vitoria. Un ataque de populismo fuera de lugar, innecesario y desde luego desproporcionado en las formas. Así de rotunda fue la respuesta que ayer obtuvo este periódico de los clubes convenidos de la Real Sociedad en Álava, puestos indirectamente en el disparedero el pasado lunes por el alcalde, Javier Maroto, cuando advirtió sin ningún tipo de miramientos que penalizará a todos aquellos clubes que no se encuentren bajo el paraguas del Deportivo Alavés. Aunque no citó expresamente ningún nombre, la amenaza se ciñe exclusivamente a clubes como el Ariznabarra, el Iru Bat y el San Viator, con una relación histórica todos ellos con la Real Sociedad, además de con el Lakua-Vitoria, que depende en este caso del Athletic de Bilbao. A todos ellos, advirtió con cierta condescencia el Alcalde, se les podría anular a partir de ahora la rebaja en el alquiler de los campos municipales donde entrenan y disputan sus partidos, además de modificar las condiciones para su acceso a las ayudas públicas. Un controvertido enfoque no sentó nada bien a las directivas afectadas, entre otras cosas porque todas se enteraron de la noticia a través de la prensa. "Nadie nos ha llamado desde el Ayuntamiento ni desde el Alavés para pedirnos explicaciones y me gustaría poder darlas porque nos estamos viendo metidos de lleno en un follón que ni nos va ni nos viene", sostenía ayer por teléfono Fernando Llamas, el presidente del Ariznabarra, una entidad con una estrutura de 13 equipos, una escuela de fútbol con otros tantos y un equipo femenino. En total, cerca de 400 chavales "que no se merecen pasar por estos disgustos tan desagradables".
Visiblemente sorprendido por la "desproporcionada" respuesta del primer edil, el principal temor del directivo ahora mismo es quedarse sin campo. O lo que es lo mismo, no poder hacer frente a esa supuesta subida del alquiler del campo con la que ha amenazado Maroto a los clubes extranjeros en Álava. "Sería algo dramático sobre todo para las familias, que en estos momentos lo están pasando muy mal y están haciendo grandes esfuerzos para que sus hijos puedan jugar", añadió.
"Aquí hay cosas feas" En esa misma línea se postula Higinio Barrantes, presidente del Iru Bat-Santa Lucía, un modesto club con 220 niños cuya vinculación a la entidad txuri urdin se remonta a hace una década. Cuestionado por la polémica, tampoco el dirigente acertaba ayer a entender el revuelo generado por el alcalde en estos momentos. "Creo que en este tema hay cosas más allá de lo deportivo, marejada de fondo que nos nos gusta nada porque nos quieren tratar como a profesionales, y eso ya cansa. Somos un club de barrio con un fin social y formativo, nada más. Así que no busquemos tres pies al gato", manifestó el directivo.
Al igual que en el caso del Ariznabarra, ni Maroto ni el Alavés se han dirigido a este club de forma oficial para advertirle de las consecuencias de no querer regirse por las directrices albiazules. "Saben que mantenemos una relación histórica con la Real que se renueva año tras año y si quieren que hablemos de integrarnos bajo su paraguas, pues que no los digan, que a mí me da igual uno que otro", insistió con cierto hartazgo Barrantes. El tercer club en discordia es el San Viator, éste sí con campo propio, por lo que sería el único de los tres señalados con menos problemas para continuar manteniendo su relación con el club donostiarra. Caso aparte ya es el Lakua-Vitoria, dependiente del Athletic, entidad con la que el Alavés rompió relaciones la semana pasada. Ningún dirigente de este club ni tampoco desde Bilbao se quiso ayer valorar la advertencia del alcalde. "Mejor que pase el tiempo y se templen los ánimos", señaló un técnico desde el anonimato.