El Milan busca un tutor que reconduzca el comportamiento de Mario Balotelli, un futbolista con problemas de conducta, descontrol y a menudo polémico. Foto: afp
"¡ay el fútbol! Culturalmente es más pobre que otros deportes, más escéptico y refractario sobre la necesidad del entrenamiento psicológico como elemento de una preparación integral del deportista", suspira Joshe Abando, psicólogo deportivo de larga y reconocida trayectoria, cuando asiste desde la distancia al enésimo capítulo protagonizado por Mario Balotelli, que se encaró al árbitro a la conclusión del duelo del Milan-Nápoles, partido en el que fue expulsado por doble amonestación. Balotelli, exaltado, amenazó, lacónico, al árbitro: "Te la haré pagar". Fue el accidentado epílogo del díscolo delantero en una derrota en la que falló un penalti, el primero de su carrera. Ese suceso inesperado, -había cantado bingo en los 26 lanzados hasta la fecha- desfocalizó a Balotelli, un volcán, un futbolista de enorme potencial, en ocasiones genial y en otras tantas intrascendente salvo por sus ocurrencias, extravagancias y cortocircuitos mentales. "Está claro que le falta autocontrol. No es capaz de dominar sus emociones y lo que hace es perjudicial para él, pero también para su equipo", explica Imanol Ibarrondo, exfutbolista profesional y director de Incoade, una empresa dedicada al coaching que trabaja, entre otros, con deportistas profesionales para potenciar sus carreras desde el crecimiento personal.
Considera Ibarrondo que "eres lo que haces" y que sin control mental, sin una psiqué debidamente preparada, un jugador puede convertirse en una "bomba de relojería". El madridista Pepe evoca, sin duda, esa idea de futbolista desbocado, excesivo, fuera de sí en ocasiones. Balotelli no es Pepe, pero a ambos les une el descontrol, la volatilidad. Sobran los ejemplos. "Principalmente ese tipo de reacciones se producen porque se pierde el control, porque el jugador no sabe asumir las consecuencias frente a algunas situaciones y no encuentra soluciones ni respuestas adecuadas", discurre Abando.
El Milan las pretende para Balotelli. Apagado el feo altercado en la bocana del túnel de vestuarios de San Siro, en el Milan, cansados de las salidas de tono de su estrella, buscan un remedio que atempere al futbolista y lo reubique: un antídoto para Supermario, la kryptonita que le serene el ánimo, un modo de desactivar la carga. A la espera de la sanción definitiva (el currículo de Balotelli acumula 24 partidos de sanción, 60 tarjetas amarillas y 6 rojas, en los clubes que ha militado: Inter, Manchester City y Milan) en el club rossonero tratan de que un tutor, figura presente en las categorías inferiores del club, sea capaz de guiar la carrera del joven punta, un diamante tan bello como repleto de aristas. "La reacción del Milan responde a un estado de emergencia, pero tenía que haber llegado antes. Cuando antes se tratan estas cuestiones, mejor", enfatiza Ibarrondo.
Lo de Balotelli y sus excesos no es nuevo, tal vez sí lo sea la respuesta del Milan. La biografía del delantero está salpicada de demasiados párrafos que trasladan desde tiempo atrás el mismo mensaje. "Necesitaba un trabajo transformador anterior, en la etapa formativa, pero siempre hay tiempo. Un futbolista, no lo olvidemos, es un persona, y necesita preparar la mente del mismo modo que entrena para mejorar la zurda. La parte psicológica es fundamental en el desarrollo de las personas. Y un futbolista no es un robot", describe el experto en coaching. Ese pensamiento es compartido por el psicólogo deportivo. "No se puede pretender que el futbolista responda como un autómata", añade Abando, quien fuera coordinador del Servicio de Psicología Deportiva del Athletic. "Se trata de crecer, de ser mejor persona y para eso es necesaria la implicación y el compromiso de la persona en cuestión. El que te ayude un profesional no te garantiza la mejoría. La persona tiene que implicarse en el proceso de evolución", desgrana Ibarrondo sobre uno de los pilares básicos para que la transformación sea exitosa. "Esta clase de comportamientos se pueden corregir si se trabajan adecuadamente, existen técnicas para ello, pero requieren tiempo, seguimiento, perseverancia, pero ante todo, ganas de transformación".
"El entrenamiento psicológico no es un capricho, aunque algunos puedan entenderlo como algo superfluo y un gasto", advierte Abando. Ocurre que, sobre todo, en el mundo del fútbol y su coraza de viejas costumbres, un ecosistema en el que de entrada se rechaza lo distinto, lo arriesgado o lo novedoso, el campo de la psicología no se ha explorado suficientemente aunque algunos clubes apuestan por ello en las etapas formativas. Resulta más complejo adentrar el entrenamiento mental entre la elite. "Todo lo que tiene que ver con el aspecto mental tiene cierto sesgo peyorativo. El fútbol no escapa a esa visión, que no deja de ser una creencia. Nada que ver con la realidad", relata Abando.
Tan ancestral, tan refractario, tan uno de los nuestros, el fútbol se agarra en exceso a la tradición y aún balbucea el aspecto psicológico. Recuerda Abando con una sonrisa que en su época en el Athletic "más de uno me decía que no tenía problemas, que no estaba loco, que no necesitaba un psicólogo. Sucedía que unían la idea de la psicología con su vertiente clínica". Los profesionales de esta disciplina son vistos con reticencias, como seres extraños, ajenos al planeta fútbol. Una percepción que se acentúa entre los directivos o ntrenadores, "que en ocasiones creen que perderán poder por no manejar toda la información", argumenta Abando, que entre los médicos o los preparadores físicos, profesionales que sintonizan más porque reconocen sus competencias y la incidencia de su labor en el desarrollo integral de un futbolista. "En otras disciplinas, la figura del psicólogo no se cuestiona, incluso se reclama, porque se entiende que son profesionales que ofrecen herramientas y técnicas para mejorar el rendimiento del deportista al igual que un preparador físico, un médico o un entrenador", indica Abando.
el cuarto elemento El factor mental cotiza al alza en el deporte profesional, un hábitat en el que la presión, un factor, "más interior que exterior aunque se suele hablar de la presión de fuera hacia dentro", dice Ibarrondo, es una constante y la competencia un lobo feroz con los incisivos afilados. Dispuesto a hacer presa. Por eso el "refuerzo" psicológico estima Joshe Abando debe entenderse como un ingrediente más en la coctelera en la que se mezclan el resto de habilidades y destrezas que se adquieren gracias a la preparación durante años. "El entrenamiento tiene que ser integral. No solo se tiene que entrenar el aspecto físico, técnico y táctico. El psicológico debe estar presente constantemente". El problema, en numerosas ocasiones, es que se descuida el factor mental. Existe una tendencia a extraerlo de la ecuación con demasiada facilidad, como si el aspecto mental, conectado con lo emocional, no tuviera incidencia en el rendimiento del deportista. Sin embargo son pocos los deportistas que no se agarran a él para explicar sus actuaciones, sobre todo, cuando éstas no responden a las expectativas. El "me pudo la presión" es una constante, una especie de mantra, algo así como el refugio de los competidores. "Si se pretenden deportistas más autónomos, que sepan dar respuestas y hallar soluciones a situaciones inesperadas, de alto estrés o presión y no se potencia el modo de hacerles frente esa persona es mucho más vulnerable y por lo tanto, menos competitiva", disecciona Joshe Abando. "Es que", abunda Ibarrondo sobre el peso del factor mental en el correcto desarrollo del individuo, "por ejemplo, la presión, una idea que siempre está presente en el deporte como elemento desequilibrante, ya sea para bien o para mal, es un componente más, como pegarle con la zurda". Afirman ambos expertos que un deportista puede superar factores como la ansiedad, el estrés, el miedo o la presión con la debida preparación psicológica. En buena medida el entrenamiento psicológico, el aprendizaje de cómo es uno mismo, está dirigido para poseer un mayor control emocional, que a su vez alimenta un rendimiento más productivo. "Todo está unido. Cuanto más crezcas como persona, mejor deportista serás", atribuye Ibarrondo.
el papel del entrenador Para la consecución de esos objetivos, Abando opina que la labor de los entrenadores, además de la de los profesionales de la psicología deportiva, resulta básico. "En la práctica los entrenadores están mucho tiempo en contacto con los futbolistas. Por eso en ocasiones es mejor que un técnico conozca técnicas y métodos de entrenamiento psicológico para aplicarlos sobre la plantilla. Su efecto resulta multiplicador y es muy beneficioso para el desarrollo del grupo". El técnico del "ordeno y mando" está desfasado, es una figura obsoleta, según Imanol Ibarrondo. "Eso de humillar, gritar por gritar, mandar en lugar de argumentar resulta contraproducente porque los jugadores necesitan líderes, no jefes que les intimiden o les amenacen. Así no se consigue ni compromiso ni implicación, únicamente obediencia. De esa manera es imposible que un equipo rinda con convencimiento y se supere".
El hilo argumental del que tira Ibarrondo sirve para enrollar el reciente despido de Paolo Di Canio, que descarriló como técnico del Sunderland víctima de su despotismo y descontrol. La plantilla, cansada de su trato vejatorio, de sus constantes humillaciones, se amotinó y dio la espalda al técnico, un personaje muy polémico. El dueño del club inglés optó por cesar al preparador por su comportamiento con los jugadores. También José Mourinho asistió a una reacción similar de sus futbolistas durante su caótico último curso en el Real Madrid. Los jugadores, hartos de la constante presión a la que les sometía Mourinho, devorado por su propio personaje, extenuados frente a sus cada vez más delirantes exigencias (que iban desde dinamitar la relación con los jugadores del Barça hasta la búsqueda de los filtradores de los asuntos de vestuarios) dejaron de creer en él. "Ningún entrenador puede pretender tener soldados", dibuja Ibarrondo, convencido como Abando de que el descuido mental está detrás de muchas de las reacciones intempestivas de los deportistas y de sus propósitos de enmienda.
en busca del entrenamiento integral el factor psicológico
El central Pepe ha protagonizado numerosos incidentes debido a sus 'cruces de cables' y entradas a destiempo. El pateo a Casquero le retrató. Foto: efe
Paolo Di Canio ha sido cesado en el Sunderland por el trato vejatorio y humillante al que ha sometido a su plantilla
Ibarrondo afirma que los técnicos del "ordeno y mando" ya no sirven y que el jugador necesita "un líder, no un jefe"