"Estoy bastante contento", decía Efrén Vázquez tras firmar la séptima posición en el Gran Premio de San Marino y volver a puntuar después de dos carreras aciagas. El de Rekalde consideraba haber salvado la papeleta después de una jornada sabatina en la que tuvo que conformarse con la decimoquinta posición de salida. Remontar ocho plazas es algo considerable. No obstante, reconocía tener "una espinita clavada", la de "haber estado más adelante".
Y es que Efrén protagonizó una interesante actuación, pues a pesar de llevar a cabo una discreta partida, fue capaz de trepar por el circuito de Misano-Marco Simoncelli para ganar ocho posiciones, pero, más importante aún, para conectar con el grupo de cabeza, donde rodó hasta la última vuelta, conservando opciones de podio.
Pero las motos KTM eran cohetes. Cortese no necesitaba más que aguardar a las zonas rectas para desbaratar los intentos de Fenati, Rins, Salom o el propio Viñales, quien salió undécimo y tras un percance que le retrasó hasta la décimo séptima plaza, progresó incesante como un ascensor para ser segundo, a rueda de Cortese. Pero Mav falló en los compases definitivos, en una última vuelta espectacular, en un mano a mano donde la superioridad de las monturas austríacas dejó en evidencia a las de Honda.
En ese fregado estaba envuelto Efrén, que llegó a rodar hasta en quinto lugar. Sin embargo, y a pesar de que mantuvo opciones de repetir los podios firmados en Misano en sus dos últimas visitas (2010 y 2011), debió conformarse con ser séptimo. Un resultado que le aúpa dos escalones en el Mundial, donde es undécimo, a 22 puntos del sexto clasificado.
Tratando sobre la general, para Viñales, que fue quinto por el fragor de una batalla en la que nadie se privó, aconteció una jornada puede que definitiva para su deseo de campeón. Si los 32 puntos de separación con Cortese se antojaban complicados de recuperar, los 46 de ahora convierten el título en casi utopía. El de Roses no se rendirá porque su talento no le dejará, pero Cortese tampoco especuló ayer, a pesar de su renta. Obró no como campeón, salvo por sus gestos reclamando calma a su alrededor, sino como un ganador.