bilbao. Por la mañana, Alberto Contador (Pinto, 1983) mira por la ventana de su hotel en Bilbao y los ojos se le llenan de un domingo espléndido que le empuja a la carretera. Se va a ver la subida a La Lejana, la meta vizcaína de la tercera etapa de la Vuelta al País Vasco en la que sobre su dorsal caen todas las miradas. Es favorito en cada carrera que disputa desde hace casi una década, así que dice que el tiempo le ha enseñado a llevar la presión con naturalidad. También le ha borrado cosas del archivo de la memoria. "Han pasado tantas cosas". Una vida. Con lo bueno y lo malo. Apenas recuerda las carreteras del Goierri donde corrió y entrenó de crío. "Algunas subidas y ninguna bajada". Pero sí la lluvia. "Lo cambia todo y convierte la carretera en una pista de patinaje". Y, desde luego, casi nada del muro de La Lejana, donde se pierde un par de veces durante la mañana de ayer hasta acertar con el camino correcto pese a que ya subió en la Vuelta al País Vasco de 2005, donde acabó ganando la crono final. Algo le quiere sonar. "Ese día de La Lejana me caí, perdí unos segundos y todas las opciones de luchar por ganar", intenta recordar Contador, favorito desde hoy para arrebatar el trono de la ronda vasca a Samuel Sánchez, dorsal 1.
Renunció al Criterium Internacional por una gripe.
Pero físicamente llego bien, en un buen momento. Me queda la incógnita de llevar desde Tirreno sin correr y tras haber pasado esa gripe bastante fuerte que me ha debilitado y no me ha permitido salir a entrenar como quisiera. Es un imprevisto, no estaba en el plan, pero espero que las piernas vayan bien.
Todo el mundo dice que a la Vuelta al País Vasco hay que llegar bien aunque no sea para ganar.
Este año va a ser especialmente dura. Por el clima, que anuncian lluvia, pero también porque hay unas cuantas etapas decisivas: La Lejana, Arrate, Beasain y la crono final.
Usted conoce bien Euskadi.
Sobre todo esa zona del Goierri. Eso ayuda porque la Vuelta al País Vasco es una de las carreras del calendario que más necesario es saber el terreno que pisas.
Vivió en Gipuzkoa, en la residencia del equipo Iberdrola.
Pero los recuerdos se van borrando. Ya no tengo memorizadas todas las subidas. Menos aún las bajadas que, además, cambian con la lluvia y se convierten en pistas de patinaje. También he ido perdiendo, cosas de la vida, contacto con las personas que conocí entonces. Con los que más relación tengo es con algunos corredores, aunque todavía tengo trato con gente de la Sociedad Ciclista Loinaz.
Se hizo ciclista fuera de casa.
Ellos me hicieron crecer como corredor. Tuve que tomar la decisión de salir de casa en el primer año de amateur. Pase mucho tiempo fuera, lejos de la familia. Hice cosas que la gente de mi edad no estaba haciendo en ese momento y eso me hizo madurar.
Su primeros destellos fueron en la Vuelta al País Vasco y ha ganado dos ediciones, la de 2008 y la de 2009.
Pero se me van olvidando los detalles. Me han pasado muchas cosas en todos estos años. Me dicen que en 2005 subí a La Lejana, la cuesta que he estado inspeccionando esta mañana -por ayer- pero apenas me acuerdo. Creo que en esa etapa me caí, conseguí acabar pero perdí unos segundos que me descartaron.
La Vuelta al País Vasco siempre se decide por segundos.
Por eso no se puede hablar de puntos clave. Hay que estar siempre atento.
Samuel ganó el año pasado, pero este dice que no llega igual, que piensa más en el Giro. ¿Usted tampoco se ve favorito?
Bueno, eso de que Samuel no es favorito... Él conoce este terreno como la palma de su mano y es un corredor que siempre tiene un nivel enorme. Para mí es favorito. O, al menso, está en un grupo de candidatos al triunfo en el que también me meto yo mismo, pero sin destacar con respecto al resto. Están Porte, Van Garderen, viene Dani Martin... Hay muchos nombres.
Usted es favorito a ganar cualquier carrera que corre.
Y por eso siempre nos dejan a nosotros el peso de controlar. Pero aquí hay corredores que vienen con mucha intención, con mucha moral y buenos resultados.
Pero la presión siempre la carga usted.
La presión es algo con lo que se aprende a convivir con el tiempo. De hecho, si no tuviera esa presión, posiblemente, no sería capaz de luchar por ganar.
Llega tras hacer segundo en Omán y tercero en Tirreno. O, lo que es lo mismo, no ha ganado todavía en Europa.
Siempre hay rivales y todo el mundo se prepara para ganar. Pero lo más importante es siempre analizar el rendimiento de uno mismo y situar las conclusiones en un marco global. Hay años que empiezan más tranquilos y otros que son más complicados. Y no hablo solo de lo que ocurre encima de la bicicleta. Estos últimos tres meses, por ejemplo, han sido para mí ajetreados porque no he parado de viajar y no he tenido la tranquilidad de hace muchos años, cuando solo tenía que dedicarme a andar en bicicleta y los inviernos eran para descansar y desconectar. Eso, no cabe duda, acaba pasando factura y a lo mejor te hace que el principio de temporada lo lleves un poco más retrasado.
Pero ganó en enero en Argentina.
Pero fue una victoria sin haber hecho un trabajo lo suficientemente sólido como para poder asumir luego carreras de mayor entidad.
¿Le preocupa que rivales como Froome o Nibali, con los que se verá en julio en el Tour, le hayan ganado ahora?
Para nada. En cierto modo, puede ser hasta bueno a la hora de analizar todo. Cuando uno gana parece que se relaja un poco más y no analiza el por qué de las cosas, los detalles. Al final, tanto en Omán como en Tirreno, si hubiese hecho tácticas diferentes, podría haber estado para ganar. Si a eso le añado otras cuestiones como el peso, las cosas me cuadran bastante.
Dicen que a usted le motivan más las derrotas.
Yo no las considero derrotas. Pero es cierto que cuando veo que las cosas no funcionan me aplico en buscar la razón. Siempre que tengas un objetivo, como en mi caso el Tour, te ayuda.
Después de Tirreno dijo que la experiencia le había servido para observar cómo trabaja el Sky en carrera.
Es importante ver las cosas en persona. Pero al final, se trata de ver los datos que te marca el SRM y en función de ellos marcar una táctica más atacante o más conservadora.
El SRM manda en carrera.
Los vatios tienes que mirarlos y tenerlos en cuenta. Pero lo que sí es verdad que si todo se basa en eso, los vatios, la esencia de este deporte, que es la incertidumbre de lo inesperado, puede perderse. Hablo de que el espectáculo se puede acabar.
Por eso, hay quien dice que el SRM debería prohibirse en carrera.
De lo que digo sobre la esencia del ciclismo a prohibir el SRM hay un buen cacho. Tampoco veo tanto problema en que se use el sistema.
Todas las carreras que disputa, también la Vuelta al País Vasco, son un pasito más que le acercan al Tour. ¿Piensa mucho en él?
Estoy centrado en cada carrera que corro, pero sí, pienso mucho en el Tour. Es lo que más tengo presente. Quiero hacer todo lo mejor posible para llegar allí y luego el resultado que sea el que tenga que ser. Es importante estar mentalizado en el Tour desde lejos.
¿Le obsesiona recuperar el trono del Tour y, con ello, el del ciclismo?
No, para nada. El Tour es el Tour pero también hay otras carreras que las hace grandes la participación que tienen. Mira Omán o Tirreno. Fueron prueba de lujo, para recordar.
¿Froome será el rival más duro?
¿En el Tour? Si tuviera que decir uno, sí.
¿Por qué?
Por la evolución que ha tenido en los últimos dos años y por su calidad. Pero no me inquieta, lo que realmente me preocupa es llegar al cien por cien sin pensar en el resto. A veces salen unos rivales y otras, otros. El ciclismo no son solo matemáticas. Lo que sí es seguro que este Tour va a ser muy disputado y eso lo hará bonito.