Gasteiz. La revolución tranquila dentro de las empresas de mano profesional ha cristalizado un poco más este verano, una época en la que, de nuevo, los primeros espadas de las empresas han sido los dominadores. Como es el caso de Aimar Olaizola y Juan Martínez de Irujo, con una importancia capital en materia económica, de venta de entradas y de festivales, que además han tenido, desde que se enfrentaran en la final del Manomanista, unas semanas ajetreadas y exitosas. La presencia de los dos buques insignia ha sido determinante, pero también las de Abel Barriola, protagonista enorme siempre; Mikel Beroiz, un seguro que suma victorias y kilómetros; Oinatz Bengoetxea, la alternativa; Mikel Urrutikoetxea, una perla cuya sombra es enorme ya; Mikel Idoate, la sorpresa agradable de Logroño; y David Merino, que está de vuelta.

El delantero de Goizueta ha ganado tres torneos de siete por parejas y todos ellos con zagueros distintos: el novedoso de Biarritz, con Mikel Beroiz; el de Bilbao, con Abel Barriola; y el Ciudad de San Sebastián, con Jon Ander Albisu. Asimismo, en sus piernas acumula el trote de cuatro finales. Solo perdió la de San Fermín. Sin duda, es el delantero más laureado de las últimas doce semanas; sin embargo, la lesión del bíceps izquierdo le impidió entrar en San Mateo y dar un último zarpazo al verano. Por otro lado, Irujo arrancó en vena y desatado, fresco y con golpe, pero en las últimas citas solo ha brillado en lo alto del podio de Lekeitio. Ganó San Fermín con Barriola ante Aimar y Beroiz, y antes ya se había llevado la txapela de la jaula navarra. Repitió con Abel en los Sanantolines, otra vez contra Beroiz, que estaba acompañado por Urrutikoetxea. Ha perdido otra final, la de La Blanca. Oinatz Bengoetxea asomó como alternativa a los grandes delanteros del momento desde Vitoria. En el Ogueta fue un torbellino con Beroiz, ante Irujo y David Merino, quien sería su compañero en la victoria del domingo en San Mateo. Después de un Parejas intermitente en ataque pero formidable en defensa, el delantero leitzarra encontró su mejor versión en las semanas previas a la cita riojana. Deslumbró en ataque. "Tiene las ideas frescas", decían desde Asegarce. Es decir, que la inspiración fluía en el travieso puntillero navarro. Al llegar a San Mateo, con Merino II mostró sus garras, pero también una versión de él mismo más segura y sobria.

Grandes 'secundarios' Sin embargo, después del lustre de los focos, las mejores noticias estuvieron en los aparentes actores secundarios, que se rebelaron. El regreso del genial Abel Barriola, con la misma ambición después de 15 años, a la élite ha sido gradual, pero con un golpe brutal encima de la mesa. No estuvo fino en el Parejas, pero ha cuajado uno de los mejores veranos de su carrera, si no el mejor. Tres dentelladas, San Fermín, Bilbao y Lekeitio, y un intento de revuelta en San Mateo. Todo salpimentado de un juego espectacular. Otro que ha regresado ha sido David Merino. Sus zarpazos del domingo son buena muestra de que está en la buena senda. No ha sido un buen curso para él, pero le ha dado la vuelta. Se coronó en casa y cayó en San Sebastián.

Mikel Beroiz, por su parte, ha sido el único en dar la réplica a Abel en los cuadros largos. El estilo todoterreno del huartearra le ha reportado jugar cinco finales e imponerse solo en dos, pero siempre ha estado ahí. Presente. Luchador.

La revolución viene de la mano de dos manomanistas de Asegarce que están pidiendo paso: Urrutikoetxea e Idoate. Han alcanzado una final cada uno y no han llegado a vencer, pero las sensaciones son buenísimas. El vizcaíno ha crecido en parejas y su compañero de empresa, también. Hay futuro. Siempre que han estado bajo la luz de los focos, han cumplido con creces. Y llega el Cuatro y Medio...