1º Marcel Kittel (Argos-Shimano)4h49:49
2º Mark Cavendish (Omega Pharma)m.t.
3º Peter Sagan (Cannondale)m.t.
4º Alexander Kristoff (Katusha)m.t.
5º Roberto Ferrari (Lampre-Merida)m.t.
15º Egoitz García (Cofidis)m.t.
GENERAL
1º Chris Froome (Sky)47h19:13
2º Alejandro Valverde (Movistar)a 3:25
3º Bauke Mollema (Belkin)a 3:37
4º Alberto Contador (Saxo-Tinkoff)a 3:54
5º Roman Kreuziger (Saxo-Tinkoff)a 3:57
15º Mikel Nieve (Euskaltel-Euskadi)a 8:04
La etapa de hoy, 13ª: Tours-Saint Armand Montrond, 173 kms. ETB-1 y Teledeporte.
El Tour fue tantas veces un desafío a la lógica -miren Poulidor queriendo dejar de ser la sombra de Anquetil, miren Fuente y Ocaña embistiendo como carneros y chocando contra Merckx una y otra vez, miren a Herrera, a Fignon, a Lemond esperando el declive de Hinault, miren a Chiappucci mirándole a los ojos a Indurain después de cada nueva derrota, miren todas esas historias de cabezotas que glorificaron el Tour- que ahora que todo eso ocurre de nuevo, Froome que domina como un campeón clásico, como un Indurain fuerte en la montaña y el mejor contra el reloj pero al revés, un grupo de rivales, todos, se empeñan en desmentir lo que ven, lo que les dice la clasificación cuando se acuestan por la noche y ojean internet. Niegan como niegan los niños cuando no les gusta lo que hay. Y, testarudos, dicen que no es así, que el Tour no es este que viene estos días en los periódicos -el palo de Froome en Ax 3 Domaines y el nuevo golpe en Mont-Saint-Michel-, sino el que está por llegar, el que espera este domingo en el Ventoux y su leyenda de pájaras y desplomes, pero sobre todo, en los terribles Alpes de la última semana.
Bjarne Riis, que le ganó el Tour del 96 a Indurain y luego reconoció que acabó con el mito del navarro cargado de EPO y ahora dirige a Contador, es de los que cree que nada de lo que ha pasado es relevante realmente, como si confundiera los minutos con segundos, como si no supiera lo mucho que cuesta recuperar lo perdido en el Tour y como si obviara que rara vez, alguna sí, una verdad tan contundente como la que ha mostrado Froome deja de serlo unos pocos días después. Lo que viene a decir Riis es que es lo mismo estar a un minuto, que a dos, que a tres o que a cuatro, porque el planteamiento es el mismo en cualquiera de los casos. "Aún tienes que atacar". Y, no lo dice, pero también tener fuerzas para ello.
Energía como la que transmite Nairo Quintana, el colombiano que ha irrumpido en el Tour con tanta frescura que él solo con su juventud, 23 años, parece capaz de romper la carrera con su pedalada alegre en la montaña. Unzue dice que se puede creer en él, aunque nadie sabe la manera en la que va a responder cuando llegue la tercera semana porque es algo que está por descubrir, pero que se puede creer aún más en Valverde, que tiene las piernas de siempre, buenas y fuertes, pero que ahora tiene, además, la cabeza fría y asentada que no tuvo antes y, ya lo sabe Unzue, es requisito fundamental para triunfar en el Tour. "Es otro Alejandro, mejor, más completo como ciclista", dice Unzue, que también habla de otro ciclismo, de uno más inesperado donde ya no hay máquinas que nunca fallan, sino hombres que a veces se dejan vencer por el sufrimiento como si quisiera recordar que incluso Merckx desfalleció una vez en el Ventoux.
Froome, de todas maneras, no parece de esos. Sus demostraciones son cada vez más contundentes. Es el mejor en la montaña y el mejor de los favoritos contra el crono, capaz de discutir la victoria de etapa a Tony Martin en un recorrido llano con viento a favor en el que el keniano llegó a hacer un kilómetro en 55 segundos, a 65 por hora. "Chris", dice Kerrison, el gurú de la preparación, "es capaz de desarrollar la misma cantidad de vatios en una crono llana como la de Mont-Saint-Michel que en cualquier montaña".
Eso es lo que genera tanto desánimo. "Como esto siga así, el segundo va a quedar a diez minutos", piensa Patrick Lefevere, uno de los que no quiere creer como no cree Poulidor, que, además, no se explica cómo el día que lograron aislar a Froome en los Pirineos el Movistar y el Saxo Bank le hicieron la carrera al líder, y al pensar tanto en ello estos días llega a la conclusión el viejo Pou Pou de que piensan ya, rendidos, en cómo hacer para ser segundos en París, una crítica paradójica del eterno segundón.
A los que piensan como Lefevere y Poulidor les desmiente Contador. "El Tour no se ha acabado". Y lo dice en francés para que se entienda bien. "No vamos a renunciar así como así. Tenemos muchas cosas que hacer aún", reafirma a su líder Riis, "y volveremos a aislar a Froome a ver qué pasa".
A eso se agarran. A la soledad del líder. A volver a crear un escenario como el de la última etapa de los Pirineos que no quisieron, no supieron, no pudieron aprovechar. Esas teorías se sustentan en la debilidad inopinada del Sky, en que ya no asusta. "No siembran el miedo de otras veces. No son la máquina que manejaba el Tour el año pasado", celebra Dan Martin, el sobrino de Roche que ganó la etapa de la soledad de Froome en los Pirineos. "Se puede volver a repetir". Eso piensan los testarudos. "Y está claro", reconoce López, el gregario vasco de Froome, "que cualquier día la carrera se te puede complicar".
El sky se queda con siete No en días como ayer. O no, al menos, hasta que la etapa se acercó a Tours, cayeron los fugados, entre ellos Sicard y el último Flecha, que se hizo 210 kilómetros escapado, a 43 del récord de Bourlon en el 47, y la tensión volvió al pelotón tras un día cómodo. La histeria se hizo caída a dos kilómetros de meta, barrió la cabeza del pelotón y atrapó a algunos, ningún favorito, como Greipel o Boasson Hagen, el armario noruego que está al servicio de Froome y que temió que se hubiese partido la clavícula. Mientras, el pelotón siguió hacia meta con Froome acorazado a rueda de Stannard y Cavendish lanzando el sprint para ser superado por Kittel, que logró su tercera etapa.
Al de unos minutos llegó magullado Boasson Hagen para confirmar que la clavícula estaba en su sitio, pero que una pequeña fractura de la cabeza del húmero y el omóplato del brazo derecho le obligaba a bajarse del Tour y a dejar con siete corredores al Sky, que ya había perdido a Kiriyenka en los Pirineos. Eso hace más débil al equipo inglés. Y más fuerte la fe de los testarudos que aún creen que pueden ganar el Tour.
alain laiseka