1º Tony Martin (Omega Pharma)36:29
2º Chris Froome (Sky)a 12"
3º Thomas De Gendt (Vacansoleil)a 1:01
4º Richie Porte (Sky)a 1:21
5º Michal Kwiatkowski (Omega)a 1:31
10º Jonathan Castroviejo (Movistar)a 1:52
GENERAL
1º Chris Froome (Sky)42h29:24
2º Alejandro Valverde (Movistar)a 3:25
3º Bauke Mollema (Belkin)a 3:37
4º Alberto Contador (Saxo Bank)a 3:54
5º Roman Kreuziger (Saxo-Tinkoff)a 3:57
15º Mikel Nieve (Euskaltel-Euskadi)a 8:04
La etapa de hoy, 12ª: Fougeres-Tours, 218 kms. ETB-1 y Teledeporte.
Anquetil, tan normando y extravagante, decía que ganar corriendo a tope era de tontos y que lo verdaderamente meritorio era hacerlo con el mínimo esfuerzo posible, mejor por un segundo que por dos, así que no se esforzaba más de lo necesario y, por ejemplo, jamás inspeccionaba el recorrido de las etapas. Si acaso, un vistazo por la noche en el hotel al mapa, decía, como si la esencia del ciclismo fuese la belleza de lo inesperado no solo ya para el espectáculo, sino para uno mismo. Eso, claro, era antes de que lo inesperado se convirtiese en extraordinario, como ese verano que decía Sabina en el que no paró de nevar. Nadie recuerda la última vez que nevó en el Tour, que no pasó lo que tenía que pasar. Tampoco nieva en este. No, desde luego, ayer en Mont-Saint-Michel, donde ocurrió lo esperado y temido, el azote de Chris Froome en la contrarreloj. Les metió 1:53 a Bauke Mollema, 2:00 a Alejandro Valverde, 2:03 a Alberto Contador, 2:06 a Roman Kreuziger, 3:16 a Nairo Quintana y, por ejemplo, un segundo más a Purito Rodríguez, más de cuatro minutos a Igor Antón, casi cinco a Andy Schleck y más de cinco a Mikel Nieve. Tiene el Tour hipotecado. O casi. Y el cielo, raso y azul como si fuera el espejo del mar.
El mar y el cielo, o los dos, se reflejan por la mañana en los cristales oscuros de las gafas de Contador, que no es Anquetil ni comparte su idea del mínimo esfuerzo, todo lo contrario, y sale a inspeccionar el recorrido de la crono que conoce bien porque ya anduvo por aquí en junio, cuando la Dauphiné Libéré que todos recuerdan por lo del hachazo de Froome en la contrarreloj, un anticipo de lo de ayer. En el equipo del chico de Pinto dicen esa mañana que eso está superado, que saben lo que ocurrió, que se equivocaron en unas cuantas cosas. ¿En qué? En todo. Y todo es lo que han cambiado. Espera y verás.
Contador era por la mañana una sonrisa larga y el resplandor azul de sus gafas oscuras. Y por la tarde, ni sonrisa ni resplandor, sino unos dientes que se apretaban mordiendo el polvo y la arena que cargaba el viento y lo cubría todo. Los coches, las cámaras, las libretas, los rostros, y los cristales de espejo de su casco de contrarreloj donde ya no se reflejaban ni el cielo ni el mar. La fina película de polvo, también, en su mirada. "Me he quedado bastante lejos, sobre todo de Froome", lamentó mucho antes de que llegase el líder, pero temiendo la que le iba a caer porque el keniano venía marcando durante toda la etapa unos tiempos salvajes. Mejores que los de Tony Martin en una crono llana, con viento a favor que empujaba más a los tipos grandes y musculados como el alemán y en la que movieron sin dificultad el plato de 58 dientes, el piñón de once en ocasiones, rodaron por encima de los 54 por hora de media y abrieron a golpe de vatios un abismo entre ellos y los demás, por encima del minuto De Gendt, Porte, Kwiatkowski, Tuft y Chavanel, pero sobre todo sobre los que aún piensan en la general que se embotellaron en torno a los dos minutos.
Inalcanzable Tan lejos, que en las valoraciones y en los análisis repentinos, con el polvo y la arena pegados en los dientes, con Saint-Michel al fondo en una postal de verano, dejaron de lado a Froome como si la cosa no fuese con él, no fuese humano o fuese, simplemente, el Madrid y el Barça de la Liga de fútbol. Tan inalcanzable o más que el bueno de Valverde dio lo conseguido por estupendo en, es cierto, una de las mejores contrarrelojes de su vida -"no creas que es casualidad, le he echado muchos cojones y he trabajado mucho", dice- que le mantiene segundo en el Tour, donde nunca antes y ante la oportunidad soñada del podio pendiente del Mont Ventoux -este domingo- y la semana terrible de los Alpes. Una semana para tratar de recortar, le sugirieron al ciclista murciano, que sonrió y dijo "bueno, o para perder".
Tras la contrarreloj queda Froome con 3:25 sobre Valverde, 12 segundos más sobre Mollema y casi cuatro minutos sobre Contador. El resto está fuera de órbita. Como Quintana, tan pequeñito y ligero que bastante hizo ayer con lo que hizo, perder algo más de 3 minutos, moviendo un plato con más dientes que kilos le señala la báscula por la mañana.
Con tanta diferencia entre Froome y los demás se podría intuir un resto de Tour como otros tantos -los de Indurain, los de Armstrong, el de Wiggins- en los que cada uno fuera a amarrar lo suyo, lo que tiene a buen recaudo, esperando el fallo del de delante. Se esperaría eso si no fuera porque está Contador, que nunca da nada por perdido, que se crece en la adversidad, el espíritu de Ocaña y los locos del Kas contra Merckx, y quiere creer aún que puede ganar el Tour, que es para lo único que sabe y quiere correr. Si no fuera, también, porque están Valverde y sus huevos -tras ser devorado por los Pirineos, Richie Porte dijo que había que tenerlos para atacar como había atacado el murciano-. Y, sobre todo, porque está Quintana, el escalador al que teme Froome porque es el único al que ve capaz de romper el Tour en la montaña, que es lo mismo que piensa Castroviejo, que ayer acabó décimo y contento, y lo mismo que piensan en el Movistar, que tiene también a Rui Costa noveno a menos de seis minutos. "Miraré, sobre todo, a Valverde", dice un Froome feliz por la diferencia, "que es el que me sigue en la general, pero hay un grupo importante de gente a la que tengo que marcar y probará seguro. Y entre ellos, Quintana". Le basta con eso para ganar el Tour.
De los que no da por zanjado el asunto es José Luis Arrieta, director del Movistar, que no quiere decir mucho pero lo poco que dice no comulga con la teoría de los que piensan que el Tour es la Liga y Froome, el Barça y el Madrid juntos. Sugiere que aún le queda historia a este Tour y no ataques de último kilómetro como los de la Vuelta para ganar la etapa. Sino golpes duros y dañinos. Ataques de los de antes como el de la última etapa de los Pirineos. Y piensa Arri en Rui Costa, que no está tan lejos, y piensa en Valverde, que tiene lo que hay que tener y piensa en Quintana, que sube como nadie en mucho tiempo y bien que se lo dijo Bahamontes, que no regala piropos, en los Pirineos. Y podría pensar que Contador solo sabe jugar a ganar, si es que tiene fuerzas. Y que Euskaltel-Euskadi, con Nieve, que ayer se dejó una minutada pero tampoco importa tanto, y Antón, pueden también ayudar a liarla.
Se supone, entonces, que aún puede nevar.
alain laiseka