Cangas de Onís. Antes de que lleguen los Lagos, también el Fito, la Vuelta sube Pajares por su lado más amable, el de León, y la oportunidad la aprovechan los directores que se juegan la carrera estos días para adelantarse al pelotón, dar un volantazo sobre la misma cima de Pajares, 1.378 metros de altitud, y tirar para la estación de esquí de Brañillín. Por ahí se sube al Cuitu Negru. Es una lengua de brea negra asfaltada por el diablo. Hay quien dice que es un infierno. Son apenas tres kilómetros, no llega, pero tiene tramos del 22%, del 20%, varios del 17% y bastantes del 15% y por ahí. De muro en muro. "Es buena para Alberto. Dura, aunque corta", dice Philippe Mauduit, el director francés de Contador, que sube por ese camino estrecho un par de veces, graba cada metro con el vídeo de su Blackberry y lo archiva para enseñárselo a los chicos al anochecer, aunque el ciclista de Pinto ya lo reconoció durante los seis meses que estuvo a la sombra preparando sin dorsal su regreso a la competición en la Vuelta.

Alejandro Valverde, que se ha pasado el año compitiendo, más de 60 días de carrera en las piernas, no tuvo tanto tiempo para revisar los lugares donde se decide la carrera que no tenía previsto correr. Se subió a la Vuelta en el último momento y corre a ciegas. No conoce el terreno que pisa. El sábado descubrió Ancares y el desconocimiento casi le cuesta la vida porque, contó después de la etapa, se fio de sus buenas sensaciones tras el primer ataque de Contador a 3,5 kilómetros para probar la resistencia de sus rivales. Esas fuerzas despilfarradas le faltaron al final. Ayer subió por primera vez los Lagos de Covadonga. Y hoy, por la lengua del diablo que, de todas maneras, llevará archivada en la memoria después de repasar el vídeo que le grabaron ayer por la mañana Txente García Acosta y Eusebio Unzue, que se cruzan con el coche del Saxo Bank que desenreda el descenso con prudencia. Y, también, con el del Rabobank de Gesink y Ten Dam, que están en la pomada. Finalmente, sube una furgoneta del Katusha del líder Purito, que no lo conoce porque prefirió emplear ese tiempo en seguir concentrado en altura, entrenando, en su casa de Andorra durante dos meses anteriores al inicio de la Vuelta.

"Es un lugar precioso", se maravilla Mauduit, que espera un espectáculo colosal en ese tramo robado a la montaña. "Es que es lo que es: una pista de esquí asfaltada", explica Samuel Sánchez, que conoce como nadie la estación a la que subía de niño cada invierno. "No sé ahora, pero antaño todo el pueblo de Pajares vivía de la estación de esquí, que era un buen motor económico para la zona".

Salvo en telesilla, Samuel no ha trepado nunca al Cuitu Negru. "Lo acaban de asfaltar. Antes era un camino de piedras". Sí conoce, claro, Pajares y su extensión hasta la estación de Brañillín, adonde ya llegó la Vuelta hace siete años, en 2005, el día que el Liberty Seguros se lanzó en tromba a por el maillot oro de Menchov y acabó conquistándolo con Roberto Heras tras una maniobra colosal bajo la lluvia. Heras ganó la etapa en Brañillín entre la niebla cerrada y se vistió de líder, ganó aquella Vuelta y, luego, la perdió por aquel positivo por EPO que cerró la carrera del bejarano. "Pocos se acuerdan, pero aquel día yo fui segundo en Brañillín. Iba en la escapada, me cogió Roberto y luego me dejó", recuerda Samuel, para quien el verdadero peligro de la subida al Cuitu Negru no son los últimos tres kilómetros, la lengua de asfalto negro, que también, sino la eterna ascensión a Pajares. "Es lo duro de la etapa. Desde abajo son casi 20 kilómetros con rampas de hasta el 17%. El que lo pase mal ahí no se recupera para el tramo final. Pajares es un puerto digno del Tour", razona el asturiano, que habla también de la acumulación de esfuerzos. De que antes que Pajares hay que subir San Lorenzo, que es largo y duro, y La Cobertoria, con sus porcentajes constantes martilleando las piernas. Y, también, menciona Samuel, está la resaca de los días consecutivos de montaña.

Un día asfixiante Así que piensa Samuel que Cuitu Negru dejará, si no sentenciado, todo muy clarito en la Vuelta, aunque la organización preferiría que la Bola del Mundo, el próximo sábado fuera el último juez de la carrera. Abraham Olano, que diseña junto a Paco Giner el perfil de la Vuelta, espera algo de eso. "Que aguanten los cuatro, también Froome, hasta el final", dice. "En el Cuitu Negru la lucha entre ellos puede ser espectacular. Pajares es un puerto de mucho desgaste, muy diferente a los finales explosivos que hemos tenido hasta ahora, que, por otra parte mediáticamente son más interesantes". Abraham Olano abunda en su visión sobre el Cuitu Negru y habla de una etapa extenuante en la que no hay tiempo para recupera, ni para comer en condiciones, nada sólido, nada con sustancia con lo que llenar el depósito, igual algún gel, algo rápido, pero nada más, ni siquiera un traguito de glucosa. "No lo van a tener nada fácil para alimentarse". Si no lo hacen, si se descuidan, se quedarán pegados en la lengua negra del diablo que lleva al Cuitu Negru, muy cerquita del cielo. Y del triunfo en la Vuelta.