Duración: 55:10 minutos de juego; 19:53 de juego real.

Saques: 7 de Martínez de Irujo.

Pelotazos: 388 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 3 de Olaizola II, 2 de Ibai Zabala, 6 de Martínez de Irujo y 3 de Zabaleta.

Errores: 6 de Ibai Zabala, 1 de Martínez de Irujo y 2 de Zabaleta.

Marcador: 3-0, 3-2, 4-2, 4-7, 5-7, 5-8, 6-8, 6-9, 7-9, 7-17, 8-17, 8-22.

Botilleros: Ejercieron como botilleros Roberto García Ariño (de Olaizola II-Zabala) y Jokin Etxaniz (de Martínez de Irujo y Zabaleta).

Incidencias: Partido correspondiente a la primera jornada de la liga de semifinales, disputado en el Ogueta de Gasteiz, que presentó una muy buena entrada.

GASTEIZ. Roto, Ibai Zabala se quitaba los tacos en el banco que hay tras el telón de entrada a los vestuarios del Ogueta de Gasteiz. El resto de gente andaba por los lados, se acercaba algún niño tímidamente. Los medios, a lo suyo; los técnicos para aquí y para allá, Aimar Olaizola hacía declaraciones a los medios. Pero Ibai se miraba las manos mientras se quitaba los tacos. Concentrado. Se había parado el mundo. Todo lo anterior había sido culpable de que el berriztarra, de naturaleza afable y habladora, se hubiera quedado parado. Era el final de su Vía Crucis, que había comenzado en la cancha, merced al bombardeo sufrido y dirigido por el maestro de ceremonias Juan Martínez de Irujo y ejecutado sin rubor ni relajo por el kamikaze José Javier Zabaleta. Un bulldozer el de Etxarren que contuvo el aire al inicio, sin sacar el músculo, para después respirar ante la inspiración de Juan en la solidaridad y la chispa. Una vez que se soltó de la presión y de las ataduras que esta provoca, el zaguero de Aspe condujo a Ibai Zabala, currante como él solo, a machacarse en la pared izquierda para igualar su pegada huracanada. Y Aimar, activo pero sin incidencia. Cuando intentaba entrar, el garrote o el bisturí de Irujo eran suficientes para pararle. En caso de que Olaizola acertara, de repente aparecía el espíritu inquebrantable de Zabaleta, con unas piernas exageradamente rápidas, para salvar la papeleta. Y vuelta a empezar. Vuelta a bombardear a Ibai. Hasta que dijera basta. Hasta que dejara de defenderse. Hasta el final.

Hubo partido solo en los primeros cartones. Ya avisó Aimar Olaizola que no podría hacer milagros entrando desde el cuatro y el cinco. Y ayer tuvo que hacerlo. No obstante, el prólogo fue dulce.

El delantero de Goizueta y el zaguero berriztarra aterrizaron muy enchufados aun empezando con pelota contraria. Una cortada de Aimar que se pegó en pared izquierda, una dejadita en la punta tras volver locos a los azules y una cortada de Zabala que se cerró pusieron rapidísimo el 3-0. Fueron los momentos más tranquilos de la pareja de Asegarce sobre la cancha. Aun así, después de restañar la herida los azules castigando ya de inicio la izquierda de Ibai, sí que hubo cierta batalla. Sobre todo, mientras le duraba la frescura en la derecha al vizcaino -que cuando está bien le suelta a la pelota con mucha intención- y al de Etxarren le costaba encontrarse del todo sobre el tapiz verde del Ogueta. Así las cosas, Irujo, sobrio, serio y con las ideas claras -y la txapela entre ceja y ceja-, no experimentó. Si tenía pelota delante atrasaba o enredaba, pero nada de jugar con fuego, que Aimar es un volcán. Se largaron los azules del 4-2 al 4-7 con esta receta.

Y comenzó el reparto de golpes. Aimar retrasó su posición ante el poder de sus adversarios. Y porque Irujo era un tótem. Una atalaya. Destellos de calidad de los cuatro pelotaris alumbraron entonces la contienda. Zabala le dio con la derecha con todas sus ganas para imponer el miedo en sus adversarios y la cosa se puso un poco más cerca. A uno y dos tantos. No aflojó Juan y fue remontando Zabaleta. Era cuestión de tiempo.

El contador se paró después de que besara el colchón de arriba un zurdazo del de Etxarren. Fue su última penitencia antes del bombardeo. Entonces, dos tantos de distancia en el luminoso (7-9), sensaciones encontradas y olor a pólvora para un Zabaleta espumoso. Se sacó la espina a base de repartir mandobles a diestro y siniestra. Físico y química entre los azules amaneció entonces en el sacrificio de Ibai Zabala en el altar gasteiztarra. Le anularon a base de trabajo. Aimar apenas pudo quitar pelotas tocadas y la sangría fue enorme. La pasión de Ibai acabó con él roto. Más por dentro que por fuera ante el poderío rival. Fue su Vía Crucis particular. Eso fue ayer. Hoy es Domingo de Resurrección.