Vitoria. Una foto en Twitter de Asegarce desvelaba que, mientras Aimar Olaizola y Abel Barriola se jugaban los cuartos en el partido de cuartos de final del Manomanista atrasado una semana, Oinatz Bengoetxea estaba fuera. En el Pirineo leridano, en Vielha Mitg Aran, viendo el partido en un local del pueblo. Era su modo de buscar oxígeno, un método de escape. "Ya se sabe lo que le gusta la montaña", relata Asier García, su primo y botillero, siempre cargado de buenas y coherentes palabras. "Es algo a lo que recurre a veces. En el Cuatro y Medio se fue un par de fines de semana", comenta el expelotari leitzarra, quien apostilla que "tiene esa afición y le gusta ausentarse de este barullo para tomar aire fresco. Normalmente, lo suele hacer". Es un modo de retomar el pulso a todo, una tabula rasa cincelada entre los caminos del Pirineo, la montaña, el silencio y la distancia. Un pequeño refugio tras una preparación sin resquicios para alcanzar el Olimpo competitivo entre un maratoniano Parejas y un fugaz pero durísimo Manomanista. La competición reina del curso es así. Una cizalla que desnuda a todo pelotari en el frontón.

No obstante, esta circunstancia, el viaje relámpago, "no es indicativo de que esté más agobiado que nunca. Él se conoce muy bien y lo hace para cambiar el chip. Esta semana va cogiendo carrerilla y vuelve con muchas fuerzas", según comenta Asier. "Es para sentirse bien", comenta. Un hobby para refrigerar alma, corazón y mente. Y se nota. García, conocedor del carácter de Oinatz, comenta que "está más receptivo, más tranquilo y a la vez con más ganas. Le carga las pilas". Ese cierto relajo, cambio de tercio, forma parte de una pequeña rutina. "Si tenemos quince días entre eliminatorias nos lo tomamos con tranquilidad. Si logramos pasarla, los primeros días los tomamos muy tranquilos, hacemos un par de días más intensos y enfocamos el choque en la última semana. Por lo que realmente tenemos para preparar diez días. Para llegar bien y no saturados", manifiesta el botillero.

Y más con el partido que tuvo que afrontar en el Daniel Ugarte de Hendaia. Calificado de trampa por varias circunstancias: primer duelo de Bengoetxea VI, Jaunarena llegaba con dos victorias y el espejo que es la cancha, con un suelo rapidísimo. "A nada que no estés bien, con un frontón así y un pegador, te puede condicionar la eliminatoria. De hecho, al principio, con el 2-7, nos tenía un poco contra las cuerdas, pero Oinatz estaba muy centrado, muy tranquilo y es muy importante en esos momentos". La receta, clara: "Intentamos que esté lo más tranquilo posible y que confíe se puede dar la vuelta a la cosa cuando tengamos opciones de atacar. Está claro que todo el mundo juega y con los que te tienen sometido no queda otra cosa que luchar para hacer el tanto lo antes posible".

Desvela Asier que hay factores que pusieron aún un poco más de pimienta en la cancha lapurtarra. "Venimos de jugar en cuartos con las dudas que tienes y contra un manista del pueblo, cosa que no es agradable. Eso es un plus añadido a todo el estrés del choque. Necesitábamos desconectar para volver a coger con ganas el partido, la rutina, y volver a cargar pilas para afrontar de nuevo con mayor tranquilidad el partido siguiente". No obstante, no duda Asier en calificar que el envite ante Jaunarena, lei-tzarra de pura cepa, supuso un plus de estrés. "Es buena señal que haya gente del pueblo en fases avanzadas del campeonato, pero no es agradable jugar contra ninguno. Somos todos amigos, somos conocidos y, si cae del lado de uno o de otro, a la gente también le afecta. No sería igual si jugaran en parejas", desgrana el botillero, quien agrega que "Jon es un buen chaval y además estaba por ahí Abel en la silla".

Así las cosas, después de una semana de tranquilidad después de la tenaza de los cuartos de final, Oinatz llegará al encuentro del domingo contra Irujo con las pilas cargadas. Las necesitará.