SI alguien escucha ese pronunciado acento gallego al otro lado del teléfono o habla en persona con ella, lo último que pensará es que un 10 de abril de 1990 nació en Vitoria. A punto de cumplir una larga década alejada del calor de su familia, Marta Tudanca conserva intacto su espíritu aventurero. Alejada del patrón de cualquier chica de su edad, muchas incapaces de labrarse un futuro por sí mismas y salir adelante sin ninguna clase de ayuda, esta baloncestista de 23 años y 1,82 metros de altura brilla hoy en día con luz propia en las filas del Universitario de Ferrol, único invicto en el grupo A de la Liga Femenina 2. Su infatigable lucha, tesón y constancia son elogiables desde todos los puntos de vista. Si no acaba de triunfar como deportista, espera ejercer algún día como podóloga tras haber aprobado hace años la Diplomatura en la ciudad donde pasa por ser uno de los rostros más conocidos.

Cuando era una adolescente, ante la obviedad de que atesoraba una calidad superior a la normal y de que a nivel local no existía por entonces un club que la permitiese jugar al más alto nivel, tomó la difícil decisión de hacer las maletas. Arriesgó y no le van mal las cosas pese a que el deporte femenino es una especie de patito feo al que nadie presta atención. A la hora de tomar este ambicioso rumbo en su vida, sus padres y sus dos hermanos mayores -posiblemente los críticos más ácidos desde que veían sus partidos de pequeña-, le dieron el visto bueno. "Ya no se me hace especialmente duro, porque llevo mucho tiempo fuera y estoy acostumbrada. Estar lejos tiene sus pros y contras. Conoces a más gente, te abres puertas y eso también interesa", confiesa esta simpática escolta.

Pese a su corta edad, la madurez y personalidad también saltan a la vista para no arrojar la toalla en un momento crítico. Mientras la maldita crisis económica devora a diario la ilusión de cientos de jóvenes como ella, Marta se resiste a desfallecer. El pasado verano hizo sus pinitos en una clínica de Miranda, pero lo que realmente le apasiona desde bien pequeña es calzarse las botas, el balón, la canasta y la cancha de juego. Tal es así que hace nueve años se marchó de su casa para intentar triunfar en una modalidad que requiere, además de las lógicas gotas de calidad, mucho sacrificio, dedicación y también una buena dosis de mentalidad cosmopolita para moverse constantemente de un lado a otro y conocer diferentes ciudades.

el peaje de la crisis Convertida ya en toda una mujer, la suerte le ha sonreído casi siempre allí donde ha estado. Hasta el punto de presumir de ser la única jugadora gasteiztarra que ha militado en la Liga Femenina. O, lo que es lo mismo, la Liga ACB de chicas. Ese honor lo alcanzó durante su reciente etapa en la localidad leonesa de Bembibre, donde Tudanca puso fin este verano a un ciclo de dos años. "Hay muchos equipos que están desapareciendo o que en los pagos van tarde. Hay problemas, pero las jugadoras sabemos que la situación es la que es. Todo ha bajado, la crisis afecta y nosotras no somos menos. En Ferrol, estoy contenta. Siempre pagan al día, nunca ha habido un problema y eso es importante", relata sobre los críticos momentos que vive hoy en día el baloncesto femenino.

Desde hace tiempo, en contadas ocasiones está rodeada de sus allegados sin que eso merme su moral o su ambición. Apenas unas llamadas telefónicas para mantener el contacto hasta que las Navidades o los veranos emergen como los momentos propicios para un caluroso reencuentro. Tras militar en el Fundación Baskonia y las categorías inferiores de San Viator, una beca le permitió poner rumbo a Barcelona para jugar cuatro campañas en el Segle XXI. De ahí, emigró en 2008 a tierras gallegas para cursar sus estudios de podología y actuar en el Universitario de Ferrol.

La desaparición en verano del histórico Hondarribia guipuzcoano -club por el que había fichado pero que no pudo afrontar el aval de 70.000 euros para competir en Liga Femenina- y el hecho de que no se concretara una oferta procedente de Italia hicieron que en septiembre diese otra vez con sus huesos en Galicia, donde compagina sus intensos entrenamientos a las órdenes de Lino López en un equipo rebosante de juventud con sus obligatorias clases de inglés todos los martes y viernes.

"De momento, solo estoy centrada en el baloncesto. Cuando deje de jugar, me pondré más seria con la podología. Tengo una carrera larga, espero que me falten muchos años. El baloncesto no me va a dar para vivir. A nivel femenino, o eres muy buena o tienes que estudiar para el día de mañana ganarte la vida y tener algo en lo que trabajar, aunque tal y como está hoy en día la cosa...", reconoce la exterior vitoriana, presente en todas las selecciones españolas de las categorías de base. No en vano, ha sido medalla de plata en el Mundial sub-19 de Bangkok (Tailandia) y doble medalla de plata en sendos Europeos sub-20 en Gdynia (Polonia) en 2009 y en Liepaja (Letonia) al año siguiente. Su mejor recuerdo, no obstante, es el oro sub-16 en el Europeo de 2006 en Kosice (Eslovaquia), donde anotó 29 puntos en la final.

Con promedios de 18,5 puntos y 7,5 rebotes por partido, Marta está llamando con fuerza a la puerta de algún equipo de la Liga Femenina. Hace dos jornadas, fue nominada MPV tras conseguir 40 puntos de valoración en uno de los triunfos de su equipo en Extremadura. En su contrato, figura una cláusula liberatoria para poder recalar en un conjunto de la máxima categoría siempre que la oferta llegue antes de Navidades. "Ahora mismo no pienso en que me vaya a salir algo. Si viene, pues viene, pero mi mente no va más allá del próximo partido. Estoy centrada en mi equipo. Nunca se sabe porque también depende de cómo les vaya a los clubes o si hay alguna lesionada. Tengo la ventaja de que Ferrol lo conozco, me trataron bien la anterior vez y es un club serio en los pagos", se congratula esta alavesa, que siempre se autodefine, en tono jocoso, como "la Fernando San Emeterio del Baskonia".