VITORIA. Después del sofocón del lunes, de los incómodos ataques de Hesjedal y Nibali, la cuarta etapa siguió un guión muy diferente. La etapa, con dos puertos de media montaña en el último tercio del recorrido, se prestaba a ser el escenario de otro episodio parecido. Pero en el pelotón algo había cambiado. El equipo Sky, dispuesto a acomodar la carrera en favor de su líder, trabajó a destajo cuando quiso y como quiso. Su control sobre la etapa fue perfecto, manejó el tiempo de los fugados y escoltó a Bradley Wiggins en todo momento. El británico supo guardar la ropa y mostrarse conservador con la carrera se puso peligrosa y descuartizó el grupo de favoritos. Wiggins prefirió no arriesgar y llegar entero a meta, sin golpes y sin el cuerpo mellado para poder dar el 100% el sábado, en la contrarreloj en la que quiere poner los cimientos de su victoria en este Giro.
A pesar del control del Sky, la etapa no estuvo carente de movimientos y escaramuzas en los kilómetros finales. Bajo una lluvia intensa que convirtió el descenso de Croce Ferrata en un desafío para valientes, el italiano Enrico Battaglin se llevó la victoria de etapa. El joven corredor del Bardiani, de solo 23 años, fue capaz de imponerse en un largo y extraño sprint en el que entraban la mayoría de los favoritos. Solo faltaba Bradley Wiggins, quien perdía 17 segundos al seguir el ritmo que le dictaba su conservador metrónomo.
La etapa comenzó con Euskaltel-Euskadi como protagonista. Ya en el minuto seis se formó la fuga de la jornada. Siete corredores pensaron que era un buen día para que una aventura alcanzase la meta. A Miguel Mínguez y Ioannis Tamouridis, del Euskaltel-Euskadi, se les unieron Berard, del Ag2r, Sella, del Androni, Ligthart, del Vacansoleil, y Le Bon y Roux, del Francais. En un primer momento todo parecía funcionar, incluso alcanzaron una ventaja superior a los ocho minutos sobre el pelotón. Pero fue entonces cuando el gran grupo dijo "basta". En la fuga había un invitado muy incómodo. Sella campaba en la general a menos de tres minutos del líder, Luca Paolini, por lo que no se le iba a dejar sumar más minutos de ventaja tan alegremente.
Vini Fantini y Sky se encargaron de diluir la desventaja. El pelotón absorbió al grupo, pero no a Mínguez, que probó suerte en solitario con la esperanza de que al despegarse de Sella podría contar con la permisividad del pelotón. Pero la maquinaria del Sky no se detuvo.
A falta de 42 kilómetros para la meta, el ciclista vizcaíno fue alcanzado por el pelotón y se puso fin a la primera gran aventura del Euskaltel-Euskadi en la presente edición del Giro. A partir de ahí se intensificaron los intentos por crear una nueva fuga, pero no cuajaría nada serio hasta el ascenso de Croce Ferrata. Los envites de la jornada anterior estaban presentes en la mente de todos los favoritos, por eso las alarmas se encendieron en las filas del Astana cuando Vincenzo Nibali se descolgó al pinchar una rueda. Un compañero de equipo no lo dudó un instante y le cedió su propia bicicleta. A pesar del susto, el italiano no tuvo problemas para reintegrarse en el pelotón de los favoritos.
Cuando la carretera comenzaba a picar hacia la cima de Croce Ferrata, Sylvain Georges, del Ag2r, atacó con insistencia, separándose de un pequeño grupo de fugados. El Sky, de nuevo viviendo a las pulsaciones del metrónomo de Wiggo, volvió a acelerar y transformó el pelotón en una fila india. El británico, rodeado de cuatro compañeros de equipo, vigilaba estrechamente a todos sus rivales. No quería sorpresas.
A Georges se le acabaron las pilas antes de completar la ascensión y fueron Danilo Di Luca y el colombiano Robinson Chalapud los que, ya bajo una intensa lluvia, enfilaron el descenso hacia la meta. El veterano italiano parecía tener más fuerza que el colombiano, pero a solo un kilómetro de la meta ambos fueron devorados por un pelotón que apenas tocó el freno en el descenso. Wiggins no se prestó a la lotería de un descenso con el piso mojado. El británico fue prudente y prefirió llegar a meta con unos segundos de desventaja que hará desaparecer en la contrarreloj de la octava etapa.
En el último kilómetro, Enrico Battaglin (Bardiani) se llevó un sprint largo y atípico. El ciclista de 23 años, al que persigue la falsa leyenda de ser pariente del Giovanni Battaglin que ganó el Giro y la Vuelta en 1981, cosechaba así su segundo triunfo como profesional.
La cuarta etapa también sirvió que Beñat Intxausti escalase al tercer puesto de la general, a solo 26 segundos de Luca Paolini y por detrás de Rigoberto Urán. El ciclista vizcaíno estuvo atento toda la jornada en la cabeza del pelotón y consiguió llegar séptimo a la meta.