transcurrida ya una tercera parte de la liga regular, catorce encuentros desde el comienzo de la temporada, la oportunidad única que le concedieron los dirigentes alavesistas a Natxo González de entrenar al equipo de su ciudad la ha sabido aprovechar al máximo en este periodo de tiempo y con ello ha elevado a un equipo totalmente nuevo a lo más alto de la clasificación. Ha devuelto la confianza depositada en él con un firme liderato en un inicio de temporada espectacular. Los mejores conjuntos, los que encabezaban las apuestas en la línea de salida, van asentándose en los puestos de privilegio y aparecen en los primeros lugares estadísticos. Hace apenas seis meses, lo que hoy es un equipo alabado y digno de encomio, era realmente un triste conjunto a la deriva después de no clasificarse para las eliminatorias de ascenso. ¿Cómo puede explicarse el cambio en tan poco tiempo? Sin duda que las razones son muchas, pero hay una que está por encima de todas: el acierto en la elección del cuerpo técnico que construyó una plantilla con experiencia, aunque quizá corta de efectivos, que ha rendido por encima de sus posibilidades. Por supuesto que, tratándose de deporte, la suerte es un factor muy importante y de eso hasta el momento, afortunadamente, hemos estado bien servidos. Lo más negativo del periodo transcurrido ha sido que el esfuerzo realizado ha recaído en pocos jugadores, lo que puede tener consecuencias severas cuando el cansancio, las sanciones y las lesiones vayan haciendo acto de presencia y dejen en cuadro al equipo. No puede decirse que el juego que se vio ayer en tierras cántabras fuera un dechado de virtudes. Es posible que fuera por la alineación titular que puso en escena Natxo González con muchas caras nuevas (cinco cambios en relación al anterior encuentro), pero lo que propuso el Deportivo Alavés estuvo muy lejos de ser lo conveniente. No se puede estar a merced de lo que proponga el rival al que dejó que se hiciera dueño del juego con el consentimiento del colegiado (dejó que repartieran estopa sin ningún miramiento) y que se repusiera después de encajar el 0-1. Al final, a pesar de todo, victoria in extremis que sirve para ser un poco más líderes. Curiosamente, han tenido que transcurrir 14 encuentros también, ocho en ACB y seis en Euroliga, para que el entrenador más laureado del club, sección de baloncesto (por aquello del dos en uno), haya sido cesado después de diez temporadas en la casa. Lo que son las cosas, algo que era habitual en el fútbol, que se cambie de entrenador a las primeras de cambio por los malos resultados, se ha trocado ahora al baloncesto, que siempre se ha distinguido por la continuidad en el cargo de su titular durante largo tiempo. Como nada es eterno, Ivanovic ya es historia baskonista para alegría de muchos, para mí no. Ojalá no lo echemos de menos. En este mundo de hoy se valora más la mediocridad que a los que piensan que el talento se consigue con trabajo, trabajo y trabajo, y así nos va. Suerte, entrenador.
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