BRADFORD: Duke, Darby, McHugh, McArdle, Good (Min. 45, Davies), Thompson (Min. 73, Hines), Atkinson, Jones, Doyle, Hanson, Wells (Min. 57, McLaughlin).

SWANSEA: Tremmel, Williams, Rangel, Davies (Min. 84, Tiendalli), Britton, Michu, Pablo H., Dyer (Min. 78, Lamah), Routledge, De Guzman, Ki Sung-Y. (Min. 62, Monk).

Goles: 0-1: Min. 16; Dyer. 0-2: Min. 40; Michu. 0-3: Min. 47; Dyer. 0-4: Min. 59; De Guzmán, penalti. 0-5: Min. 92; De Guzmán.

Árbitro: Kevin Friend (Reino Unido). Expulsó a Duke y amonestó a Sung-Yeung.

En la presumida Inglaterra se cuestionan si la llegada de foráneos a la Premier League, acogidos en incremento durante los últimos tiempos de fútbol, ha mancillado el espíritu caballeresco del formal juego inglés. La picaresca y esos recursos. Puede ser; o tal vez sea simplemente el precio de la exigencia del grado increscendo de profesionalización y exigencia de este deporte. Lo cierto es que esos extranjeros, los abanderados por el ideólogo Laudrup, los Michu y compañía del Swansea galés, un ejemplo de importación, venden al país el modelo de toque, corrompiendo los cánones ingleses, para complementarlos con este ideal futbolístico, el de la posesión como método de aproximación al gol.

Ahora cantidad, feligreses de la pausa, el sosiego y la creatividad, lo practican por el mundo, mirándose al espejo del Barcelona de moda, una herencia que procede precisamente del míster del Swansea, superdotado con una visión de juego que le permitía ver con antifaz, que ya bailaba la danza de la pelota en el Dream Team como los indios rodean sus hogueras. Guardiola y Laudrup mamaban del mismo biberón futbolístico. Además, lo plasman con resultados. Y concretamente los propagandistas de este ideario en Inglaterra son esos clubes que vienen alistando extranjeros que contaminan -en realidad enriquecen o acéptese pluralizan- su fútbol. Lo fue Bobby Martínez, impulsor de la filosofía entre los Swans (cisnes en castellano), un pionero. Y el actual Swansea, españolizado -por Michu, Pablo Hernández, Chico, Rangel y Flores-, también es así, y transitando por esta senda de la escuela de la triangulación se ha proclamado campeón.

Y es que, aspirando al súmmun como estilo de juego, a la perfección, la base sobre la que asentar todos los principios sería monopolizar la posesión, porque sin balón no hay goles. El Swansea, o Swanselona, como dicen estos días en el sur de Gales -recordar que el Swansea es el único club galés compitiendo en la Premier-, es un afiliado a esta corriente de múltiples adeptos como Menotti o Bielsa. Con la máxima de la presunción de su superioridad técnica ante el modesto Bradford, se cosió la pelota al cordón del botín. Los humildes Bantams (Gallos en castellano), de la cuarta división inglesa, desgraciadamente reconocidos en el mundo entero por la tragedia ocurrida en su campo, el Valley Parade, que ardió en llamas segando la vida de 56 aficionados en 1985 durante un partido homenaje por el ascenso de categoría, estuvieron en alma pero no en cuerpo. La final de la Capital One Cup, la Copa de la Liga inglesa, se convirtió en una regla de tres en el mítico Wembley: a tantos goles por cada tantos minutos. Como resultado: 0-5 y con el motor del Swansea engranado en punto muerto.

cita con la historia La cita era la mayor para la historia de ambos clubes. Incluso la memoria del propio fútbol europeo tembló, puesto que el Bradford, 110 años de peso liviano en los anales del balompié inglés, tras sonrojar en su camino a Arsenal, Aston Villa o Wigan, podría haberse convertido en el club más modesto del continente en alzar un título. Pero enfrente también se vivía otro "cuento de hadas", como sentenció Laudrup.

Los cisnes, cuyos mayores logros se remontaban a 1926 y 1964, cuando llegaron a las semifinales de la Fa Cup (Copa de Inglaterra), apalearon al Bradford, orgulloso con estar, por figurar, endosando la goleada más abultada en una final de la competición en 110 años, y proclamándose primer equipo galés en vencer un título de trascendencia en el fútbol británico desde 1927. Puñados de datos desactualizados, como su último concurso europeo, en la Recopa de Europa de hace más de dos décadas, cuando Toshack era jugador-entrenador de los gallos, antes de bordear la quiebra en varias ocasiones, como la de 2003, sorteada porque el Swansea doblegó al Hull y evitó la caída a las catacumbas del fútbol no profesional, o sea, luto y funeral para el club. Tras ascender a la Premier en 2011, retorna ahora a la competición del Viejo Continente, a la Liga Europa, como primer club que obtiene el billete. El vuelo del cisne. Michu, icónico, cara y goleador del plantel, participó en tres de las cinco condenas, firmando una de ellas. Su matrimonio con Pablo sobre el césped fue un idilio. Tipos que han cruzado fronteras con la mochila del fútbol a la espalda, portando un ideario, unas virtudes, que están de moda, que venden, que triunfan, también en la conservadora Inglaterra, donde los más puristas verán con otros ojos a los extranjerismos, ahora referentes.