Dentro de no mucho tiempo se dejará de discutir si Pelé o Maradona han sido los mejores en la historia del fútbol y en el año 2012 se encuentran las razones suficientes para afirmar que en breve ese trono que aún hoy se siguen disputando brasileño y argentino, con sus respectivos seguidores a la cabeza, les será arrebatado por un joven futbolista que con apenas 25 años ya merece ver situado su nombre a la altura de los más grandes astros de los que ha disfrutado el balompié. Lionel Andrés Messi, el hombre de los récords. Sus 91 goles en partidos oficiales en el año que se cierra suponen un nuevo salto de calidad en su carrera al convertirse en el máximo artillero de la historia del fútbol en un año natural. Son innumerables los registros que ha superado el genio del Barcelona en su trayectoria profesional y unos cuantos retos aún le quedan por delante -el más inminente es conseguir su cuarto Balón de Oro consecutivo y el más importante el Mundial de 2014-, pero semejante cifra de goles le convierte en un auténtico lunático, en el extraterrestre que es dentro del planeta fútbol, teñido de nuevo de rojo por la victoria de España en la Eurocopa.
A nivel individual el 2012 ha sido, por encima de todo, el año de Messi, que no ha visto recompensada su grandilocuente actuación con el éxito colectivo, ya que su arrasador Barcelona cerró la era Guardiola con solo la Copa en el bolsillo. En ningún momento renunció el conjunto culé al estilo que le ha convertido en el mejor equipo de la historia del fútbol, pero en Liga se encontró con un Real Madrid apabullante y en Champions no pudo en semifinales con la práctica racanería de un Chelsea que desquició a los blaugranas.
Eso sí, la marcha del otro icono del barcelonismo, Guardiola, no ha supuesto nada más que un punto y seguido en la trayectoria de un club que tiene clara su apuesta por el balón. Así, de la mano del otrora ayudante Tito Vilanova, el Barcelona se ha mantenido fiel a su estilo y en apenas cuatro meses casi se ha asegurado un nuevo título liguero.
Precisamente, la última Liga fue a parar a las vitrinas del eterno rival, un Real Madrid que también estuvo de récord para sumar los topes en la competición de puntos (100) y goles (121). En la Casa Blanca, con fracasos en Copa y Champions, se volvía a sonreír después de años de soportar estoicamente la afrenta barcelonista y la razón se volvía del lado de Jose Mourinho y su creciente tropa de aduladores, convencidos de que el portugués, con toda su tramoya escénica, era la medicina perfecta para fulminar el creciente mal culé. El problema es que de la alegría a la tristeza hay un paso, tan pequeño como el que va del amor al odio. Así, con un inicio de curso desastroso solo salvado por la Supercopa española, los que ayer alababan a Mourinho hoy piden su salida inmediata del club mientras que el técnico de Setúbal se mantiene fiel a su estilo de apagar los fuegos con gasolina, lo que indica que nada ha cambiado en su personalidad en 2012.
El que sí ha visto variado su habitual carácter hipocondríaco ha sido el Atlético de Madrid, el gran protagonista del año a nivel colectivo. De la mano de Cholo Simeone, los rojiblancos han recuperado el carácter del doblete para dejar a un lado su habitual versión más Pupas. Liga Europa, Supercopa de Europa y un actual segundo puesto en Liga por encima del vecino rico, con Radamel Falcao a nivel estelar, sitúan a los rojiblancos como uno de los mejores equipos de 2012.
La otra vertiente, la negativa, tiene el rostro del Athletic de Bilbao. De la mano de un fútbol espectacular propiciado por el genial Marcelo Bielsa, los leones se plantaron en las finales de Liga Europa y Copa para perderlas sin apenas disputarlas antes de que el club iniciase un proceso de autodestrucción preocupante que ha sembrado la zozobra en Ibaigane.
A nivel de clubes en el Viejo Continente, la alegría en forma de Orejona viajó, de manera completamente inesperada, al londinense y rico barrio de Chelsea. Eran incontables los millones gastados por el magnate ruso Roman Abramovich para lograr la Liga de Campeones y al final la acabó consiguiendo de la manera más sorprendente tras confiarle el equipo a Roberto Di Matteo habiendo despedido con anterioridad a André Villas-Boas. Curiosamente, en su única final de la Champions disputada con anterioridad también se había producido un relevo en el banquillo blue (Avram Grant suplió a Mourinho), pero lo que entonces fue desgracia en la tanda de penaltis en esta ocasión fue fortuna y el Chelsea, rácano, defensivo, afortunado, efectivo y con un Didier Drogba genial, se impuso desde los once metros a un Bayern que fue de lo mejor del año. Eso sí, flor de un día. Perdió la Supercopa europea, Di Matteo fue destituido y suplido por Rafa Benítez y el Chelsea se vio superado en el Mundial de Clubes por el Corinthians.
méxico, oro olímpico Y si en las competiciones de clubes la risa ha ido por barrios, a nivel de selecciones la alegría parece haber elegido España como lugar permanente de residencia y La Roja ha rizado aún más el rizo añadiendo un hito histórico al encadenar Eurocopa, Mundial y de nuevo el máximo trofeo continental de selecciones. Una vez más, Vicente del Bosque optó por mantener ese estilo exportado por el Barcelona, que aporta la base sustancial también del combinado estatal, y solo la ausencia de Villa y sus virtudes goleadores -en varios partidos Cesc actuó de falso delantero- le causaron problemas a una España que, además, tuvo la suerte de no enfrentarse a la única selección que tiene potencial suficiente como para superarle, la Alemania de Joachim Löw, que cayó en semifinales ante la renacida Italia.
Precisamente España abrió y cerró la competición de Ucrania y Polonia contra la Azzurra, aunque en nada se parecieron el primer partido y el último. Si el inaugural estuvo protagonizado por el dominio transalpino y se cerró con empate, el de la final fue un auténtico paseo para La Roja, comandada ese día por un Xavi Hernández imperial que cerraba la magistral actuación de Andrés Iniesta a lo largo de todo el torneo. El único punto de sufrimiento en toda una cita marcada por su bajo nivel futbolístico le llegó al equipo de Del Bosque en semifinales, pero a esta selección le ha cambiado la suerte de antaño y en esta ocasión superó a la Portugal de Cristiano Ronaldo.
Tras ese éxito, la atención se centraba en los Juegos Olímpicos, donde el fútbol sigue siendo un deporte menor al no permitir la presencia de jugadores mayores de 23 años y cita en la que España naufragó estrepitosamente al caer eliminada en la fase de grupos. El título, sorprendentemente, se lo llevó México al superar en la final a la Brasil de Neymar.