Llegando a Madrid, acercándose a la despedida, a Jorge Azanza y a otros ciclistas de Euskaltel se les ocurrió que no sería mala idea que todo el equipo entrase tirando del pelotón en La Castellana, un homenaje reservado al líder y sus fieles gregarios. Por eso preguntaron al equipo de Horner, el RadioShack donde corre Markel Irizar, un tipo encantador y elegante, buen ciclista y mejor persona -"gracias a ese equipo, a Miguel Madariaga, he podido estar pudiendo defender el maillot rojo de Chris Horner, y eso no lo olvido nunca", dijo luego el guipuzcoano-, que escuchó lo que le pedían y sin dudarlo un momento vino a decir que qué menos que eso, que lo hablaba con su gente, pero que estaba hecho. Así que cuando corrían ya bajo la sombra de los rascacielos de Madrid, Euskaltel-Euskadi se colocó al frente del pelotón y se dio un homenaje. El último en la Vuelta. Tras veinte ediciones consecutivas, no la correrá más. Desaparece.

Lo fue pensando Igor Antón cuando le tocó dar su relevo. Sintió con más fuerza que nunca antes que el viaje se acababa y se puso a recordar. Dicen que cuando mueres, la mente emite el cortometraje de tu vida en un minuto. En ese tiempo, más o menos lo que duró su relevo, al escaldor vizcaino, que encarna como antes encarnaron Laiseka y otros la esencia de Euskaltel-Euskadi, se le apelotonaron las imágenes en su mente de soñador. Se vio en la Vuelta de hace tres años, la que iba lanzado a ganar antes de tropezar camino de Peña Cabarga, y luego, a Nieve en Cotobello, a Samuel en el podio en 2007 y 2009, y al asturiano llorando bajo la muralla de Pekín con el oro olímpico colgado al cuello, y a Roberto en el Tour, y en la Vuelta y en otros sitios, y a Mayo, y a Zubeldia, a casi a todos, y a él mismo en el Zoncolan sacando de rueda a Contador, y también entrando en Bilbao para lograr la victoria de su vida... Luego se apartó, dejó de tirar y le tocó a otro. Pasaron todos por ese minuto. Recordaron. Como recordaron después sobre el podio, frente a la fuente de Cibeles, todos juntos recogiendo el aplauso al mejor equipo que nunca antes en su historia había recibido en una grande.

"Es la mejor foto de despedida que podíamos imaginar", dijo Antón, que, como Euskaltel de la Vuelta, se despide él del maillot naranja para siempre. No lo volverá a vestir en competición porque se coge vacaciones. Para. "Llevo 91 días de competición esta temporada y toca descansar para pensar en la siguiente", dijo sin saber muy bien aún qué le deparará el futuro, aunque su destino más probable es la nueva estructura de Fernando Alonso que, a falta de cerrarse el acuerdo para la compra de Euskaltel, ya ha anunciado que desea respetar los contratos vigentes de catorce de los corredores, entre ellos el del vizcaino, que, a su vez, desea quedarse. "Ha sido subir al podio", siguió su relato Antón, "y sentir la alegría y el orgullo de haber logrado algo que para nosotros es tan importante -Euskaltel-Euskadi nunca antes había ganado por equipos en una grande-. Y, a la vez, la tristeza por la despedida de un equipo que empezó siendo pequeñito en 1994 y ha llegado tan lejos, hasta este podio por ejemplo y muchas más cosas grandes que hemos conseguido, con esa filosofía tan especial que nos ha hecho diferentes y queridos. Quizás, como solía decir Miguel -Madariaga- algunas veces, incluso se ha valorado lo que proponía este equipo más fuera que en casa, pese a la afición, que es un lujo verla ahí en la cuneta, siempre, pase lo que pase, como la vimos el sábado en el Angliru".

En la mejor foto de despedida que podía haber imaginado Antón, están todos los integrantes de la Vuelta. Desde Igor González de Galdeano, mánager del equipo, pasando por Gerrikagoitia e Isasi, los auxiliares, mecánicos, corredores... Todos. "Y la pena es que no estén los que no han corrido la Vuelta", lamenta el vizcaino, que es de los que aún no se hace a la idea de que Euskaltel-Euskadi pueda estar contando las últimas carreras que le quedan de existencia -se despedirá definitivamente en el Tour de China-. "Esto es como muchas otras cosas en la vida, que ahora no nos damos mucha cuenta de lo que está pasando o de lo que supone la desaparición de este equipo y será con el tiempo cuando nos demos cuenta de lo que hemos perdido", reflexiona Antón, que habla más del sentiemiento que de las victorias, del valor de hacer que un equipo de vascos, la versión ciclista de los once aldeanos que ganaron al Madrid de Di Stefano en el Bernabéu, corriera el Tour y fuese respetado, querido y admirado en el pelotón. "Y todo eso lo valoras más ahora que se está acabando que cuando lo hemos podido disfrutar. Hemos hecho cosas tan grandes, tan sensacionales, que este equipo será recordado como uno de los grandes de la historia, como el Kas o la Once", dice Igor Antón, que piensa que no pasará mucho tiempo para que la gente eche de menos a Euskaltel. "Será nada más sintamos el vacío. Seguramente en la primera carrera todos nos extrañemos de no ver ningún maillot naranja en el pelotón y entonces entenderemos mejor que nunca lo que hemos perdido".

Samuel, emocionado Un equipo de vascos, hasta la pasada temporada que se abandonó esa filosofía y se perdió el espíritu como si, sin saberlo, se fuese apagando y muriendo, en la que se hizo ciclista Samuel Sánchez, "uno de los nuestros, se hizo corredor aquí y ha sentido como ninguno lo que significaba este equipo", dice Antón. Samuel es uno de los que lloró ayer sobre el podio de Madrid. "Nos despedimos desde la alegría, pero ha sido inevitable que al subir al podio se escapara alguna lagrimilla", reconoció el ovetense, que, como Antón, hechó la vista atrás y recordó "los años maravillosos que hemos vivido todos juntos, los grandes momentos que hemos afrontado, sobre todo, como una familia".

Del podio de ayer es de lo que más orgulloso se siente Gerrikagoitia, el director de Euskaltel más longevo, diez temporadas, ahora que el futuro pinta tan incierto para todos. "No sabemos lo que pasará", dice el vizcaino. "Lo único de lo que estoy seguro, es de que ya no será lo mismo", piensa Antón, orgulloso como Gerrikagoitia de haber "dejado al equipo ahí arriba". En el podio de Madrid desde donde se despidió ayer para siempre de la Vuelta.