cáceres. A veinte kilómetros, Tony Martin, la paliza en el cuerpo de un día entero corriendo solo por los campos de Extremadura, estaba cazado. Tenía veinte segundos de ventaja. Y menos de eso a diez, a las puertas de Cáceres. "Entonces pensé que tenía que acelerar para mantener el pulso con el pelotón. Pero no fue hasta que faltaban tres kilómetros y veía que no me cogían cuando pensé que ganaba. Si hubiese sido el final más llano lo hubiese logrado, pero al menos ha sido emocionante para los aficionados y yo no podía ir más rápido". Le derrotó Cancellara, su rival natural en las cronos. "Pero lo que ha pasado es algo especial. Me di cuenta tras cruzar la meta, todo el mundo quería hablar conmigo. Aunque fue agridulce, me sentí como un ganador, pero si hubiese tenido un poco más de suerte? La línea entre hacer algo genial y perder es muy estrecha en este deporte. Pero me sentí genial delante del público al recibir el premio a la combatividad. Nunca había hecho nada igual, una escapada tan larga? Lo recordaré durante mucho tiempo", zanjó.
"Esa es la grandeza de Tony", dice su director Jan Schaffrath. "Siempre ve el lado bueno de las cosas. Sabe que ha hecho algo grande y pese a que ha estado tan cerca de ganar se queda con eso". Schaffrath bromeaba ayer con el resultado del alemán en la etapa. Fue séptimo. Y dice el director que ese es su mejor resultado de siempre en un sprint. "Nunca antes había hecho entre los diez primeros", se sorprende como se sorprendió al escuchar por la radio que un corredor de su equipo se había escapado nada más pasar el kilómetro 0 cuando las órdenes claras eran trabajar para que Meersman pelease en el sprint que ganó Morkov. "Aún así, estoy contento. Tony habría ganado si la etapa hubiese tenido quince metros menos, pero más importante es comprobar que está bien, que conserva esa mentalidad que le ha hecho luchar por ganar hasta el último metro. Días como hoy son más beneficiosos para su cabeza que para sus piernas de cara al Mundial contrarreloj", reflexiona.