Por qué atacó ayer Chris Froome en una cota de Tercera Categoría ubicada a poco más de diez kilómetros de meta? Si les digo la verdad, yo también me lo pregunto. Fue uno de esos ataques que sabes que no van a ir a ningún sitio. No sé qué ha querido demostrar el británico con ello, pero a mí me ha parecido un ataque de juvenil. Igual simplemente quería dar que hablar, ser protagonista. Si ese ere su objetivo, sigo sin entenderlo... Él sabrá.
El resto de la jornada ha ido más o menos como estaba previsto. El Cannondale, el equipo de Peter Sagan, ha trabajado bien para jugar sus bazas en la llegada, pero esta vez no ha habido sprint, sino que un grupo de seis ciclistas ha logrado romper su control. En ese grupo ha estado inmerso Gorka Izagirre, aunque al final no ha podido ser él quien levantara los brazos. De todas maneras, bravo por él. Ha estado donde tiene que estar, muy atento a ese tipo de escaramuzas, y solo intentándolo se consiguen las cosas. Esta vez la etapa no ha tenido la tensión de la del sábado. Es increíble que después de las caídas todavía no haya habido bajas en el pelotón, sobre todo un Tony Martin al que vi magulladísimo. Ya hemos visto que los que tienen fuerzas van hacia adelante y los que no prefieren quedarse atrás en la grupeta. Entre ellos estuvo ayer Marcel Kittel, al que el maillot amarillo le ha durado únicamente un día. Bueno, algo es algo.
Hoy viviremos la última jornada de este Tour en territorio corso en vísperas de la primera cita clave de la presente edición: la contrarreloj por equipos. Seguro que volverá a haber intentos de escapada, pero los esprinters también querrán dejarse ver porque hasta el momento, por unas cosas o por otras, no han tenido la oportunidad de lograr ninguna victoria. Una buena oportunidad para ver si Mark Cavendish está en disposición de tiranizar las llegadas masivas de este Tour.