LONDRES. La victoria deja a Nadal a un solo paso del objetivo de cerrar la temporada en el primer puesto del ránking de la ATP, lo que conseguirá si gana al menos a uno de sus dos siguientes rivales en el Grupo A del torneo, el suizo Stanislas Wawrinka y el checo Tomas Berdych, o bien si el serbio Novak Djokovic pierde algún duelo en Londres.
Ferrer se enfrentaba hoy no solo al número uno del mundo sino también a la estadística. El sábado se impuso a Nadal tras una racha de nueve derrotas contra él y hoy trataba de ir más allá ganando al mallorquín en dos ocasiones consecutivas, una gesta que el de Jávea solo ha logrado una vez (2007) en los 26 partidos que ambos han disputado desde que eran casi adolescentes.
A favor de Ferrer jugaba el rápido tapete azul del O2 Arena, un pabellón que protege a los tenistas de cualquier ráfaga de viento y es a priori el escenario idóneo para su juego rápido y agresivo, mientras que resulta en cambio más incómodo para Nadal, que se crece en superficies lentas, donde puede medir mejor cada golpe.
En contra del alicantino pesaba el cansancio de su séptima semana consecutiva de competición en el tramo final de la temporada, además del genio de Nadal, capaz de dominar también las superficies duras (conquistó en septiembre su segundo US Open) y motivado para ganar al menos dos partidos en Londres y defender así su primer puesto en el ránking frente a Djokovic.
Los dos españoles anunciaron una batalla equilibrada en los primeros juegos del duelo ante los cerca de 15.000 espectadores que abarrotaban el O2 Arena. Nadal abrió el partido arrebatándole el servicio a Ferrer, que respondió acto seguido imponiéndose al resto.
El duelo era tenso y en las pausas se sucedían los gritos de ánimo a ambos tenistas en español, hasta el punto de que el juez de silla dejaba en ocasiones el inglés para pedir silencio también en ese idioma.
A medida que avanzaba el primer set, Nadal no mostraba las fisuras del pasado sábado en Bercy, y Ferrer en cambio, comenzó a mostrarse agarrotado, las bolas no le obedecían con la precisión habitual y cada punto al resto era un nuevo suplicio para él.
Dos juegos en blanco y una nueva rotura dejaron el primer parcial cuesta abajo para el número uno, que obligaba a su rival a dar bandazos de un lado a otro de la pista y se sacaba además algunos golpes brillantes que terminaban de minar la moral de Ferrer.
Nadal se mostraba prácticamente imbatible cuando su primer servicio iba dentro y atormentaba además al resto a un rival que estaba pagando sus propios errores no forzados, 19 en la primera media hora y 33 al final del partido.
En el segundo set, Nadal fue un vendaval y Ferrer sufrió como si hubieran levantado la cubierta del pabellón londinense. No se había cumplido una hora de juego y el mallorquín ya lideraba por 4-0 el marcador de un set que no dejó escapar.