Vitoria. Fernando Alonso suele obtener mayor botín del que Ferrari puede ofrecer en cuanto a productividad. Sus manos son un valor añadido al volante. En la noche del Gran Premio de Singapur proyectó esa luz que viaja en su interior. Nuevamente asistió a su gran obra maestra dominical, volvió a ser esa fábrica de sueños que persigue prolongar su supervivencia como candidato al título de la Fórmula 1. "No teníamos buen ritmo, así que había que inventar algo", diría. Pero nada de lo que viene haciendo el asturiano es suficiente, aunque se trate de maniobras propias para congelar en el frigorífico de los anales del mundo del motor, como ayer, con un cuádruple adelantamiento por el exterior de la Curva 1 del circuito urbano de Marina Bay. Un increíble que le dejó tercero después de largar desde la séptima pintura de la parrilla. Un suspiro que permitió a Alonso verse en el podio y espoleado anímicamente acerca de la posibilidad de remontada -llegaba a Singapur con 53 puntos de desventaja en el Mundial-, pero para entonces, cuando alzó la vista hacia el horizonte, en otro suspiro -se cuenta que en Singapur hasta cuesta respirar, como se vio con Webber, abriendo su visera aprovechando una visita al pasillo de garajes para oxigenar-, o sea, consumida ya una vuelta, Vettel rodaba a prácticamente dos segundos de un Nico Rosberg que era el jamón de un sandwich de aspirantes a la corona.
Tal es la frustración que genera Vettel que en dos abrazos de los 61 programados para achuchar Marina Bay, Rosberg, cazador con prismáticos, de extrema distancia, recibía mensajes de ánimo de su box. Como si se hubiera finiquitado una comida con el primer entremés. Un prólogo fulminante, aunque Rosberg llegó a arrebatar a Vettel la primera plaza en el primer recodo, y en el segundo, el poleman, sin concesiones, recuperó la ventaja cobrada el sábado. Asumió el mandato y la ruptura del viento. "La salida ha sido terrorífica", diría, muy a pesar de su goce; en el segundo ángulo ya todo marchaba a pedir de su boca.
El tricampeón alemán era un azote. Irrisorio. Un inventor de impotencia. Una mina antimoral. El ritmo ofertado por el germano, sin especulaciones de campeón, gestiones informáticas o cuestiones de fiabilidad y resistencia, podría haberle conducido a intentar doblar a todos. Como una aspiradora. Pero Seb está a otras porque, a pesar de que revitaliza el contexto de ese binomio piloto-coche monopolizador de la F-1, no comenzó el curso tan sobrado como otros y lo primero es abrocharse el campeonato. No en vano, desde su garaje radiaron la necesidad de prudencia. Apenas se habían agotado cinco vueltas y su renta era de 6 segundos. "Puede entrar un safety car en pista -lo que había sucedido en cada una de las ediciones, cinco anteriores, de este gran premio-, conserva gomas", le advertían sus estrategas. Vettel mordió su ambición y atendió. Se reprimió y hubo razón en su garaje. Sucedió.
El coche de seguridad entró en pista en la vuelta 25 por accidente de Ricciardo, futuro compañero de Vettel y que ayer anecdóticamente fue quien reseteó la carrera para anular las aplastantes diferencias del absolutista líder germano. Alonso aprovechó entonces para realizar su segundo cambio de neumáticos, lo que le hizo caer hasta la quinta plaza, pero con ello optimizaba su condición con calzos nuevos, a diferencia de los cuatro pilotos de delante, con solo una parada llevada a cabo: Vettel, Rosberg, Webber y Hamilton. El panorama se encendía alentador para el asturiano y en Ferrari, entre tanto, se veían soñando despiertos. Si es por lo que ocurre dentro del taller y en los despachos de ingeniería, no era el lugar merecido, aunque así ha venido siendo a lo largo de la campaña, donde Alonso es quien arroja vida a la esperanza. Pero ocurre que cuanto mayor es la necesidad en Ferrari, más implacable se muestra Red Bull, que encadena tres victorias consecutivas y campa a sus anchas más que nunca antes esta temporada. La destreza humana no es bastante tesoro para ser competencia; ayer el remiendo se hizo con una mezcolanza entre aptitudes de Alonso y una estrategia impecable, pero la mecánica fue vaga como lo viene siendo e insuficiente para opositar a victorias, que sería lo único válido para otorgar vida a un Mundial que se antoja soporífero en su desenlace porque Vettel lo ha adormecido.
VETTEL VUELVE A LAS ANDADAS En el giro 30 se relanzó la prueba. Pero en esta segunda oportunidad de convertir en mortal a Vettel tampoco hubo coartada, compasión o chance. El alemán era Bolt, Merckx, Alí o Jordan sobre cuatro ruedas. Todopoderoso, sin dobleces, sin fisuras, jerárquicamente autoritario, más que en ninguna otra cita este 2013. Cada vuelta consumida era una pegatina de dos segundos impregnada con cola de contacto. Bajo esta proporcionalidad creció el germano: 16 segundos en 8 vueltas; 20 en 10... Hasta la friolera de que en 15 vueltas obtuvo el margen suficiente para realizar un pit-stop -en este trazado se invierten casi 30 segundos-, su segundo, y volver a mandar ante Alonso, que sacó partido de su certera elección estratégica, al igual que Kimi Raikkonen, que, zarpando decimotercero, se veía tercero tratando de poner el candado el podio.
Y Vettel seguía echando paladas de tierra sobre tumba ajena. Una lluvia de segundos que caía como lava para la competencia de la F1. Si bien, la recompensa obtenida no fue fiel respecto al reflejo de lo acontecido. Vettel amplió su renta de 53 puntos sobre Alonso a 60, pero incluso más destacable es deshojar una carrera del campeonato y, más trascendente aún, la impresión proyectada por el alemán y su monoplaza, unas sensaciones de superioridad abrumadora, de rivalidad inexistente. Insultante. El germano combina en su escalada calidad y cantidad. De hecho, ya ha doblegado a Alonso y con 33 victorias es el cuarto piloto de todos los tiempos en cuanto a número de entorchados se refiere, a rebufo de Senna (41), Prost (51) y Schumacher (91).
"El auto está fantástico, no es casualidad que estemos arriba", dijo vencedor a sus 26 primaveras. "Estoy sin palabras, honestamente. Fue una carrera increíblemente buena", añadió. Para otros el consuelo era obligado a tenor de las sensacionales actuaciones. "Tenemos que estar contentos", sumaría Raikkonen, desde el tercer escalón; "el podio tiene sabor a victoria", rezaría Alonso -que se vio apercibido ayer por llevar a Webber a su garaje después de que el Red Bull se rompiera-, segundo y que cada domingo ve ante sí una mayor fortificación y con visos de inexpugnable. Es el castillo de Vettel, construido por siete victorias esta temporada, allí donde dormita la esperanza rival, cuyos sueños tienen cabida, cada vez menor, en las seis carreras restantes del curso.
La cabeza de carrera, con Vettel al mando, supera la Curva 3, donde Alonso ya rodaba en tercera posición en el circuito de Marina Bay. Foto: efe
Alonso acerca a Webber a su garaje tras la carrera. Foto: afp
clasificaciones
gran premio de singapur
1. Sebastian Vettel (Red Bull) 1h.59:13,132
2. Fernando Alonso (Ferrari) a 32,627
3. Kimi Raikkonen (Lotus) a 43,920
4. Nico Rosberg (Mercedes) a 51,155
5. Lewis Hamilton (Mercedes) a 53,159
6. Felipe Massa (Ferrari) a 63,877
7. Jenson Button (McLaren) a 83,354
8. Sergio Pérez (McLaren) a 83,820
9. Nico Hülkenberg (Sauber) a 84,261
10. Adrian Sutil (Force India) a 84,668
mundial de pilotos
1. Sebastian Vettel (Red Bull) 247 puntos
2. Fernando Alonso (Ferrari) 187
3. Lewis Hamilton (Mercedes) 151
4. Kimi Raikkonen (Lotus) 149
5. Mark Webber (Red Bull) 130
6. Nico Rosberg (Mercedes) 116
7. Felipe Massa (Ferrari) 87
8. Romain Grosjean (Lotus) 57
9. Jenson Button (McLaren) 54
10. Paul di Resta (Force India) 36
mundial de constructores
1. Red Bull 377 puntos
2. Ferrari 274
3. Mercedes 267
4. Lotus 206
5. McLaren 76
los datos
l Abandonos: Romain Grosjean (Lotus), vuelta 37, y Daniel Ricciardo (Toro Rosso), en la 23.
l Promedio del ganador: Los 155,425 kms/h de Vettel.
l Vuelta rápida: La 46 de Vettel en 1:48.574 a 167,940 kms/h.
l Líderes: Vettel (de la 1 a la 61).
l Próxima carrera: G. P. de Corea, el 6 de octubre.
gran premio de singapur