CONTADOR, Alberto (Saxo Bank)4h 29'20''

VALVERDE, Alejandro (Movistar)a 6''

HENAO, Sergio Luis (Sky) m.t.

GENERAL

CONTADOR, Alberto (Saxo Bank)68h 07'54''

VALVERDE, Alejandro (Movistar)a 1:52

RODRÍGUEZ, Joaquim (Katusha)a 2:28

fuente dé. En Collado La Hoz, un cruce de palabras entre un ángel y el diablo. En un hombro de Contador está el tipo rojo del tridente calentándole la cabeza al chaval. Pinchándole para que dinamite la Vuelta y mande a todos al infierno. En el otro está el ángel blanco de las sandalias batiendo las alas y pidiéndole con su voz de nube que no haga caso, que conserve, que guarde, que espere porque lo que se propone es una locura que le va a llevar a la muerte. A la salida de una curva Contador da por zanjado el debate, se deja seducir por el diablo y coge prestadas las alas del angelito. Se dispone a volar. Es un salto al vacío. No sabe lo que le espera. O se quema en el infierno o se eleva al cielo y reingresa en el mausoleo ciclista. Antes de lanzarse siente algo de vértigo. Es miedo y le gusta cómo sabe. La última vez que escucha a la razón, esta le recuerda que apenas ha comido durante toda la etapa, que tenga cuidado. No le importa. "Ser segundo está bien, pero estoy aquí para ganar", se dice. Es el Contador de toda la vida. Luego, entra en trance. "No sabía muy bien lo que estaba haciendo". A partir de ahí, solo habla el corazón y lo primero que dice es esto: "Full gas chicos, full gas". Es espanglish. La versión española del "full gas boys, full gas" con el que Armstrong encadenó siete Tours. Contador acaba de dar la señal a sus compañeros para que aprieten los cierres de sus zapatillas de colores. Sobre todo a Paulinho, Pires y Jesús Hernández, que van unos metros por delante, en la escapada en la que también está Intxausti, que luego resulta ser una pieza fundamental para la preciosa guerra en la que se mueve su líder Valverde.

Todo ocurre de la manera más hermosa, sin premeditación. La cosa va surgiendo. La noche anterior Fran Contador visita a su hermano en el hotel de Comillas y no escucha nada de lo que horas después está viendo por la tele. Así, desde la fascinación de lo inesperado, Fran es de los que más goza. La noche en Torrelavega sí que anuncia algo de esa locura que está empezando a germinar en Collado La Hoz. Hablan los sabios en torno a una mesa redonda. Habla Manolo Saiz, que pescó a Purito del Iberdrola para su Once en 2001 y a Contador del mismo caladero dos años después, y dice que la etapa de la que nadie habla es la más importante de la Vuelta. O, al menos, el día para que Contador reviente a Purito. O lo intente. Le hacen poco caso al cántabro. Todo el mundo tiene los ojos puestos en la Bola del Mundo y nadie ve peligro en la subida a Fuente Dé, un segunda sin porcentajes. "Por eso", sentencia Saiz. Es más fácil que le deje subiendo a 40 por hora, sostiene, que a 14.

Algo se huele 'Purito' No ocurre exactamente como lo ve Manolo en su bola, pero es de los que más se acerca. Pocos más intuyen un vuelco así, algo tan antológico. Ni la tele, que conecta bastante más tarde, cuando el lio está montado. En meta, el inicio de la gesta les pilla a muchos mordiendo el bocata, en el bar. Allí llega el rumor como un susurro de efecto devastador. Nadie cree lo que cuentan que está sucediendo, que el líder cede, que Purito, el líder de acero, está contra las cuerdas. ¡Anda ya! ¿Alguien lo hubiese imaginado?

Antes de que pase, algo se huele Purito, que anda mosca con tanto movimiento del Saxo Bank durante toda la etapa. De todas maneras, no se esperaba algo así. "No se me pasaba por la cabeza tal desastre", reconoce cabizbajo cuando después de la historia lo ha perdido casi todo. Así que, por inesperado, cuando atacó Contador después del toque de corneta, "full gas chicos, full gas", el líder quedó desubicado, sin capacidad de reacción. "¿Las piernas Purito?", le preguntan luego. "No, no ha sido", responde. "Las mías eran buenas, pero las de él, mejores". Hay quien le busca una explicación al sufrimiento del líder en el día de descanso. A Purito, cuentan, no le gusta entrenar los días de descanso. Y, apuntan, no lo hizo en Comillas, no salió a la carretera y sustituyó ese ejercicio por el del rodillo. ¿Eso le lastro? Quién sabe. Lo que sí ocurrió es que cuando atacó Contador, Purito titubeó como no lo había hecho antes en toda la Vuelta. Empezó a saltar de pensamiento en pensamiento como de nube en nube cuando la maniobra de su rival madrileño exigía una reacción en menos de un parpadeo. Purito pestañeó. Cuando abrió los ojos estaba metido un jaleo, un drama de Esquilo. En la cima de La Hoz Purito seguía enredado en la duda. Nervioso, descolocado, se le iba la Vuelta y no sabía qué hacer. "Se me ha pasado de todo por la cabeza". Perdía una veintena de segundos y pensó en mandar parar a Losada, el único compañero que tenía a mano, delante en la escapada, lanzarse a tumba abierta en el descenso, conectar con él y llegar así hasta la rueda de Contador. No lo hizo, no se jugó el pellejo en el descenso. Y tampoco ocurrió lo siguiente que se le vino a la cabeza como salvavidas, que era que los compañeros que Valverde llevaba delante junto a Contador, Intxausti y Quintana, bajasen para meter al murciano, que estaba junto al líder, en la lucha por la etapa.

Contador, determinado Mientras esperaba a que algo ocurriese que le sacase del embrollo, Contador era el ciclista determinado de los grandes días. En cuanto le vio aparecer de la nada en La Hoz, Intxausti se quedó sorprendido. "Ha llegado al grupo, no ha dicho nada y se ha puesto a lo suyo, que era tirar para adelante". A dos kilómetros de la cima, Contador exprimió a Pires, que reventó poco más adelante, antes de iniciar el descenso, donde, un contratiempo importante, se quedó cortado Jesús Hernández. "Pero ni así dudó. En el desfiladero se pusieron a tirar él y Paulinho. Contador no se giraba hacia nosotros ni una vez. Ni nos decía nada ni nos miraba. Solo tiraba y tiraba a tope. Parecía convencido de lo que hacía", contó el vizcaino, que asistía en primera fila, como Gorka Verdugo, a un espectáculo colosal. Intxausti vio partir a Contador del grupo a 23 de meta. Y con él a Tiralongo, el italiano que había sido su gregario en el Astana y al que regaló una etapa en el Giro de 2011. Colaboraron, claro. Hasta que Tiralongo reventó y Contador se quedó solo. Purito también. Solo, solo. Robinson Crusoe. Sin la protección de Losada, que reventó, Valverde le atacó, le soltó, no eran las piernas frescas y buenas de otros días, y comenzó a trepar hacia Fuente Dé. El murciano lo hizo a escalones. Primero se subió a lomos de Nairo Quintana, que le hizo un trabajo fenomenal, y después al de Intxausti, que le dejó a tres de meta y a medio minuto de Contador, pero el madrileño, los dientes enfrentados, resistió al asedio de Valverde. En Fuente Dé, donde Cristo dio las tres voces, soltó Contador tres gritos liberadores que rebotaron en las paredes de piedra de la montaña. Fueron tres rugidos atronadores de la misma dimensión que la gesta, 60 kilómetros épicos, que le colocan líder de la Vuelta de la manera que nadie había imaginado. A 1:52 tiene a Valverde que también saltó por encima de Purito, tercero a 2:28. Lejos de derrumbarse, callar o llorar su desdicha, el catalán se inclinó ante Contador. "Con Alberto nunca sabes lo que te espera. No me imaginaba algo así, de veras. Ni yo ni nadie. Ha sido un carrerón y hay que asumirlo. Se me ha puesto muy difícil, pero yo tampoco voy a decir imposible", dijo mientras Contador estaba en el podio esparciendo al aire el cava. Allí se subió luego Purito a recoger un par de zamarras, la regularidad y la combinada, que no abrigan como el rojo que le quitó el madrileño de un grito. "Full gas chicos, full gas".