ITALIA Cinciarini (8), Belinelli (16), Aradori (17), Datome (11) y Cusin (4) -cinco inicial-, Gentile (25), Rosselli, Vitali (3), Poeta, Melli (2) y Diener.

ESPAÑA Rubio (2), Calderón (5), Fernández (4), Claver (5) y Gasol (32) -cinco inicial-, Rodríguez (18), Llull (5), San Emeterio (4), Mumbrú (4) y Rey (2).

Parciales 24-12, 13-25, 8-19, 25-14, 16-11.

Árbitros Lottermoser (ALE), Rocha (POR) y Mogulkek (TUR). Eliminaron por faltas a Belinelli y Cusin por parte de Italia.

Estadio Stozice Arena de Ljubljana.

España jugará los cuartos de final del Eurobasket de Eslovenia y aún conserva intactas sus opciones de reeditar el título continental que obtuvo en las dos últimas ediciones del torneo, pero las sensaciones que arroja el equipo de Juan Antonio Orenga resultan desalentadoras. El combinado español hace gala de una ingenuidad insultante, le tiemblan las piernas cuando llegan los momentos de la verdad. Ayer, ante Italia, en un partido en cierto modo intrascendente, el señalado por todos como principal aspirante a hacerse con el oro volvió a perder un envite que tenía ganado. Tras haberse sobrepuesto a un mal inicio y sacando partido a la evidente superioridad de Marc Gasol en la pintura, el combinado español logró amasar una renta de 15 puntos (45-60) mediado el tercer cuarto que se antojaba definitiva ante un oponente talentoso pero irregular, corto de efectivos y muy superado en el cuerpo a cuerpo cerca de los aros. Pero la ventaja voló, el partido se apretó y, como ya viene siendo habitual, España se deshizo en los momentos de la verdad.

El equipo parece espiritualmente tan inconsistente como verde su técnico, cuyas rotaciones resultan en demasiadas ocasiones imposibles de explicar o entender. En el tercer duelo con final incierto, volvió a hincar la rodilla. Sólo el tesón de los croatas, que unas horas antes hicieron lo imposible y tuvieron que disputar dos prórrogas para tumbar a Grecia, salvó al vigente campeón del torneo de la eliminación prematura. Podría decirse que esa falta de tensión influyó en la manera de enfocar el encuentro ante los italianos, pero el desarrollo de los acontecimientos mostró a una España que quiso pero no pudo o supo obtener un triunfo que habría ayudado a encarar con menos incógnitas el primer cruce.

El pésimo arranque de partido se tradujo en un primer cuarto en el que Italia gozó e hizo daño desde el triple (24-12). Las cosas cambiaron cuando Orenga movió el banquillo. Con la segunda unidad, bien liderada por un Sergio Rodríguez inspirado, el equipo español recobró la compostura y equilibró el electrónico para llegar con un empate al descanso.

Italia, corta de efectivos, con Datome algo apagado, vivía del triple y de la inspiración de sus histriónicos exteriores. Aradori, Gentile y Belinelli (58 puntos entre los tres) causaban muchos problemas con su movilidad a las defensas alternativas que estableció Orenga, pero los transalpinos sufrían mucho más para frenar a un Gasol soberbio.

La superioridad del jugador de los Grizzlies, que acabó con 32 puntos y 10 rebotes, parecía suficiente para decantar la balanza, sobre todo cuando Cusin, el único pívot de Italia, se marchó con cinco faltas al banquillo. El equipo de Pianigiani, ya sin nada que perder, impuso la anarquía. Sin ataduras, con cinco jugadores muy abiertos, fue recortando hasta que el marcador se ajustó a falta de segundos para el final. Pudo matar Sergio Rodríguez desde la línea de tiros libres, pero falló los dos y Datome, renacido y aprovechando el desconcierto y la ingenuidad de una defensa española que esperaba el triple, forzó una prórroga en la que todo se tiñó de azul. España aún puede ganar el oro, está claro. Pero con este nivel de ingenuidad y falta de madurez para afrontar los momentos calientes, también se puede despedir en cuartos de un torneo en el que, por ahora, ha ofrecido más motivos para la duda que para la confianza.