atletismo dopaje

Asafa Powell (izquierda) y Tyson Gay (centro) han recurrido a las sustancias prohibidas en un intento de alcanzar el nivel de Usain Bolt. Foto: efe

beñat gutiérrez

Ben Johnson, el legendario atleta involucrado en uno de los escándalos de dopaje más sonados de la historia del atletismo, dijo una vez que la única forma de eliminar las sustancias dopantes era poner todos los récords del mundo a cero. Más de veinte años han pasado desde que el velocista canadiense efectuara tan atrevida sentencia y cada cierto tiempo saltan a la palestra nuevos positivos que parecen dar la razón a Johnson. Las marcas han seguido bajando cuando parecía que el ser humano había alcanzado sus límites y las sanciones a figuras de la élite se han seguido produciendo con asiduidad. El último affaire se ha producido esta misma semana y ha salpicado a dos de los cuatro hombres más rápidos de la historia en la prueba del hectómetro, quizá la más mediática de la pista, Asafa Powell y Tyson Gay.

"El dopaje es, en parte, consecuencia de la sociedad hipócrita en la que vivimos", explica Orkatz Beitia, el vasco que más rápido ha corrido los 100 metros lisos. "Hay atletas que entrenan siete días a la semana pero como no baten récords no salen en ningún sitio", lamenta el ondarrutarra, ahora retirado de la competición y ejerciendo como entrenador.

El resultado del control a Tyson Gay ha caído como una bomba en el mundo del atletismo. Gay, un hombre capaz de correr en 9'69 segundos y poseedor de las dos mejores marcas mundiales de la temporada, era la gran esperanza de la velocidad estadounidense para arrebatarle el oro al todopoderoso Usain Bolt en los mundiales que se celebrarán el próximo mes en Moscú. La temporada del de Kentucky, en la que por fin se había mantenido alejado de las lesiones, le colocaba en una buena posición para lograr la hazaña. Ahora, con su ausencia, unida a la de Powell por otro positivo y la de Blake por lesión, todo hace indicar que sobre el tartán moscovita se verá un paseo del plusmarquista mundial Usain Lightning Bolt. Los americanos pondrán toda su confianza en Justin Gatlin, que ya cumplió una sanción por dopaje en 2006.

Para Beitia, los deportistas suelen seguir un guión común en lo que se refiere a su actitud respecto al dopaje: "Salen criticando a los dopados antes de que les pillen y después les vemos justificándose o llorando". No le falta razón al atleta vasco, al menos por lo visto en el caso Gay. El estadounidense formó parte de una campaña contra el dopaje promovida por la federación de su país en la que el velocista afirmaba que corría limpio por su "fe en la justicia" y porque su madre le "mataría". Tras el resultado del control, Gay mantuvo un discurso incoherente en el que a la par que decía no haber ingerido nada ilegal "voluntariamente", admitía un error y prometía "asumir la sanción".

Lo que más preocupa a los aficionados son los positivos de los atletas jamaicanos, cinco esta semana incluyendo tres velocistas. La pequeña isla ya había dado con anterioridad corredores rápidos, Ben Johnson había nacido en la isla caribeña aunque competía bajo bandera canadiense, pero no ha sido hasta la última década cuando se ha convertido en la primera potencia mundial en pruebas de velocidad. Desde la eclosión de su generación de oro, los triunfos del deporte jamaicano han sido analizados con lupa y han tenido que convivir con la sombra de la sospecha. El positivo de Verónica Campbell abrió la caja de los truenos y ahora los de Asafa Powell, Sherone Simpson y Nesta Carter han encendido a los críticos. La isla vive las pruebas de velocidad con auténtica devoción, con el convencimiento de que tras el reggae, la velocidad de sus atletas es lo que les distingue en el mundo y no dan crédito al positivo de uno de su héroes nacionales, el ex plusmarquista Asafa Powell. "A ver si no aparece ninguna figura más en Jamaica, porque eso sería un desastre para el atletismo", comenta Beitia.

La carrera más sucia No sería la primera vez que las más rutilantes estrellas del tartán ven sus nombres ensuciados por un asunto de dopaje. Quizá el caso más emblemático sea el de la final de los 100 metros lisos de los Juegos Olímpicos de Seúl, en 1988, una carrera que retrata a la perfección una época en la que el dopaje estaba más que extendido entre los velocistas. En la pista se iba a producir un enfrentamiento entre dos titanes, El Hijo del viento Carl Lewis y Ben Johnson. El canadiense voló sobre la pista y marcó un registro estratosférico para aquel tiempo: 9'79 segundos. Era el récord del mundo, una marca asombrosa que nunca se llegó a ratificar puesto que 48 horas después, en plena madrugada, el COI lanzó la noticia bomba: los esteroides habían empujado a Johnson durante la prueba. La final de Seúl se recuerda como la más sucia de la historia porque solo dos de los ocho participantes no tuvieron nunca problemas con el dopaje: Calvin Smith y Robson Da Silva.

Más cerca queda el Caso Balco, en el que se vio implicada la dominadora de las pruebas femeninas Marion Jones. Tras confesar, Jones fue desposeída de todos sus títulos. Tampoco se encuentran libres de toda sospecha las plusmarcas mundiales de Florence Griffith-Joyner en los ochenta. Su prematura muerte, producto de un repentino ataque al corazón a los treinta y ocho años, no hizo sino arrojar más dudas sobre la limpieza de sus registros. La erradicación del dopaje no se vislumbra en el horizonte. "Hay mucho interés porque haya resultados, es la pescadilla que se muerde la cola", sentencia Beitia.

Dopaje a máxima velocidad

Los positivos de Powell y Gay a un mes del Mundial manchan los 100 metros lisos, la prueba más mediática del atletismo

Dopaje de velocistas

l Seúl 88. Seis de los ocho participantes implicados en dopaje.

l Florence Griffith-Joyner. Sus récords están bajo sospecha. Falleció de un ataque al corazón a los 38.

l Caso Balco. Escándalo en el que cayó la campeona de los 100 metros Marion Jones.

"El dopaje es resultado de la hipocresía de nuestra sociedad", se queja Orkatz Beitia

Tyson Gay llegó a ser protagonista una campaña de lucha contra el dopaje