Vitoria. El sufrimiento es inherente al deporte, pero hay especialidades que parecen destinadas a un puñado de elegidos. Gente que vive a medio camino entre la locura y la cordura, que encuentra consuelo donde otros sólo ven dolor. Gente como Ricardo Abad, un navarro de 42 años que vive pegado a un reto tras otro desde hace años. El último le traerá a Vitoria para disputar la Challenge el próximo día 27. Para él no será un día cualquiera. Cuando atraviese la línea de meta, Ricardo habrá batido un récord mundial digno de recibir todas las loas del mundo: disputar 31 triatlones seguidos, uno por semana. Una locura -al menos para el común de los mortales- que inició el pasado 2 de enero.
Sin embargo, por sorprendente que pueda parecer, este ultrafondista no saciará su sed con semejante hazaña, pues su objetivo es aún mayor. Si nada se tuerce, a finales de año su intención es haber completado 52 triatlones consecutivos. Y todo mientras compagina las pruebas con su trabajo en la fundición de la fábrica Fagor en Tafalla, donde por si fuera poco ejerce su labor en turnos semanales de día, tarde y noche. "En realidad podríamos decir que el reto que me he marcado es bastante superable para un profesional de este deporte, pero la clave por la que la gente se identifica con este tipo de retos es que los hago yo, que soy una persona normal. Alguien con su mujer, su hija y su trabajo en una fábrica", explica Ricardo, que el pasado año ya entró en el libro Guinness al culminar 607 maratones consecutivos en otros tantos días.
Su idea inicial pasaba por completar mil, pero la ausencia de un patrocinador cortó su lucha en una cifra menor que, de cualquier forma, será complicado de superar en el futuro. Por aquel entonces su cuerpo aún no se había recuperado del todo de semejante paliza y ya planeaba su siguiente hazaña, con el triatlón como base. "El deporte es mi vida y no concebiría vivirla sin esto. No lo hago para evadirme de nada, lo hago porque disfruto. De hecho, si me pagaran por hacerlo no lo haría. Tengo mi trabajo y me gusta mucho, no quiero vivir de mis retos", sostiene.
La vida de Ricardo es la vida de alguien cuyo mérito dista a años luz del de otros deportistas profesionales, más pendientes de su cuenta corriente que de transmitir los valores innatos al deporte. No sólo no gana dinero, sino que lo poco que genera va destinado a diferentes causas sociales, como la asociación navarra en favor de las personas con discapacidad intelectual (ANFAS). "En el fondo soy un privilegiado por poder hacer lo que me gusta. Para mí esto es un reto personal, algo original y diferente que he decidido hacer porque creo que en la vida tienes que ser tú mismo y marcarte tus propios retos. Para otra persona hacer un triatlón es suficiente, y está muy bien, pero para mí no es suficiente. Yo quiero hacer 52", mantiene.
Con todo, Ricardo es consciente de que, tras marcar la Challenge de Vitoria como escenario para batir el récord del mundo de IronMan consecutivos, dejar marchar la oportunidad de celebrar su éxito en la capital alavesa no es una opción: "Decidí fijar el escenario del récord en Vitoria porque va a ser un marco perfecto. Es un contratiempo porque cuadrar las fechas me obliga a hacer dos IronMan en una semana en las fechas previas, pero seguro que el esfuerzo merecerá la pena". El que a buen seguro no estará tan contento con la idea de Ricardo es James Lawrence, Iron Cowboy para los norteamericanos, el hombre que ostenta hasta la fecha el récord Guinness que el deportista navarro superará en la Challenge.
Además de unas condiciones físicas innatas para la práctica del deporte -"los médicos alucinan conmigo y mi capacidad de recuperación, pero eso no quiere decir que a veces no me duela todo el cuerpo"- Riki no duda un segundo cuando se le pregunta por el ingrediente más importante en este menú de 52 platos semanales. "Lo más difícil es organizarse para completar cada prueba por tu cuenta en los ratos libres que me deja el trabajo", matiza. La metodología la tiene aprendida de memoria. Hasta la fecha ha sumado tres triatlones oficiales -Lanzarote, Girona y Sevilla- y el resto los realiza por su cuenta armado con un GPS y colgando posteriormente en su web las pruebas documentales necesarias para avalar su consecución.
Y así, entre pedaladas, brazadas y carreras, Ricardo Abad se presentará en Vitoria sin que nadie reconozca probablemente su presencia entre la marea de participantes que estarán presentes en el pistoletazo de salida. Su historia y su reto no acapararán las miradas de la mayor parte de la gente, y por la noche regresará a su Tafalla natal para dormir junto a su esposa y su hija Ainhoa. Lo hará con un récord bajo el brazo y una sonrisa en el rostro, pero al día siguiente volverá a salir de casa preparado para continuar su viaje hacia los 52 triatlones. Será un privilegiado. Hará lo que le gusta.