Estepona. "Llega nuestro terreno", dicen Gerrikagoitia y Galdeano casi al unísono el viernes, antes de meterse en la montaña andaluza que es para su equipo, Euskaltel, como la tierra prometida, el lugar donde purgar las penas de un inicio de Vuelta torcido por aquel accidente de Samuel en el Monte da Groba que le borra de la lucha por la general. Y están en lo cierto. Peñas Blancas, la montaña, su terreno, reanima al conjunto vasco que anda irremediablemente triste y melancólico por lo de su destino fatal. Para salir de ahí, nada como lo de ayer. Estar tan cerca de ganar y ver a Antón tan convencido de poder hacerlo. "Ha sido una pena de la leche", lamentó el vizcaino cuando desenredaba el descenso de Peñas Blancas camino del hotel junto a la playa, el masaje terapéutico, la cena reponedora y el sueño para seguir creyendo en un triunfo de etapa. "Había calculado", prosigue, "que podía llegar atacando a esa distancia, antes de que los favoritos arrancaran. Y hubo un momento que pensaba que ganaba, pero, claro, es difícil luchar contra todo un grupo en una subida como esta que no me va tanto". El rendimiento de Antón, de todas maneras, solo le sorprende a él porque en el equipo ya sabían que su condición era buena, que tenía piernas y físico, porque había recuperado bien después del Tour y que solo le faltaba creer y centrarse. "Esto solo es reflejo de lo que ya sabíamos: que el equipo está bien", apunta Gerrikagoitia. "Lo de Samuel el primer día fue duro de asumir, pero siempre hemos sido optimistas y ahora tenemos razones para ello porque hemos visto a un muy buen a Antón y a un Samuel que ha mejorado", abunda el director del equipo naranja. El asturiano, que sigue pensando en estar arriba en la general pero seguro que disparará a alguna etapa, se dejó ayer apenas 40 segundos.