Vitoria
ben Johnson y Carl Lewis caminaban hacia el puesto de salida ante la mirada de las miles de personas que abarrotaban el Estadio Olímpico de Seúl. Los dos eran los mejores velocistas del momento y los únicos que entraban en las quinielas para llevarse la medalla dorada. Era el gran día, el 24 de septiembre de 1988, y el trono de la velocidad estaba en juego. El oro en los Juegos Olímpicos buscaba a su nuevo dueño. Los numerosos duelos anteriores entre el canadiense de origen jamaicano y el Hijo del viento ya no importaban. El mundo estaba expectante ante lo que iba a ocurrir en esos 100 metros sobre el tartán coreano. Una de las pruebas más importantes del momento, que se convirtió en una de las más significativas del atletismo. La carrera más sucia de la historia.
Un evento esperado durante muchos días, que se solucionó en 9,79 segundos. Johnson sorprendió a propios y extraños al vencer con una superioridad abrumadora a todos sus rivales. Desde el pistoletazo de salida, el canadiense se colocó en cabeza y ya nadie pudo hacerle sombra, ni el mismísimo Hijo del viento pudo acercarse a su estela y Ben cruzó la meta levantando el dedo índice. Apuntando al cielo, al Olimpo del atletismo. Su nuevo lugar después de lograr el oro y la mejor marca de todos los tiempos.
Pero la ascensión a los cielos del canadiense fue igual de rápida que su descenso a los infiernos. 48 horas después de su gran victoria, el COI comunicó el positivo por estanozolol, un esteroide anabolizante, de Johnson y el héroe del momento se convirtió en el gran villano y tanto su propia delegación, como sus compatriotas repudiaron la acción del que hasta hace pocas horas fue el gran ídolo nacional.
Al principio, Johnson negó todas las acusaciones, alegando que tomó unos medicamentos para recuperarse de un desgarro sufrido meses antes de los Juegos. Pero las pruebas eran claras y los numerosos testimonios, como el de su entrenador Charlie Francis, no pararon de salir. Superado por la presión, el canadiense finalmente decidió confesar su culpabilidad. El preparador de Johnson llegó a decir que le pareció llamativo que el atleta diese positivo por estanozolol, cuando él prefería utilizar el furazabol, otro tipo de esteroide. Un escándalo que sirvió para abrir una investigación -denominada caso Johnson- y para que se produjera un cambio de normas dentro de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF).
Una carrera marcada Con la descalificación de Johnson, Carl Lewis fue proclamado vencedor. El estadounidense ya había acusado durante el Mundial de Roma de 1987 al canadiense: "Aparecen corredores que hasta hace poco no existían y ahora nos ganan". Aquella queja del que parecía un mal perdedor, guardaba dentro de sí algo de verdad. Pero Johnson no fue el único atleta de aquella final relacionado con el dopaje, años más tarde, seis de los ocho corredores habían estado involucrados en ello. El caso más sonoro fue el de Carl Lewis. En 2003, Sports Illustrated publicó unos documentos que probaban positivos de más de cien atletas, entre ellos, el Hijo del viento.
La caída de Johnson no acabó aquel 24 de septiembre de 1988. Tras su reaparición, el canadiense fue sancionado de por vida tras dar positivo en 1993 y la IAAF le eliminó de su historial. A partir de ahí, el atleta se dedicó a eventos benéficos y fue el entrenador personal de Diego Armando Maradona, en 1997, y de Al-Saadi Ghadafi, hijo del dictador libio, que intentó ser futbolista y fue despedido del Perugia por dar positivo por nandrolona. 25 años más tarde, Johnson volvió al lugar de los hechos, con una actitud completamente diferente y lanzó un mensaje: "No hagan trampas, no tomen drogas en el deporte". Un error que él cometió y que un cuarto de siglo después, sigue siendo su "castigo".
De héroe a villano en 9,79
El 24 de septiembre de 1988 Ben Johnson venció en la final de los 100 metros en los Juegos Olímpicos; 48 horas después, su positivo salió a la luz
Arriba, Ben Johnson supera a sus rivales en la final de los 100 metros de los Juegos Olímpicos de Seúl. En el centro, el estadounidense en su vuelta al Estadio Olímpico. Foto: EFE