Barcelona. La cara de Jordi Roura lo decía todo. Cabizbajo y con la mirada clavada en el suelo, el segundo entrenador del Barcelona ocupó su lugar en la primera fila de asientos de la sala de prensa de la Ciudad Deportiva Joan Gamper. Carles Puyol, el gran capitán del equipo, se sentó a su lado y le palmeó cariñosamente la espalda. Pero Roura no se inmutó. No articuló sonido alguno. Y así, en silencio, la mano derecha de Tito Vilanova certificó con su serio semblante los malos presagios que rodearon a la esfera blaugrana desde que se notificara la urgente rueda de prensa del presidente Sandro Rosell: Tito había recaído en su enfermedad. Delante de todos los jugadores de la primera plantilla que se encuentran ya en plena pretemporada y con apenas tres horas de margen desde el anuncio de su comparecencia, el más alto mandatario culé se colocó frente a los micrófonos, ante una sala de prensa repleta, ansiosa. A su lado, su director deportivo, Andoni Zubizarreta, se limpiaba el sudor de la frente. Ambos se miraron, Rosell se aclaró la garganta con una tos nerviosa, tomó un sorbo de agua y, cuando el murmullo de la sala cesó por completo, puso palabras a la pesadumbre de Roura: "Después de evaluar de los resultados de las pruebas rutinarias del seguimiento realizadas esta semana a Tito Vilanova, se ha presentado la opción de poder realizar un tratamiento para seguir controlando su enfermedad que será incompatible con su labor como responsable del primer equipo de fútbol a partir de ahora".

El secreto a voces por fin se revelaba de forma oficial. En apenas tres minutos de una comparecencia que no admitía preguntas, Rosell pidió "máximo respeto" para la intimidad de Vilanova "en el proceso que empieza" y miró al futuro con optimismo: "La vida continua, evidentemente esto es un golpe durísimo para el Barcelona, pero este club ha recibido ya muchos golpes y siempre se ha repuesto a todos. Y este no va a ser una excepción", dijo el presidente blaugrana. De esta forma, con el banquillo del primer equipo vacío, la principal pregunta es sobre la identidad de su próximo ocupante, una incógnita que el mandatario culé trasladó hasta la semana que viene: "Durante los próximos días, probablemente la próxima semana, el vicepresidente deportivo, Josep María Bartomeu, y nuestro director deportivo Andoni Zubizarreta os presentarán al nuevo entrenador que sustituirá a Tito Vilanova", dijo el presidente en una rueda de prensa convertida en un anuncio por la ausencia de preguntas. Y después de esos tres minutos plagados de palabras, Rosell desapareció de la sala de prensa cerrando el ciclo de Tito en el primero equipo del Barça.

Tras pasarse a la sombra de Pep Guardiola, como su segundo entrenador, los cuatro años más gloriosos de la historia blaugrana, Vilanova se convirtió en el primer recambio del club catalán para Pep Guardiola por "preparación, cualificación, capacidad, compromiso, valores, juego e idea", tal y como explicó Zubizarreta cuando le presentó el pasado abril como máximo responsable de la planilla del Barcelona. Y ahora abandona sus funciones en el club de su vida. Su reto es hacer frente a un cáncer de glándula parótida que se le diagnosticó a finales de noviembre de 2011 y que le mantuvo en Nueva York, apartado de su trabajo durante gran parte de la temporada. A la segunda recaída, Vilanova ha decidido que su salud, su vida, es más importante que dirigir el equipo de sus sueños en una temporada en la que podía volver a ganarlo todo.

Tras la corta comparecencia de Rosell, las palabras de apoyo hacia Vilanova y el deseo de su pronta recuperación no han tardado de aparecer. El propio Athletic, a través de su cuenta de Twitter: "Ánimo y toda la fuerza desde el Athletic para Tito Vilanova".

Suspendido el viaje a Gdansk La noticia de la marcha de Tito Vilanova por una recaída de su enfermedad tuvo efectos inmediatos en las previsiones de pretemporada del primer equipo. Además de la cancelación del entrenamiento de la tarde de ayer, el Barcelona ha decidido suspender el viaje a Gdansk, la localidad polaca escogida como escenario del primer partido de pretemporada que el conjunto culé debía de disputar en la tarde de hoy. "Hemos estado hablando con todos los jugadores en el vestuario y hemos decidido no ir a jugar a Polonia porque no hay ánimos para hacerlo", explicó Sandro Rosell.