cuando un entrenador se ve obligado a coger un equipo con la temporada ya iniciada, como ha sido el caso de Zan Tabak, suele ser porque existen problemas de índole clasificatoria, de juego o de disciplina. Se suele encontrar con una dinámica negativa, falta de compromiso o de todo un poco. Después de ver los partidos del último mes del Caja Laboral puedo afirmar que la problemática es un cúmulo de todas ellas. Ver como el Zalgiris presionaba hasta la última jugada y contemplar como única respuesta baskonista la desidia, me dolió como si todavía estuviera dentro de la disciplina del Caja Laboral y me embargó una sensación de tristeza enorme. Si es esto lo que querían demostrar los jugadores de la plantill azulgrana a su nuevo entrenador para ganarse su confianza, pues van dados. Es verdad que el Zalgiris de esta temporada no era el mejor equipo para afrontar un estreno, y menos aún en Kaunas, en el Zalgirio Arena. Hablamos de un equipo que está jugando muy bien, que semana tras semana esta dando un clinic de fundamentos defensivos (saltar a la pelota, rotación entre pívots, defensa flash agresiva en el pick and roll, ayudas del lado débil, consistencia en el uno contra uno, buen balance defensivo, cierre del rebote en la canasta propia), por lo que la derrota en esa pista entraba dentro de las posibilidades. Por supuesto. Pero caer como lo hizo el equipo vitoriano, dejándose llevar y teniendo que escuchar los cánticos y el disfrute de los allí presentes, me pareció insultante. Lo primero que tiene que hacer Tabak es recuperar al equipo anímicamente. Recibir correctivos como los que ha sufrido en este último mes son difíciles de asimilar. Para ello hay dos posibilidades: puede reprocharles la imagen que ofrecieron en Kaunas de desánimo, desidia e impotencia o tirar por el camino más recomendable y hablar las cosas cara a cara en el vestuario, mandar mensajes de esperanza y de autoestima. El cuerpo técnico y la dirección deportiva está ahora mismo obligados a buscar soluciones de urgencia. Tendrán que detectar las debilidades que provocan que el rendimiento colectivo no sea el idóneo. Tras este mes nefasto y únicamente con una victoria, las miradas se han dirigido hacia una serie de jugadores que no aportan lo que de ellos se había esperado. Son los casos de Lampe, Milko Bjelica, Rochestie o Huertel. El equipo no mostró capacidad de reacción y cuando un grupo tras el cambio de entrenador no responde, las dudas se convierten en preocupación. El puesto de base es el más significativo. La historia del baloncesto está llena de casos que con la llegada de un base de nivel a mitad de temporada el equipo ha cambiado totalmente. El más conocido entre nosotros fue Elmer Bennett, un jugador creativo, físicamente fuerte, con una gran capacidad de ejecución y sobre todo con mucha disciplina y compromiso, algo que falta a raudales en la actual plantilla.