Bilbao.EN el salpicadero del coche de Santiago Agirre Garaizabal (Bilbao, 28-VIII-1971) se acumulan kilómetros, desde el Elorrio de Hilario Azkarate, pintado del color de la piedra de un manista legendario al que no le regalaron nada, al Eratsun de Julián Retegi, coronado por la cantera de mármol donde el campeón de campeones empezó a trabajar cuando apenas superaba los doce años. Del Leitza de Juan Mari Bengoetxea, Oinatz Bengoetxea y Abel Barriola, que supura deporte y vida con una pared color piedra que asoma traviesa en la plaza del pueblo, al refugio donostiarra del gran campeón Don Miguel Gallastegi, quien a sus 95 años de edad aún puede ver desde su balcón cómo desemboca el Urumea mientras charla de pelota y de la vida, porque, al fin y al cabo, la pelota es como la vida y "uno es en la cancha como lo es en la vida", recitan muchos campeones. Y la vida, cruda, son más de 30 metros entre las paredes de un frontón, con sus peculiaridades, su sufrimiento y su genialidad; donde el artista puede mandar, pero también el trabajador y el travieso. También el espabilado.

La aventura de Santiago comienza cuando no encontraba bibliografía suficiente para regalar a su aita, José Ignacio, muy aficionado a la pelota. "No estaba bien documentado este mundo y lo lógico era tener un libro de campeones". Se metió en harina Agirre y buscó información en hemerotecas. "¿Qué me faltaba? Pues hablar con los campeones", cuenta. Eso fue sobre septiembre de 2011 y el germen de un libro que en noviembre dio el salto a las librerías. Grandes campeones de la pelota a mano (Ediciones Beta, 2013) es el resultado del proyecto casi personal de este profesor de Educación Física del colegio Unamuno afincado en Getxo. El libro, que será distribuido por Elkar y tendrá presencia en la Azoka de Durango, está compuesto por 25 capítulos, uno por cada campeón del Manomanista, competición reina del panorama pelotazale históricamente, donde Agirre, tras reunirse con 20 de ellos, ha plasmado la historia y la intrahistoria de las finales desde 1940.