Dos caídas de Márquez, una gaviota a bordo de la Yamaha de un Lorenzo que con ella incrustada en su carenado firmaba la pole y el récord del circuito, un tornillo maldito que se escapaba de la Honda de un Pedrosa que a punto estaba de pagarlo caro, una carrera que se rebajaba en vueltas y se denominaba flag to flag ('bandera a bandera': en este caso programada a 19 vueltas en lugar de a 27 y sin poder superar con los mismos neumáticos diez vueltas, o sea, había que cambiar de moto antes de rebasar el décimo abrazo a Phillip Island) debido al riesgo de unos calzos Bridgestone con hiperdegradación... Las jornadas previas a la carrera del Gran Premio de Australia, antepenúltima estación del tren mundialista de MotoGP, han sido inquietantes por lo extraordinario de los acontecimientos y porque se aproxima el desenlace del curso. De modo que el resultado de la prueba dominical solo podía ser asombroso. Quizás, lo que nadie, ni tan siquiera un Lorenzo en su versión más optimista, podía imaginar. El caso es que a Márquez le valía con sacar 8 puntos de diferencia a Lorenzo en Australia para proclamarse el campeón del mundo más joven de la historia, pero lejos de su empeño, de su imaginario, todo se puso patas arriba para el rookie -que a pesar de todo no deja de sonreír-. Ajeno de responsabilidad, fue descalificado y ahora cuenta con el flaco margen de 18 puntos sobre un revitalizado Giorgio, que sueña despierto desde ayer.
La excepcionalidad no lo fue, sin embargo, en la salida, donde Lorenzo fue una vez más el disparo más potente y certero de la ráfaga de MotoGP. Como de costumbre, las Repsol Honda buscaban frenar el impulso del mallorquín, quien antes logra rodar más rápido, y cazar su rebufo. Giorgio llegó a cobrarse medio segundo de renta, aunque al amparo del riesgo que supone no dar tiempo de calentamiento a las enigmáticas gomas. Todo se fraguaba a su antojo, hasta que un susto anuló su ventaja y Márquez recuperó la estela de su Yamaha. Y ahí el chico comenzó el marcaje a su presa, el análisis a virtudes y defectos de su más directo rival. Se afilaba los dientes. Dani era entre tanto sigiloso espectador de corta distancia, al acecho, y Rossi, como habitualmente, se fajaba tras el tridente destacado con Crutchlow y Bautista.
Corría el giro 8 y 3/4 en el cuentavueltas y Dani tomó la iniciativa de cambiar de moto para cumplir con las normas modificadas para la carrera, que dictaban que nadie podía permanecer en pista con los mismos neumáticos más de 10 vueltas. Precisamente en esa frontera de 9 y 3/4, Lorenzo hizo lo propio. En ese mismo instante, en el que el mallorquín enfilaba el pasillo de los garajes apurando la ventana de margen, Márquez seguía en pista quedando descalificado. Su equipo interpretó mal los cambios impuestos por la Dirección de Carrera y señalizó erróneamente a Márquez en su pizarra. Cambió de moto en la vuelta 10 y 3/4: bandera negra. "Ha sido un gran error. Pensamos que esa vuelta 10 también entraba dentro, pero se ve que no, pero bueno, ha sido un fin de semana con bastante confusión, pero lo más importante y con lo que me quedo es que estábamos luchando por la victoria", diría Márquez.
Si bien, previamente se vivió un percance que actualizó la memoria. Reverdeció lo ocurrido en Malasia o Jerez y que tiene visos de futuro. Se volvió a propiciar un beso entre los carenados de Márquez y Lorenzo.
En el momento en que Marc se incorporaba a la pista tras su cambio de máquina, Lorenzo, que reconocería haber entrado más abierto en esa curva 1 que en anteriores pasadas, impactó con Márquez en la disputa por el liderato de la carrera. Ambos coincidieron en milésima y lugar en el trazado, y ninguno aflojó en valentía y asunción de riesgo. Márquez, que accedía a la pista por el exterior del ángulo, salió perdiendo. Se vio desplazado y cayó a la tercera plaza en beneficio de Pedrosa.
Pero Dani también fue penalizado por rebasar la velocidad en la entrada a boxes y tuvo que ceder una posición. La ganó Márquez, que volvió a ser segundo y seguido fue descalificado. Así, todo quedaba visto para sentencia. "Ha sido una carrera caótica y un poco loca", juzgó un incrédulo Lorenzo, que "donde antes teníamos un 1, 2 o 3% de posibilidades (de reeditar su título) ahora tenemos un 20, 25 o 30%". El regalo, un dulce halo de emoción, fue de Honda, que posterga a Japón su candidatura, donde si gana Márquez, Lorenzo deberá ser segundo. Aleix Espargaró, mientras, se coronó campeón de las CRT.