andorra. En la cima de La Gallina solo había cuerpos encogidos, ojos blancos como si les hubieran disparado con hielo y caras llenas de arrugas. La de Valverde era una. Su voz temblaba de frío cuando le pidieron que dijese algo. Hablaba como en un telegrama. "Dura por el tiempo". "Hemos pasado frío". "Iba mareado". "Para arriba bien; las bajadas, duras". No articulaba palabra el murciano hasta que se secó, se cambió, se quitó el frío del cuerpo y dejó de tiritar. Su voz también entró en calor para hablar de un día inhumano, el peor que recuerda sobre la bicicleta y, tras contar su odisea para salvar la etapa, advertir que hoy vuelven a tener un infierno por delante. El de ayer en Andorra. O peor. Anuncian el mismo tiempo invernal, pero los ciclistas deberán soportarlo durante más tiempo. Son 240 kilómetros y se suben La Bonaigua (2.090 metros), Balés (1.770) y Peyragudes (1.570). Allí ganó Valverde el año pasado en el Tour.

Los partes meteorológicos anuncian 20 grados al pie de los puertos y 8 de mínima en las cotas más altas. Hay quien, pese a reconocer el sufrimiento de los corredores con ese frío que se mete dentro y ya no se puede sacar, con lo que seguir montado en bicicleta se convierte en una cuestión de resistencia al dolor, no cree ni siquiera planteable la suspensión de la etapa o parte de ella porque este escenario está lejos aún de los días de nieve y hielo de la Volta de 2012.