El Manomanista de la LEP.M se ha convertido en un torneo de clara hegemonía navarra. La muestra es que desde que Juan Ignacio Retegui se convirtiera en 1969 en el primer campeón navarro de la competición reina de la mano profesional, solo ha habido tres campeones nacidos fuera del territorio foral: el vizcaíno Iñaki Gorostiza en 1977, el guipuzcoano Joxean Tolosa en 1989 y el lapurtarra Xala hace un par de años. Y el dominio se ha recrudecido en la historia más reciente del campeonato, aunque siempre ha habido extraños que se han colado en una pelea reservada casi en exclusiva para pelotaris navarros. La mejor prueba, que, en las últimas 14 ediciones (todas las celebradas en el siglo XXI), solo cinco pelotaris no navarros han sido capaces de alcanzar las semifinales. Eso sí, uno por edición como máximo. El último de ellos, el vizcaíno Mikel Urrutikoetxea, que se ha convertido en la gran amenaza de los navarros.
El delantero de Zarátamo es el quinto pelotari nacido fuera de Navarra que alcanza las semifinales del Manomanista en el presente siglo. El último vizcaíno en hacerlo fue Imanol Agirre, que en 2002 cayó en la penúltima ronda de la competición ante Barriola, a la postre campeón. Un año antes fue el burgalés Rai el que alcanzó las semifinales, en las que cedió ante Eugui (la edición en la que Beloki logró su última txapela individual).
En las ediciones más recientes, los lapurtarras Gonzalez y Xala se han repartido el honor de ser los únicos semifinalistas no navarros del Manomanista. El delantero de Askain, que este año no ha podido jugar el torneo por lesión y ahora se expone a una sanción de su empresa "por falta de profesionalidad" que podría concretarse en dos o tres meses de suspensión de empleo y sueldo, fue semifinalista del mano a mano durante cuatro ediciones consecutivas (entre 2005 y 2008), aunque nunca pudo acceder a la final. En cambio, Xala, semifinalista en 2004, 2010 y 2011, alcanzó el subcampeonato hace nueve años y se caló la txapela hace dos tras una memorable final en la que fue capaz de sobreponerse a una apendicitis y a un rival de la talla de Aimar Olaizola.
En definitiva, que Urrutikoetxea se ha colado en unas semifinales plagadas de navarros que, además, ya han subido en al menos una ocasión al escalón más alto del podio.