Nueva Delhi. En lo alto del podio de Nueva Delhi Sebastian Vettel juntaba las palmas de sus manos frente a su pecho. Con su cara de niño angelical bien podría parecer el gesto de un monaguillo, pero el piloto alemán trataba de hacer un guiño a los aficionados de un país que solo le ha visto a él ganar sobre el asfalto de Buddh. Námaste. En los tres años que la carrera hindú ha formado parte del calendario de la Fórmula 1, algo que no ocurrirá en 2014, solo Vettel ha sido capaz de escribir su nombre en el palmarés. Ayer, además, fue para abrir un nuevo capítulo en la historia de este deporte, ya que se convirtió en el hombre más joven en ganar cuatro títulos mundiales. Era cuestión de tiempo. Después de la superioridad mostrada por el piloto alemán y por el propio coche, el Campeonato se había convertido en una cuenta atrás para saber cuándo correría el champán en el box del equipo austríaco.
Sebastian Vettel partía ayer desde la pole, pero el destino quiso además que pronto se le pusiese todo de cara. Los primeros metros de la prueba fueron bastante accidentados. Fernando Alonso, el único piloto que en las últimas carreras tenía opciones matemáticas para disputarle el Mundial, partía desde la octava plaza y optaba por una estrategia diferente a la mayoría de pilotos. El asturiano salía con neumáticos medios, pero antes de la primera curva, delante suyo, Mark Webber tenía un pequeño toque con Kimi Raikonen y eso provocó que el Ferrari de Alonso tocase ligeramente con la cola del Red Bull de Webber. El australiano ni se inmutó del percance, pero Alonso perdió parte de su alerón delantero y al segundo giro tenía que entrar en boxes, perdiendo toda opción de pelear por los puestos de honor.
Sebastian Vettel había empezado la carrera con los neumáticos blandos, los más rápidos, pero también con los más desagradables, ya que Pirelli había advertido de que solo eran fiables para 15 vueltas. El alemán, conociendo los problemas de Alonso, se pudo dar el lujo de meterse a boxes en la segunda vuelta para calzarse el compuesto medio y tener un ritmo más constante.
Fue entonces cuando la carrera vivió su fase más alocada, en la que el propio Felipe Massa, quien ya había anunciado que no pondría facilidad a su compañero asturiano, lideró la prueba por unos instantes.
Vettel no tuvo problemas para ir escalando posiciones hasta hacerse con la primera posición. Incluso le ayudó el abandono forzado de su compañero Webber, que alucinó cuando por radio le anunciaban que tenía que parar por problemas de sincronización en la caja de cambios. Por detrás de Vettel terminarían la carrera Nico Rosberg, de Mercedes, y Romain Grosjean, de Lotus, que se subió así por tercera vez consecutiva al tercer cajón del podio. Su carrera fue especialmente meritoria, puesto que había partido desde el décimo séptima posición. Grosjean, además, se benefició de lo mal que le salió a Kimi Raikonen su atrevida apuesta. El finlandés se la jugó con una sola parada para acumular más de 30 vueltas con sus neumáticos duros, pero estos murieron a tres vueltas del final y no pudo evitar terminar en séptima posición.
Alonso, sin puntos Una vez fuera de la lucha por el podio, Fernando Alonso se centró en intentar sumar puntos de cara al Campeonato de constructores, pero no fue capaz de entrar en los puestos de honor. El asturiano no terminaba una carrera sin sumar puntos desde el Gran Premio de Inglaterra de 2010. En esa clasificación Red Bull también consiguió su cuarta victoria consecutiva. La de las bebidas energéticas se convierte en la tercera escudería que gana cuatro títulos consecutivos. Antes lo habían conseguido Ferrari, que ganó cinco con Michael Schumacher entre 1999 y 2004, y McLaren, entre 1988 y 1991.
Sebastian Vettel sellaba su cuarto Mundial tras un año casi perfecto. La de ayer fue la décima victoria de la temporada y la número 36 de su corta carrera. Tal fue su alegría que no dudaba en hacer girar su coche sobre sí mismo en la recta de meta tras terminar la carrera. El gesto le costó a su equipo una multa de 25000 euros. Pero merecía la pena. La humareda creada con los neumáticos fue celebrada con locura por más de 3500 aficionados en su localidad natal de Heppenheim.
"Es uno de los mejores días de mi vida", decía Vettel tras la carrera, "si miramos los números y estadísticas que hemos hecho en los últimos cuatro años es increíble". El piloto alemán, a quien muchos tachan de arrogante, quiso repartir el mérito del triunfo con sus compañeros de Red Bull: "No soy egoísta, no tomo todo el crédito. Es muy especial, hemos trabajado duro para hacer este coche más rápido. El coche va al límite". Lo que nadie sabe es dónde está su límite. Ya tiene cuatro mundiales y solo 26 años.