vitoria. hay que ser muy malo para que una máquina capaz de edulcorar cualquier cosa, como es Disney, te cierre las puertas. Es lo que le ocurrió a Ray Lewis en 2001, cuando tras proclamarse MVP de la Super Bowl de 2001, la compañía de Mickey Mouse rompió la tradición vigente desde 1987 de invitar al mejor jugador de la final a visitar Disney World. El linebacker de los Ravens de Baltimore se quedó sin los 75.000 dólares con los que se financiaba la excursión por haber estado involucrado solo un año antes en el asesinato de dos personas. Es la gran mancha negra de un ídolo que pone esta noche punto final a la era de toda una franquicia.

A partir de las 00.30 horas (hora de Euskadi), los Ravens juegan la segunda Super Bowl de su historia y lo hacen contra una de las franquicias más ilustres de la NFL, los 49ers de San Francisco. Si este partido es uno de los acontecimientos del mundo del deporte más importantes del año, esta temporada llega cargado con historias que multiplican su trascendencia. Es la primera vez que dos hermanos entrenan a los dos equipos de la gran final y, sobre todo, es el último partido de Ray Lewis. A sus 37 años, el defensa de los Ravens ha anunciado que se va. Podría ser el adiós de un gran jugador más, pero lo cierto es que Lewis es más que una estrella. Baltimore no conoce unos Ravens sin Lewis. Es su estrella, su alma. Es el yunque sobre el que se ha forjado su identidad.

En 1996 la NFL decidió trasladar una franquicia desde Cleveland hasta Baltimore. La ciudad portuaria ya sabía lo que era albergar un equipo profesional de fútbol americano, ya que antaño había sido la sede de los Colts. El entonces propietario de la franquicia, Art Modell, vistió al equipo de negro y morado y lo bautizó como Ravens en honor al sombrío escritor Edgar Allan Poe, que vivió mucho tiempo en la ciudad de Maryland.

un pilar en la defensa Pero su segunda decisión marcó el futuro y el carácter de los Ravens. En una de sus dos primeras rondas del draft escogió a un jugador defensivo: Ray Lewis. A partir de ahí creció la leyenda de uno de los mejores defensas de la historia. El dorsal 52 de Ray Lewis ha sido convocado nueve veces al partido de las estrellas, ha sido proclamado mejor jugador defensivo de la temporada en dos ocasiones y fue el primer linebacker en ganar el MVP de una Super Bowl desde 1971. De rostro fiero y brazos de acero, su contundencia sobre el césped ha sido temida y venerada durante quince años. Los Ravens trabajaron en torno a Lewis para crear un equipo cuya gran virtud siempre ha sido la defensa.

En solo cuatro años los Ravens se plantaron en una Super Bowl y la ganaron. Ray Lewis fue elevado a los altares en una ciudad que supo olvidar el oscuro capítulo acontecido solo un año antes. Tras ver la Super Bowl de 2000, Ray Lewis se paseó por Atlanta con sus amigos en una limusina. En una trifulca dos hombres resultaron muertos a cuchilladas y Lewis y sus amigos fueron detenidos. Tras pagar una fianza de un millón de dólares, fue puesto en libertad. Semanas después, el jugador aceptaría declararse culpable de un cargo menor, obstrucción a la justicia, y testificar contra sus amigos para ser condenado a un año de libertad vigilada. Las familias de los fallecidos sellarían su silencio previo pago de una cantidad que no fue oficializada, pero que podría rondar los dos millones de dólares.

duelo de hermanos Esta noche, reconvertido en una especie de predicador, Ray Lewis hará su último baile sobre el césped. Tras superar sus lesiones, el anuncio de su retirada sirvió para que el equipo se conjurara en llegar a la Super Bowl. Ahí se encuentran los hermanos Harbaugh: John y Jim.

El primero ha conseguido meter a los Ravens en la Super Bowl contra todo pronóstico. La destitución del coordinador defensivo a mitad de temporada ha sacado lo mejor de su quarterback, Joe Flacco, y ha desempolvado al corredor estrella Ray Rice. El segundo, Jim, en solo dos años ha despertado al gigante de San Francisco. Los 49ers, que toman su nombre de las emigraciones de mineros a California en busca de oro en 1849, fueron una potencia entre 1981 y 1994, cuando ganaron cinco Super Bowls, pero desde entonces han penado en busca de un mesías que cogiese el testigo de Joe Montana o Steve Young. Jim Harbaugh dio la oportunidad a Colin Kaepernick a cinco jornadas del final de la liga regular en detrimento del quarterback titular, Alex Smith. El suplente no desaprovechó la oportunidad y sorprendió a todos con su gran velocidad en carrera y con un brazo poderoso. Su versatilidad ha convertido a los 49ers en un equipo más impredecible y sorprendente que el que el año pasado perdió la final de conferencia contra los Giants.

Kaepernick ha sido la chispa que Jim Harbaugh necesitaba para complementar un equipo forjado desde la defensa. La consolidación de una retaguardia sólida chocaba con la promesa que lanzó el entrenador a su llegada de que recuperaría el estilo de juego de la generación de Joe Montana. Pero esa traición a sus palabras ha sido bien vista en California al comprobar la eficacia de los nuevos 49ers.

En el Mercedes-Benz Superdome de Nueva Orleans, la ciudad que junto a Miami ha acogido más ediciones de la Super Bowl, Ravens y 49ers congelarán los Estados Unidos. Si ganan los californianos, Colin Kaepernick tendrá comida gratis para toda la vida en la cadena de hamburguesas Red Robin. Por el contrario, si pierde, será la postrera víctima del último monstruo creado por Edgar Allan Poe.