VITORIA. JOSEAN Querejeta lo ha vuelto a hacer. No hay un presidente en el panorama continental con su asombrosa capacidad para recaudar lo que no está en los escritos con la, ya no tan dolorosa, marcha de sus estrellas. La masiva desbandada de grandes jugadores que viene sufriendo de un tiempo a esta parte el Baskonia, algo que incluso ha asumido con naturalidad y sin apenas rechistar su sufridora afición, añadirá en breve a un nuevo inquilino cuando el Fenerbahce acepte pagar más de un millón de euros por Nemanja Bjelica.

El balcánico se convertirá en el último de una lista interminable que empezó a verse poblada de clientes allá por 2002 nada más consumarse el, hasta ahora, único doblete de la historia del club. El Valencia, dispuesto a hacerse un hueco entre los grandes en su época de mayor bonanza económica gracias al mecenazgo de Juan Roig, tiró la casa por la ventana para hacerse de una tacada con Dejan Tomasevic y Fabricio Oberto, por entonces dos de los pívots más imponentes del Viejo Continente que contribuyeron a escribir una de las páginas más brillantes.

Con el paréntesis del verano de 2003, donde el escaparate azulgrana apenas ofreció productos de calidad, la NBA empezó a causar estragos al fijar sus enormes tentáculos en el Buesa Arena. Andrés Nocioni, que había impactado a los scouts de Chicago con actuaciones estelares como la del Palaverde de Treviso que posibilitaron el primer billete para una Final a Cuatro, emprendió rumbo a la mejor liga del mundo en 2004 previo pago de más de tres millones de euros. El mismo camino fue seguido un año más tarde por Arvydas Macijauskas (New Orleans Hornets) y José Manuel Calderón (Toronto Raptors) en sendas operaciones que también dejaron suculentos ingresos en las arcas.

El ya clásico puente negociador entre el Baskonia y el Barcelona, convertido en una pequeña sucursal alavesa, comenzó a dar sus frutos con el traspaso de Roko Leni Ukic en 2006. El irreverente base croata, el enésimo negocio redondo del presidente, recaló en el Palau para buscar la gloria que se le resistió en Vitoria, pero su deseo quedó en agua de borrajas después de una elevada inversión del ogro catalán.

Tras varios veranos persiguiendo con ahínco el gran sueño de su carrera, un icono como Luis Scola -posiblemente el mejor jugador con que ha contado el Baskonia en toda su historia- fue el siguiente en decir adiós. Su astronómica cláusula de rescisión no fue en 2007 un obstáculo para que los Rockets sellasen la llegada del excepcional ala-pívot argentino, que también dejó más de tres millones de euros en la caja.

Otro gigante continental, el CSKA, no podía ser menos a la hora de sucumbir a la consumada habilidad negociadora de Querejeta. Zoran Planinic, el elegante base croata que no terminó de desplegar toda su magia en el Buesa Arena, emigró a tierras rusas dejando en 2008 un considerable reguero de euros. Su compañero en la dirección, Pablo Prigioni, protagonizó al año siguiente uno de los culebrones más conflictivos que acabó por granjearle durante mucho tiempo la enemistad de la hinchada azulgrana. El argentino expuso su deseo de unirse a un proyecto teóricamente ganador como el del Real Madrid y le costó un buen pellizco a los directivos blancos. El Baskonia perdió sus servicios y los de Vidal, pero a cambio recibió medio millón de euros y a uno de los escoltas más codiciados en aquel momento como Brad Oleson.

En 2010, al poco de liderar el asalto a la tercera ACB de la historia, le llegó el turno a Tiago Splitter. El poste brasileño emigró a los Spurs abriendo un boquete de dimensiones gigantescas en la zona. Sin su espigada figura, el equipo vitoriano contabiliza tres años de continuas decepciones. Stanko Barac y Esteban Batista, sus dos herederos en 2011 que a la postre firmaron un rendimiento repleto de sombras, acabaron con sus huesos en el Anadolu Efes propiciando un respiro de alivio en las oficinas de Zurbano. Ese verano, Marcelinho Huertas constituyó otras operación redonda con su marcha al Barcelona a cambio de dos millones de euros.

La última marcha sonada corresponde en 2012 a Mirza Teletovic, que puso rumbo a los Brooklyn Nets. Sin olvidar lo recaudado por Brad Oleson con su desembarco en la Ciudad Condal, otro balcánico como Nemanja Bjelica será el siguiente en hacer cuadrar los números rojos habituales de cada año.