Dominique Wilkins es uno de los grandes jugadores de la historia que no ha conseguido ganar el anillo de la NBA. Sin embargo, sí logró otra de las cumbres de un baloncestista: ser campeón de la Euroliga. En 1995, con 35 años, no recibió buenas ofertas de la NBA y decidió emprender la aventura en Europa. Se incorporó al Panathinaikos, el club que quería romper la hegemonía del Olympiacos en Grecia. Bozidar Maljkovic dirigía al conjunto heleno y no fue extraño que las personalidades de ambos chocaran a cuenta del sentido del trabajo. Pero, a la hora de la verdad, Wilkins respondió como lo que era: una estrella. En la Final Four de la Euroliga de 1996, disputada en París, su ciudad natal, el Panathinaikos se proclamó campeón y el alero estadounidense fue elegido MVP después de anotar 35 puntos y coger 8 rebotes en la semifinal ante el CSKA Moscú y lograr 16 puntos y 10 rebotes en la final ante el Barcelona, un partido que quedó para la historia como el del tapón ilegal de Vrankovic a Montero que impidió ganar a los azulgranas. Dominique Wilkins tuvo otra experiencia europea dos temporadas después en el Teamsystem Bolonia, pero con menos éxito.