VITORIA. es difícil que el futuro pueda deparar algo peor a Zan Tabak de lo que encontró en su estreno como entrenador del Caja Laboral. El croata, que llevaba siete años preparándose para hacerse con las riendas de un equipo de primer nivel continental, salió humillado de su visita al Zalgirio Arena y pudo comprobar en sus carnes hasta qué punto resulta complicado el reto en el que se ha embarcado. El cuadro azulgrana se encuentra sumido en un profundo bache de juego, resultados (sólo ha ganado uno de sus últimos siete compromisos) y valores, con varias piezas bajo sospecha tras haber mostrado en los últimos encuentros una actitud que dista mucho de la que parece exigible en unas circunstancias como las que está viviendo el club vitoriano.
Tabak tiene una larga lista de tareas que resolver para devolver la vida a un equipo que en Lituania firmó su certificado de defunción. Sin embargo, no todas las pelotas están en su tejado. Hay muchos aspectos en los que tanto jugadores como directiva tendrán mucho que decir.
El primer asunto que deberá enfrentar Tabak será, sin duda, la exploración de vías para devolver la fe a un colectivo que en los últimos partidos se ha desenvuelto con una apatía desesperante. La desidia que por momentos podía interpretarse como causa del problema era en realidad consecuencia. Los jugadores se encuentran sometidos a una enorme presión, que aumenta con el paso de las semanas, y no logran dar con una explicación para entender por qué no sale nada a derechas. El nuevo técnico tiene ante sí la difícil papeleta de inyectar confianza a un grupo deprimido. Si lo consigue, podrá emprender el resto de la reconstrucción. Si fracasa, habrá que dar por perdida la temporada o, en su caso, su etapa en la capital alavesa.
Es evidente que en este aspecto los jugadores deben asumir su cuota de responsabilidad. En muchos casos, aunque no en todos, querer es poder. En el vestuario azulgrana hay jugadores con peso y agallas para tirar del carro, pero el peso muerto del resto no podrán moverlo unos pocos. Tabak debe dar con la mayoría creyente y lograr que el resto se acabe sumando a la corriente. El técnico de Split tendrá que identificar a esos líderes y concederles protagonismo para acabar con el caos que reinaba en los últimos tiempos de un Ivanovic que parecía haber perdido la energía y al que sus pupilos han acusado de no marcar una línea clara.
El Baskonia dispone de una buena plantilla. Quizá no alcance los niveles de excelencia de aquellas que en su día pugnaron por el cetro de la Euroliga, pero ha demostrado que es capaz de competir ante los grandes de la ACB. En sus contados momentos de lucidez, que no han sido muchos pero sí brillantes, el conjunto gasteiztarra ha ganado al Valencia Basket y al Barça, amén de haber puesto contra las cuerdas en su propio pabellón al Real Madrid. En Europa, por contra, ha acumulado más de un ridículo. No ha sabido convivir con la presión y ha naufragado en las citas de mayor exigencia. Pero da la impresión que ha sido más por un tema mental que por falta de capacidad.
Tabak tendrá que recuperar la versión positiva de este equipo bipolar y convertirla en rutina. Para ello, claro está, tendrá que trabajar mucho. Los pecados que han arrojado al cuadro azulgrana al infierno en el que ahora arde han variado en realidad muy poco desde que arrancó el curso. Están más que identificados, aunque algunos tienen una solución más sencilla que otros. La directiva, a pesar de que en la presentación del nuevo entrenador lo negó, está sondeando el mercado ante la evidencia de que sin algún parche es probable que la lancha neumática se acabe hundiendo sin remisión.
Con lo que hay por el momento, en todo caso, Tabak deberá imponer el orden al caos. Urge que forme un núcleo duro y establezca las jerarquías que no fijó su antecesor. Debe conceder galones a uno de los bases, aunque por el momento ninguno haya ofrecido suficientes garantías, y establecer un patrón de juego que devuelva la alegría ofensiva que se ha quedado por el camino.
Este Caja Laboral ha sido en las últimas semanas un equipo sin ideas, sin recursos en ataque. Más allá del juego en transición y el uno contra uno había muy poco. Cuando corría brillaba, pero sin defensa tampoco hay contraataques. El drama del juego interior ya parece más complicado de atajar. Sin Nemanja, que tampoco es un interior puro, se desangra en el rebote. La falta de un interior físico y dotado para el trabajo sucio se sigue echando en falta desde que arrancó la temporada. Y eso es algo que, por mucho que quiera, Tabak no podrá resolver. Eso queda en la lista de tarea de otros. Pero en las oficinas del Buesa Arena ya han tomado nota.