A MEDIDA que pasan las jornadas se hace más evidente que la fiabilidad y credibilidad de este Deportivo Alavés está por encima de toda duda. Da lo mismo competir con el mejor equipo del mundo, el FC Barcelona (aunque no fuera su mejor versión), que competir con el penúltimo clasificado del Grupo II de Segunda B. En ambos encuentros dejó muestras de ser un conjunto serio, disciplinado, ordenado, que sabe lo que debe hacer en todo momento. Si al Barcelona le plantó cara, aunque no pudiera lograr un mejor resultado en el choque, que no en la eliminatoria, por la intervención del juez de la contienda que con algunas decisiones equivocadas alteró el resultado final en perjuicio del equipo débil (cómo no), en el partido de ayer dejó claras muestras de la diferencia que en estos momentos hay entre ambos contendientes. Su clasificación y su juego así lo demuestran.
Los jugadores albiazules pasan en estos momentos por un óptimo estado de ánimo cuya duración está resultando prolongada en el tiempo pues lo que empezó como una grata situación emocional, el excelente comienzo de temporada, ha permanecido en ellos el tiempo suficiente para que haya marcado su conducta, es decir, sus estados de ánimo han conformado el mundo en el que actúan. Además, un entrenador que puede manejar sus estados de ánimo es alguien que también entiende el estado de ánimo de los que tiene alrededor. Y es importante para un técnico tener conciencia del modo en que los temperamentos armonizan o chocan entre sí. En el otro extremo está el filial del Racing que, al igual que sus mayores, está inmerso en una profunda crisis institucional y deportiva por lo que anda muy decaído, algo que está influyendo negativamente en su acontecer diario.
Así, el Alavés prolongó su gran momento tras vencer en Mendizorroza un choque ante un cabizbajo rival y logró una importante y sufrida victoria con lo que se afianza en lo más alto de la tabla y mantiene la diferencia con el segundo clasificado, el Eibar, que ganó su encuentro en la prolongación. No sé si es por suerte o por qué, pero no es el primer triunfo que logra así. En cambio, los inmediatos perseguidores no pasaron del empate por lo que la diferencia con el quinto es abismal. El equipo de Natxo González sumó otra victoria más a su cuenta particular, pero en esta ocasión no hubo fuegos artificiales ni jugadas espectaculares en ataque, simplemente fue una actuación sólida de todo el equipo. Tanto en el encuentro de ayer como en el de la semana anterior los alavesistas han estado jugando con fuego aunque no se han quemado de casualidad a pesar de que en el fútbol hasta el más tonto hace relojes. Incluso un equipo como el cántabro, que en su estilo de juego, en su fútbol, no hay espacio para las porterías, hizo dos ocasiones muy claras que bien podían haber variado el devenir del mismo. Pero cuando la fortuna está de tu parte no hay rival que se resista. El ánimo cuenta y mucho.