientes en psicología coinciden en que el bienestar aparece en el adentro, no en lo externo. Bajar de tres horas en el maratón, ser el primero del club o ganar a cualquier coste, no nos dará un bienestar sostenible. Este bienestar aparece en una revisión de nuestro adentro, de nuestra coherencia interna, de nuestros valores o nuestro recorrido en la vida.
Ni que decir tiene las consecuencias de estas doctrinas del "no limits" o "si persigues un sueño lo conseguirás" en temas relacionados con el dopaje y la falta de ética en algunos deporte.
En definitiva es un asunto de filosofía personal y de valorar nuestra persona por encima de nuestros resultados o los de los demás; cuidándonos y respetándonos. Deseducarnos en esa doctrina de que siempre nos falta algo para sentirnos completos y gozar de la vida.
* Psicólogo Deportivo
Colaboración
por Carlos Ramírez García
Positivismo vs. realismo