Bilbao. EL 4 de agosto de 2003, Córcega, escenario escogido para disputar las tres primeras jornadas de la centenaria edición del Tour de Francia, ganó una nueva seguidora. Ese día, Joane Somarriba daba un golpe de autoridad en la isla gala y se llevaba, sin rival alguna, la segunda etapa de la que sería su tercera Grande Boucle. "El recuerdo que tengo de Córcega es bonito, me salió muy bien esa etapa, pero también es de máxima dureza porque no había ni 200 metros de llano", explica la corredora vizcaína. Los 42 grados que marcaba el termómetro de su cuentakilómetros aquel mediodía y las abruptas carreteras insulares provocaron que el pelotón se estirara tanto que fue incapaz de interceptar la escapada de Somarriba. La corredora cruzó la meta sonriente, con los brazos en alto, y a pesar de que la dureza de la isla jugó en su favor, la de Urduliz se marchó de la región francesa con una cosa clara: "Córcega es un sitio muy bonito para pasar las vacaciones, pero no para correr el Tour".

Sin embargo, la organización de la ronda gala decidió que la carrera saliera, por primera vez en sus cien años de historia, de Córcega. Un total de tres etapas que Somarriba reconoce "marcarán la diferencia porque es un terreno idóneo para ver quién está bien y para ir eliminando corredores". Conocedora de las carreteras de la isla, la ciclista vizcaina avisa que "los recorridos exigentes, las emboscadas y la cuestas rompepiernas provocarán muchas escapadas: "Está claro que los grandes equipos llevarán la carrera muy atada y será complicado que llegue a meta alguna escapada, pero los rompepiernas que se encontrarán fomentarán que se rompa el pelotón". Así, Somarriba no cesa de rememorar el calor, las pequeñas pero intentas cuestas y las constantes curvas que se encontrarán los corredores en la salida del Tour: "No hay grandes puertos en la isla, pero sí muchas subidas. Cuestas cortas, pero numerosas e intensas, por lo que al final se hace muy duro", explica. Una exigencia poco habitual en el inicio de la ronda gala, de ahí que el director de la prueba francesa, Christian Prudhomme se enorgulleciera al decir que este "será uno de los inicios más duros de la historia del Tour".

La estrechez y sinuosidad de las curvas provoca en los corredores una sensación de riesgo que Somarriba confirma: "Las carreteras me parecen bastante técnicas porque hay muchísimas curvas tanto en subida como en bajada. Y eso, unido al nerviosismo que hay en un Tour, donde todo el mundo quiere estar delante y todos pretenden evitar caídas... puede ser una salida muy peligrosa", afirma. A pesar de ello, la vizcaína pronostica un inicio de prueba "espectacular" y ansía una carrera "que llegue muy rota al final, donde se vean las primeras diferencias".

Más audiencia Gracias a la salida del Tour en Córcega, Joane Somarriba pronostica una subida de audiencia respecto a ediciones anteriores: "El paisaje y las carreteras son espectaculares, por lo que la primera semana se hará menos pesada para el espectador". Y es que la ciclista vizcaína reconoce que volverá a visitar la isla francesa, pero esta vez "sin bicicleta".