Tuvo que remontar Rafael el pasado año y le tocó hacerlo de nuevo éste. Otra vez ante la magia del Ogueta y nuevamente ante su rival de siempre, su amigo Alvarado, el del club de Zaramaga, al que el domingo venció por 22 a 17 en un frenético partido que coronó al campeón del Provincial de Álava, probablemente el escaparate perfecto para disfrutar de las mejores manos alavesas, que a día de hoy son las de Mikel Rafael y Unai Alvarado. Dos pelotaris, y amigos, bien distintos en el porte y en el juego y a los que la llamada del profesionalismo siempre se les ha mostrado un tanto esquiva. Bien es cierto que Rafael, de 34 años, sí pudo vivir de la pelota un tiempo gracias a Garfe y Frontis, empresas ya desaparecidas, pero Alvarado, probablemente el jugador con más proyección del circuito local, lamentablemente ha asumido dicha resignación a sus 24 años. Una edad, lamenta, "para la que las empresas afirman que ya eres viejo". Sabe bien de lo que habla este espigado delantero, que hace dos años firmó un precontrato con Asegarce, la empresa de Karlos Argiñano, que tristemente no pasó de ahí. Porque ni debutó en el campo profesional ni volvió a sonar el teléfono para participar en los entrenamientos al lado de los mejores. El tren pasó y la oportunidad no pudo pasar del sueño a pesar de que sus cualidades, defiende la cátedra alavesa, le colocan en un escalón superior, por ejemplo, al de muchos jugadores profesionales que actualmente militan en Segunda. "Igual es que no llenaba frontones...", ironiza el vitoriano.

El pasado domingo, en su segunda casa que es el Ogueta, volvió a reivindicarse con uno de esos partidos que aseguran afición y engrandecen la pelota. Perdió ante un sobrio Rafael, cuya experiencia -le lleva diez años- volvió a domar por segundo año consecutivo al nervio de Zaramaga, que pudo haber desequilibrado el partido si no hubiese desperdiciado una ventaja de cuatro tantos con el 17 a 13. Ahí se impuso la veteranía, que es un grado, y la del menudo delantero Rafael, que el domingo desplegó un completo juego con ambas manos y un recital de ganchos al ancho con la izquierda y la derecha, le sirvió para encadenar un soberbio parcial de nueve a cero (22-17) ante el que Alvarado poco más pudo hacer.

El guión del partido se cumplió con total pronóstico y sólo el que menos falló acabó llevándose la txapela. Alvarado interpretó un papel más sosegado y maduro que hace un año, cuando acompañaba cada error con un serial de aspavientos que le sacaban del partido. Desplegó además esa exquisita zurda que lleva de serie aunque se mostró poco resolutivo con el saque y sobre todo demasiado fallón en los cuadros alegres. Y por ahí se esfumaron muchas de las probabilidades de haber resultado campeón, con tantos ganados que incomprensiblemente se dejó escapar.

El papel de Rafael, en cambio, fue mucho más regular, con un juego de menos a más que incomodó a su rival lanzándolo más allá del 7, siempre alejado de la zona de peligro. A ello unió un portentoso físico de piernas que le permitió alcanzar pelotas casi imposibles como el 20 a 17, que levantó una de las mayores ovaciones de la matinal. A esas alturas del partido, el de Zaramaga ya venía lanzado, como los sprinters en línea de llegada. Sólo fue cuestión de tiempo que rematara la faena y se coronase de nuevo campeón. Otra txapela para un excelso palmarés.

No hubo paliativos a la derrota. Ni en el propio Unai ni en su botillero y padre, Félix, que a pesar de reconocer el triunfo de Rafael no podía ocultar en el fondo que el triunfo estuvo cerca esta vez. "Pero nos fuimos del partido y él fue mejor", reconoció a pie de cancha.

Transcurridos los actos protocolarios de entrega de trofeos y demás, el tercer tiempo discurrió en los mimos términos de camaradería y deportividad. Ambos pelotaris compartieron de nuevo vestuario, intercambiaron impresiones y compararon ante este periodista el estado de sus manos tras una batalla a la que ya llegaban tocados desde semifinales, cuando se deshicieron de Miguel Pérez, en el caso de Rafael, y Aspiazu, que cayó rápido ante Alvarado. El resultado, por tanto, fueron manos muy golpeadas después de un sinfín de sotamanos (voleas al aire) que ambos tuvieron que desplegar para contrarrestar el altísimo ritmo al que se jugó el partido. Y de la ducha, al txoko, al de la sociedad Larragorri, en Ariznabarra, donde Alvarado pagó el chuletón y Rafael lo cocinó. Se unió a su fin de fiesta Gorka García, botillero el pasado domingo del campeón y preparador físico habitual de Alvarado.

Futuro en Álava

Tras la estela del 'ciclón' Ogueta

Una coincidencia tan extraña como este propio deporte, capaz de mantener intactos el mismo código y los mismos valores que en su día, en Álava, encumbraron a un mito como Ogueta, cuyo relevo continúa sin aparecer décadas después de su adiós del frontón. Los protagonistas de esta historia a punto estuvieron de emular al ciclón, cruzar apuestas y disputar txapelas, pero no pudo ser. Con la llegada de nuevos bríos a la Federación Alavesa de Pelota se espera que el testigo pueda asumirlo "pronto" alguna de las promesas que estos días pelotean por sus frontones. La cátedra alavesa hace tiempo que se merece un campeón.