VITORIA. Contextualizando, Rickie Lambert es un cazador de goles que en 2009 recaló en el Southampton inglés. Con The Saints (Los Santos), el delantero ascendió desde su llegada dos categorías en las siguientes dos temporadas, para el curso pasado llegar a disputar la máxima competición, la cúspide de la Premier League, en la que Lambert se convirtió en el máximo goleador inglés de la Liga con 15 dianas en el año de su debut en la cima de las divisiones inglesas. Hasta ahí, una historia de triunfo que resultaría común de no ser por la etapa posterior en la vida de Lambert, para quien había un precioso destino preparado.
Ahora bien, antes, Lambert, un chico de Liverpool que no encontró cobijo en los reds tras formar parte de las filas inferiores del primer equipo, marcó goles en cada una de las otras tres divisiones inglesas. Blackpool, Macclesfield Town, Stockport Country, Rochdale y Bristol Rovers fueron hogares para Lambert antes que Southampton. Con la escuadra de Bristol, el artillero sacudió la red en 51 ocasiones después de 128 comparecencias; con The Saints, a la sombra en la línea de ataque de Mathew Le God Le Tissier, el Dios balompédico del club que dio origen a los colores rojiblancos del Athletic, lleva registradas la nada desdeñable cifra de 94 dianas en 171 lances.
El último de sus goles fue el anterior sábado, el 17 en el calendario, el día en el que se estrenó la presente temporada de la Premier League. Un tanto desde el punto de penalti que se vio en soledad en el marcador, para conceder el triunfo al Southampton en el minuto 90 de su visita al West Brown Albion. Un disparo desde los once metros que hace sobrevivir a su récord de 32 goles en otros tantos intentos. Eficacia plena. La divinidad Le Tissier colgó las botas tras 16 campañas castigando redes con 49 penales anotados en 50 lanzamientos. Es su guía en este recorrido vestido de santo, una figura cuasipapal para el bueno de Lambert.
wembley se rinde a sus pies Rickie recorre un pasaje de fantasía dentro de su ciclo futbolístico de la vida. Pero es que el día más emocionante de su carrera deportiva llegó precisamente esa misma semana pasada de inauguración de la Premier, cuando, citando aquí que Lambert cuenta con 31 años, debutó con la camiseta de Inglaterra. Un tardío bautismo internacional que, sin embargo, dejó la más bella de las facturas, el desenlace que todo hijo de vecino querría para sí: Lambert saltó al terreno de juego desde el banquillo a 23 minutos del pitido final para hacer el tanto de la victoria. Se alzó para conquistar con su presencia el cenizo cielo inglés -la imagen sobresaliendo rodeado de contrarios es imponente- y de un potente testarazo sentenciar la confrontación. Un cabezazo triunfal para asestar el 3-2 definitivo en el luminoso del magistral estadio de Wembley, allí donde los sueños se plasman en realidad. Vale que el encuentro era un partido amistoso, aunque decir amistoso frente a Escocia y con los tiempos que corren para el combinado inglés -la inclusión de Lambert en la convocatoria despertó ácidas críticas acerca del presente y el nivel futbolístico que acontece en Inglaterra, en una Liga que no deja de reclutar foráneos como refuerzos- es una ingenuidad, pero es que seis días antes, cuando conoció que viajaría como miembro de la selección inglesa, su mujer dio a luz a su tercer hijo. El carromato del destino venía cargado de gratas sorpresas para este humilde ariete natal de Kirkby.
"Ha sido la mejor semana de mi vida y de mi carrera", confirmaría el propio Lambert, que antes que goleador internacional o pichichi nacional fue embotellador en una fábrica de remolacha con un honorario de 20 dólares por jornada laboral. "Admiro a Lambert porque ha sabido llegar al éxito a través del camino más duro y complicado", reconocía el seleccionador inglés Roy Hodgson, justificando la inclusión de Lambert en su listado de futbolistas internacionales. Quién sabe si a Lambert le ha llegado su momento a la edad de los 31, quién sabe si Hodgson tiene planes de grandeza reservados para él, quién sabe si formará parte de la nómina para el Mundial de Brasil 2014 o si esto es fruto de un día, una semana o un mes. Lo único que sabe el desconcertado Lambert es que atraviesa el episodio más satisfactorio de su vida, una fantástica historia de ídolos erigidos desde los bajos fondos para terminar besando los cielos.